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Desperto muy temprano en la mañana, el sol apenas habia salido pero el cielo ya reaplandecia en un azul celeste impresionante.

Decidio salir a correr, esa era una de las pocas cosas que odiaba hacer en Nueva York pero que amaba cuando viajaba a Los Angeles. Salir a correr. Disfrutar del aire libre y de la playa en su maxima expresion.

Le dejo una nota a Barbara, se puso los auriculares y le dio play a la musica, dejando que las canciones avanzaran de forma aleatoria.

Cada vez que corria se sentia libre, sentia que volaba.

Las veces que salia a correr por Los Angeles, primero iba por la acera y luego regresaba por la playa.

Llego corriendo hasta el Rainbow Lagoon Park, donde se detuvo un momento a apreciar el lugar.

El parque estaba practicamente vacio, solo habia un par de corredores igual que èl, era demasiado temprano para que la gente estuviera levantada pero ciertamente, el sol ya comenzaba a calentar el ambiente.

Para ser casi finales de Noviembre, Los Angeles aun mantenia su clima caluroso durante el mediodia.

Bajo a la playa e inhalo profundamente, aspirando el aroma a sal proveniente del oceano. Aquel aroma lo tranquilizaba, lo llenaba de paz interior, igual que cuando iba a Brighton Beach.

En la playa, al igual que en el parque, habia muy poca gente, comenzo a caminar lentamente junto a la orilla del mar, apreciando el agua cristalina de Alamitos Beach.

Iba distraido, apreciando la belleza del oceano pacifico y escuchando a Billy Lockett cuando le dio la impresion de que alguien lo llamaba.

Su madre siempre le habia reprochado que el uso de auriculares lo aislaban de lo que tenia a su alrededor, y mal no le venia en aquellos momentos. Aislarse de todos y olvidarse por un momento del mundo exterior.

Se quito un auricular y volteo a ver, su corazon dio un vuelco al ver quien lo estaba llamando.

—Dylan! Eres tu! ¿Como estas? Que alegria verte!— Susan Walker se le acerco con una gran sonrisa, detras de ella estaba una chica de no mas de 15 años de edad. La ya no tan pequeña Lucille.

—Susan. Lo mismo digo. Me alegra verte ¿que estas haciendo aqui?— confuso miro a aquella mujer que, a pesar de los años, no habia cambiado casi nada.

—Bueno, yo vivo aqui. Me mude a Los Angeles despues de... Bueno tu sabes ¿y tu? ¿Estas viviendo aqui tambien?— Susan le sonrio suavemente.

—No, vine de vacaciones, a visitar a una amiga— mecanicamente le devolvio la sonrisa.

—Mamá...— susurro Lucille, mientras lo observaba de reojo.

Susan miro a su hija pequeña —Lu ¿no recuerdas a Dylan? Èl era... Era el novio de Max—.

Pudo notar que a Susan le costaba decir el nombre de su hijo, le costaba nombrarlo tanto o mas que a èl.

—Si, lo recuerdo— Lucille no le quitaba la vista de encima, hasta que finalmente, en un subito movimiento, lo abrazo.

Sorprendido, se quedo alli parado, estatico, sin saber que hacer. Hasta que finalmente, algo vacilante, le devolvio el abrazo.

Lucille rompio el abrazo y se lo quedo mirando fijamente —Gracias por querer a mi hermano—.

Aquella frase hizo que se le formara un nudo en la garganta, impidiendole respirar.

—Lu, cariño ¿porque no te adelantas un poco y empiezas a preparar el desayuno? Yo voy en un segundo— Susan le hizo señas a su hija, quien comprendio que su madre necesitaba estar a solas.

Be My ForeverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora