Dias pasados...
Se miro al espejo por ultima vez, estaba listo para salir.
Max lo habia invitado a cenar y le habia dicho que fuera vestido "para la ocasion" pero no le habia dicho el motivo, por lo que habia optado por un estilo semi elegante.
Estaba saliendo de casa cuando se topo con Sam.
—Hey Sam ¿que haces por aqui?— le sonrio, mientras cerraba la puerta de su apartamento.
—Estaba entregando unas ordenes por aqui cerca y queria pasar a saludarte, pero veo que estas saliendo ¿a donde vas?— el asiatico le devolvio la sonrisa.
—Saldre con Max, tu sabes, como todos los sabados por la noche— Sam, Max y èl se habian vuelto grandes amigos desde su llegada a Nueva York, y Sam cenaba con ellos todos los lunes.
—Oh en ese caso ¿quieres que te lleve?— ofrecio el asiatico.
Estaba a punto de responderle cuando su telefono comenzo a sonar —Espera un segundo—.
Sin mirar el visor, contesto —¿Diga?—.
—¿Dylan? Cariño, soy Susan—. la voz de Susan sonaba trémula.
Un mal presentimiento se apodero de su cuerpo —¿Si? ¿Susan que sucede?—.
Su corazon se ascelero, y sus piernas comenzaron a temblar.
Del otro lado de la linea la respiracion de Susan se ascelero —Dylan, cielo, tienes que venir al hospital Presbiteriano. Max tuvo un accidente—.
El telefono casi se le cae de las manos, sentia como si su cabeza se hubiera estrellado contra una pared de vidrio.
—Ire en seguida para alla— y colgo.
Sam se le acerco, preocupado —Dylan ¿que paso? ¿esta todo bien?—.
—Necesito que me lleves al hospital Presbiteriano, Max tuvo un accidente— como un automata, se dirigio hacia el auto de Sam.
Sus manos no dejaban de temblar a causa de los nervios.
—¿Samuel puedes ir mas rapido por favor?— una vez mas le insistio a su amigo.
—Voy tan rapido como la ley lo permite Dyl, tranquilizate, ya estamos cerca— los intentos de Sam por calmarlo, resultaron en vano y lo unico que conseguian era ponerlo aun mas nervioso .
Sam no habia terminado de detener el auto, que practicamente bajo de un salto y corrio hacia el hall de entrada.
—Necesito saber en que piso esta Maxwell Walker— le exigio a la recepcionista.
La mujer tecleo en su computadora —Acaba de ingresar al quirofano, piso 3—.
—Muchas gracias— y salio corriendo hacia los ascensores, arrastrando a Sam con èl y llevandose puestas a varias personas en el camino.
Por mas que fueran 3 pisos, el viaje en ascensor se le hizo eterno.
Ni bien las puertas se abrieron, salio casi propulsado del cubiculo y se encontro frente a frente con Susan y sus hijas.
—¿Como esta? ¿Les dijeron algo? ¿Que le paso?— las ametrallo a preguntas.
—No cielo, aun no sabemos nada. Solo que tuvo un accidente de trafico— Susan le acaricio la mejilla con suavidad.
Se sento junto a Elizabeth y Samantha, quien acunaba entre sus brazos a Lucile.
Al cabo de un rato, las puertas se abrieron y un medico salio tras ellas, se levanto de un salto y se acerco para poder escuchar lo suficiente —Lamento informarle señora Walker, las heridas de su hijo eran muy graves, hicimos todo lo que estuvo en nuestras manos pero no pudimos salvarlo—.
Y dejo de escuchar, sus oidos pitaban y sus piernas dejaron de responderle. Hubiera caido al piso de no ser por Samuel, quien lo atrapo entre sus brazos.
—No! No puede ser! No! Esta mintiendo! Èl no esta muerto!— un grito desgarrador nacio de su garganta.
Tenia que ser mentira, no podia ser cierto.
Se debatio entre los brazos de Sam, intentando soltarse, necesitaba verlo con sus propios ojos.
Estaba en tal estado de shock que ni siquiera sintio el pinchazo en su brazo y todo se volvio negro.
Desperto con el corazon latiendole desbocado, habia tenido una pesadilla en donde Max...
—¿Dylan?— vio a Sam sentado en una silla junto a su cama. Estaba una habitacion de hospital.
No habia sido un sueño.
Se levanto de la cama, y su amigo se acerco a èl —¿Donde esta?—.
—Esta en una habitacion cercana, yo te llevo. Su familia... Decidieron donar sus organos— Sam le rodeo el hombro con un brazo, sosteniendolo firmemente.
Sus piernas apenas le respondian, pero poco le importaba.
Entraron en la habitacion, y se atraganto con su propio aire cuando lo vio.
Tendido en una cama, con un respirador y una venda en la cabeza. El monitor junto a su cama, marcaba sus signos vitales, que aun tenia gracias al respirador.
Muerte cerebral. O eso al menos era lo que habia dicho el medico.
Lentamente se acerco a la cama, y acaricio su mano, parecia estar durmiendo, como si en cualquier momento fuera a despertarse.
Susan estaba al pie de la cama, de un momento a otro parecia que habia envejecido 10 años —Los dejaremos a solas—.
Las 4 mujeres abandonaron la habitacion, dejandolo solo.
Con suavidad giro su mano, dejando a la vista el tatuaje que se habia hecho Max en la muñeca. En un ataque de locura se habia tatuado la letra D.
Jadeo, abrumado, al darse cuenta que no era un equivocacion, que aquello era real y estaba pasando —Levantate! No puedes hacerme esto ahora, no puedes abandonarme asi. Prometiste que envejeceriamos juntos. Me prometiste que nunca me dejarias. Rompiste tu promesa. Y te odio por eso—.
—Pero sabes que te amo más de lo que te odio en este momento Maxi— acaricio y beso su frente con suavidad.
Se lo quedo observando lo que parecia ser una eternidad y con un largo suspiro, finalmente, salio de aquella habitacion.
Susan y Elizabeth lo observaron, como un automata se dirigio hacia Sam —Sam, llevame a casa, por favor—.
Durante el camino de regreso a su departamento no dijo ni una sola palabra.
En silencio se cambio de ropa y envuelto en una manta se acosto en el sofa.
Aquel mundo, que èl creia perfecto y colorido, que giraba a gran velocidad, se habia vuelto de color gris y estallado en mil pedazos.
Se habia detenido abruptamente, igual que la vida de Max.
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Be My Forever
RomanceSea lo que sea... Pase lo que pase... Por favor, siempre se mi para siempre... Dylan Evans sufrio mucho durante su vida, y mas aun despues de una gran perdida, pero un encuentro casual con alguien de su pasado, lograra que su mundo cambie para siemp...