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Dias pasados...

3 dias habian pasado desde el funeral, y en esos 3 dias no se habia movido de su lugar.

Cuando habia llegado a su casa, se habia cambiado la ropa y acostado en el sofa, con la mirada perdida en algun punto de la pared. Y alli habia permanecido 3 dias seguidos.

Sam durante todo ese tiempo no se habia despegado de su lado, era casi como si estuviera vigilandolo.

Sus padres y Barbara no habian podido conseguir un vuelo para el dia del funeral, por lo que Sam era el unico que lo habia acompañado de principio a fin.

Como un ruido lejano, escucho la puerta principal abrirse y voces en el porche.

—¿En donde esta?— distinguio la voz de su madre.

En la sala— esa era la voz de Sam, pero le resto importancia.

Podia escucharlos hablar desde donde estaba, pero no le importaba lo que dijeran.

Ya no le importaba nada, se sentia vacio, sedado. Era un muerto en vida.

Muerto. Max estaba muerto y no lo volveria a ver jamás.

Se levanto del sofa y observo a sus padres, su madre dejo la oracion a medio morir y su padre se lo quedo mirando fijamente.

Dylan, cielo. Lamentamos no haber llegado antes— su madre se le acerco, y suavemente le acaricio la mejilla.

Esta muerto. Max esta muertomusito y colapso entre los brazos de su madre.

Me quiero morir mamá! Me quiero ir con Max!!— a los gritos, sollozo, mientras su madre lo abrazaba con fuerza.

Arrodillada en el suelo, Mary lo arrullaba e intentaba consolarlo lo mejor posible.

Ella, su hermosa madre, conocia el dolor de perder a una pareja. Por lo que le habia contado, su padre biologico habia muerto meses antes de su nacimiento pero un año despues habia conocido a Edward Evans, el hombre a quien èl llamaba padre y por el cual llevaba su apellido.

Lo se cariño, se que duele, lo se— su madre lo mecia con suavidad, mientras èl, aferrado a sus brazos, sollozaba y se envolvia en la sudadera de Max como si fuera una segunda piel.

Aquella sudadera de los Lakers que èl habia detestado tanto, ahora era lo unico que tenia. Aquel pedazo de tela de algodon aun conservaba el olor de Max, su colonia Calvin Klein que tanto le encantaba.

El agotamiento y el dolor, finalmente, causaron que cayera rendido ante el sueño.

Desperto completamente desorientado, encontrandose con un par de ojos verdes que lo observaban desde el otro lado de la cama.

Barbara.

Babs habia llegado mientras èl dormia y no la habia escuchado siquiera entrar.

Su mirada lo dijo todo, las palabras sobraban entre ellos y simplemente lo abrazo, acurrucandolo contra su pecho. 

Estuvo abrazado a su mejor amiga quien sabe cuanto tiempo, hasta que escucho ruidos en el salon.

Desde su cuarto, escucho como sus padres discutian con Sam sobre llevarselo de vuelta a Grove City, ellos lo definian como llevarlo de regreso a casa, que le haria mejor estar en su hogar.

Pero Grove City ya no era mas su hogar.

Su hogar estaba alli, entre el ruido, la gente y el olor a gasolina de los automoviles.

Su hogar estaba donde estaba Max, aunque ya no estuviera vivo.

En silencio, se levanto de la cama y salio de habitacion, al verlo salir, su madre se callo subitamente.

Los observo un largo rato y nego con suavidad —Los escuche y no quiero irme de aqui. Este es mi hogar, aunque Max ya no este—.

Su madre lo observo, sin saber que decir.

Edward, su padre, se le acerco y lo abrazo. Cuando se separaron, lo observo durante un momento —Si es lo que deseas hijo, no nos oponemos. Pero ten presente que siempre puedes volver a casa con nosotros—.

Asintio, y volvio a abrazar a su padre.

Desde aquel momento, un enorme muro de cristal se levanto entre èl y el resto del mundo, adormeciendo y aislando sus emociones.

Durante 4 años habia visto al mundo desde detras de ese muro, hasta el dia en que se reencontro con Tyler.

Fue ese dia, en el momento en que cruzaron miradas, cuando aquella pared de cristal que lo aislaba de la realidad, habia comenzado a agrietarse sin que se diera cuenta.

Be My ForeverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora