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Dias pasados...

La vista desde el puente de Brooklyn era maravillosa, ver las luces anaranjadas del atardecer reflejadas en el agua del Rio Este era increible.

Max lo habia llevado a pasear por todo Manhattan, habian caminado por el Central Park, tomado un cafe en el Rockefeller Center, y ahora se encontraban alli, en el medio del puente de Brooklyn observando el atardecer.

¿Y bien? ¿Que te ha parecido tu primer tour personalizado por Nueva York?— cuestiono Max, mientras observaba como el sol se escondia lentamente.

Ha sido increible— confeso con una sonrisa, mientras observaba el horizonte.

Me alegro ¿Y que puntaje le darias a tu guia turistico personal?—.

Se llevo una mano a la barbilla —Tal vez un 8... O un 9—.

Max lo miro, indignado —¿En serio? ¿Porque? Te lleve a pasear por todo Manhattan—.

Le sonrio abiertamente Porque si. Aun no me has mostrado lo mejor de Nueva York—.

Max se le acerco lentamente —Y ¿Que puedo hacer para que ese 8 se transforme en un 10?—.

No lo se...  Dime tú que es lo que puedes hacer— lo desafio con su mirada.

—Bien. Entonces... Cierra los ojos, ahora te mostrare lo mejor que tiene Nueva York—.

Cerro los ojos, y como si fuera una caricia, sintio los labios de Max contra los suyos. Lo beso con suavidad, como si sus labios fueran un par de petalos de rosa y Max no quisiera dañarlos.

Enredo sus dedos en aquellas hebras castañas y cuando se separaron, sonrio —¿Ahora si tengo un 10?—.

Pego su frente a la de Max —Si... Ahora si tienes un 10—.

A ese primer beso, le siguieron muchos más.

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