Capitulo 08.

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Los secretos

"El secreto mejor guardado es el nunca revelado"

Cuando llegaron al palacio, por supuesto recibidos por los sirvientes haciendo sus típicas reverencias.

-Bienvenidos a casa, Altezas- dijo el mayordomo tomando sus abrigos, se escucharon los ladridos de un perrito y las risas de una niña que venían por el pasillo.

Mia cuando vio a su hija, respiro mas aliviada y la abrazo con fuerza.

-Mami no puedo respirar- Se quejo Julieta.

-Lo siento, mi amor. Estas hermosa- tocándole la carita.

-Y muy grande- Matthew también saludo a su pequeña hija con un sonoro beso en la mejilla.

-Si, crecí medio cetrimeto- Sus padres se rieron- eso me dijo Nana.

-Se dice centímetro- la corrigió Mia.

-Te traemos regalos - dijo su papa.

-¿Si?- sus ojos grises se iluminaron- ¿Para Bruno, también?- el perro meneaba la colita como si entendiera.

-Si, también- rió- pero luego te los enseño, primero vamos almorzar- Matthew tomo a su hija en brazos y Mia lo siguió a su lado hasta el comedor.

Ahí estaba casi toda la familia. Laura, el papá de Mia, el Rey Sebastian con su esposa Lorena y sus hijos.

-Buenas tardes, Familia- dijo Matthew para hacerlos notar, todas las cabezas se giraron hacia ellos.

-Por fin regresaron- dijo Laura alegremente- ¿Cómo estuvo la luna de miel?

Mia, Matthew y Julieta tomaron asiento y  les sirvieron los platos con el almuerzo.

-Estuvo perfecto y muy romántico- les explico Mia sonriendo.

-Me alegro mucho por ustedes- comento Sebastian- lastima que tuve que irme después de la boda- expreso con tristeza.

-No hay problema, primo. Así es esto.

-Sebastian trabaja mas de lo debido- dijo su esposa no muy contenta, el ambiente se enfrío por un momento, nadie dijo nada.

-Hija, mañana me regreso- rompiendo el silencio.

-Bueno, papá te acompañare al aeropuerto, yo te agradezco mucho que te quedaras aquí a cuidar de Julieta.

-Es una de mis nietas favoritas.

-¿No te acuerdas, abuelo? Yo soy tu única nieta - dijo Julieta negando con la cabeza, todos los demás se rieron.

-Por eso lo dije- sonriendo.

-Por cierto, Mia. Llame a Madame Monique.

-¿Quién?- confundida.

-Es la profesora de etiqueta, debes aprender pronto las costumbre de una princesa.

-Mamá, deja que Mia almuerce y después hablan de eso, además mi esposa es una dama y es elegante, no necesita de esas clases- con cierta irritación.

-Si, pero unas clases demás no están mal- ignorando el comentario de su hijo- ¿verdad Mia?

-No, claro que no.

-Perfecto- sonriendo- Le diré que aceptaste.

Mia no quería esas clases, seguro serian un tormento aunque su familia tenia dinero, nunca había comido en una mesa donde hubiera mas de diez cubiertos y tantos platos de comida, también tenia que aprender cierto modales, por ejemplo que no se debe tocar a la reina madre sin su permiso, al pensar en eso se sonrojo que metida de pata, tal vez si necesitaba esas clases.

Cuando terminaron de comer, Matthew le dio los regalos a su hija como se lo había prometido, unas muñecas de porcelana que valían mucho dinero porque fueron echas a mano en el siglo 19, se las había comprado en Roma y a Bruno un lindo collar de perlas, su nombre grabado en una fina plata hacia juego con sus ojos verdes.

Los recién casados subieron a su habitación.

Matthew no perdió el tiempo y beso a su esposa.

-Me estaba volviendo loco sino te besaba- apartándole un mechón de cabello de la cara y le dio otro beso en los labios- Amo besarte, amo tocarte y amo todo de ti.

-Que romántico- soltando una risita- Me encanta que me digas esas cosas, porque yo también siento lo mismo por ti- se besaron nuevamente hasta caer en la cama pero tocaron la puerta.

Matthew apoyo la cabeza en el cuello de Mia, respiro hondo por lo enojado que estaba, Mia no aguanto se echo a reír al ver su frustración no podía ocultar lo que sobresalía de su pantalón casi se sonroja de lo que le había causado.

-No es gracioso- malhumorado, se levanto de la cama, tocándose con incomodidad la entrepierna y abrió la puerta, era Román- ¿Qué pasa?

-¿Puedo hablar con usted en privado? Es importante.

-Claro, ahora vuelvo mi amor- le dijo a Mia.

-Esta bien, iré a darme una ducha.

Mia entro al baño y lleno la bañera, quería relajarse entre las espumas, había sido una Luna de miel inolvidable, Matthew le había prometido que pronto tendría una segunda luna de miel que duraría más tiempo.

-¿Qué? ¿estas seguro?- sorprendido.

-Si- le dijo con sobriedad.

-Bueno como te dije antes no quiero que nadie se entere de esto, es un secreto entre tú y yo.

-Tú sabes que tienes mi lealtad- tuteándolo.

-Lo se, Román- dándole unas palmadas en la espalda- Gracias, nada mas confío en ti aparte de mi esposa pero ahora ella menos que menos debe saber no me gusta mentirle pero tocara por ahora.

-Lo entiendo, Alteza- volviendo a las formalidades- es mejor que lo deje descansar, te ves cansado- luego de decir eso se fue.

Matthew entro a la habitación, se quito el chaqueta, la corbata y los zapatos, decidió a reunirse con su esposa en la bañera.

-Mira quien llego- dijo Mia con una sonrisa picara- Ven te estaba esperando, mi amor.

-Después dices que soy el insaciable- los dos se rieron luego termino de desvestirse y se metió en la bañera detrás de su esposa comenzó a besarla en el cuello suavemente.

Ella sintió relajada porque ahora no tenia nada de que preocuparse.

Una Esposa Para El Príncipe (Book#2).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora