28. peleas

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Yuta se separó de mí. Lo observé sin saber que decir, pero antes de que pudiera pronunciar una palabra, se fue, dejándome triste y confusa. Seguía a la defensiva, me dolía pero lo entendía perfectamente, así que le daría un poco más de tiempo.

La verdad es que nunca pensé que echaría de menos a Yuta. Hacía que mis días fueran más alegres con sus comentarios y sus anécdotas. Ahora me sentía vacía y un poco decaída sin su presencia.

Cuando llegué a casa y terminé de prepararme algo para comer, mi teléfono sonó repetidas veces. Cuando deslicé el panel de notificaciones vi que tenía muchas menciones en instagram y Twitter y muchos mensajes en kakaotalk. ¿Pero qué?

Entré primero a instagram y casi me atraganté con los macarrones al ver que una cuenta anónima había difundido el video que Yuta había hecho público sobre Suri. Entré por curiosidad a leer los comentarios, habían muchos y todos ellos de personas que conocía de clase. Habían muy pocos que defendieran a Suri, la mayoría eran metiéndose con ella llamándola "persona sin talento" "mentirosa" entre otros.

Una pequeña parte de mi se sentía mal por ella. Siempre había tenido mucha facilidad para ponerme en la piel de los demás, tenía mucha empatía, algo que muchas personas catalogarían como una virtud, pero en mi caso, muchas veces jugaba en mi contra. Llegaba a anteponer a los demás antes que a mi y a veces esas personas no lo merecían.

Traté de convencerme que esto era lo que se merecía, que se lo había buscado ella sola por mentir y por ser tan mala con todo el mundo. Pero seguía sintiendo lástima por ella.

Llamé a Rachel para contarle lo que había ocurrido, aunque seguramente ya lo hubiese visto en redes sociales, pero no obtuve respuesta, estaría estudiando. Mañana hablaría con ella.

Viendo que ya no quedaba comida en mi casa, decidí pasar por el supermercado. Una vez allí llené la cesta de noodles instantáneos, en momentos como este echaba de menos estar en casa con mi familia, mi padre siempre cocinaba platos deliciosos y tenía ganas de volver con ellos. Llegué a la sección de galletas y no vi de mis favoritas en ninguna parte hasta que levanté la vista y las vi en la estantería más alta. Esto tenía que ser una broma, creo que el destino estaba intentando decirme que debería dejar de comerlas y comprar cosas más saludables. Pero no dejaría que el destino decidiese por mi, así que busqué a mi alrededor a algún trabajador que pudiera bajar las galletas, pero por desgracia a estas horas el supermercado se encontraba casi vacío y no vi a nadie que pudiese ayudarme.

Bufé molesta y me puse de puntillas porque yo no podía volver a casa sin mis galletas. Estiré el brazo y nada. Hablaría con el dueño para que tuvieran en cuenta a las personas de baja estatura. Salté y rocé el paquete con la punta de los dedos, contenta volví a intentarlo, pero antes de que mis pies se despegaran del suelo una mano se posicionó en mi hombro impidiéndome saltar.

Y supe quien era. Lo supe por por su aroma, por el tacto y las mil mariposas que sentí en el estómago por su presencia. Me giré para verlo y ahí estaba Mark, tan guapo como siempre. Su sonrisa ladeada me dejó sin aliento. Lo vi levantar la cabeza para observar lo alto de la estantería, donde estaban mis galletas. Mi vista se dirigió rápidamente a su cuello y un extraño impulso por acercarme y hundir mi rostro en el hueco entre su cuello y su clavícula casi hacen que pierda el control. Tragué saliva y Mark alzó el brazo para coger aquel paquete de galletas, una vez en su mano me las tendió y mis ojos se desviaron a las venas que sobresalían de su antebrazo. Me creí morir en ese montemos. Estaba paralizada y él me miraba esperando que reaccionara. Por la expresión de su rostro supe que estaba aguantando una carcajada, ¿él sabría lo que provocaba?

-Gracias. -Dije en un susurro mientras agachaba la cabeza y tomaba el paquete de galletas para meterlo en la cesta.

-De nada. -Su mano se dirigió a mi rostro y casi me me da un infarto cuando lo vi retirar un mechón de mi cabello y ponerlo detrás de la oreja. -Siempre llevas el pelo en la cara.

No Manners. - mark leeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora