Prólogo: "El Dolor del Alma"

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—¡Correr malditasea! ¡Correr!

Gritó Cesar al momento que se giraba sobre sus talones con una explosividad en los movimientos físicos propia de él. Alzó su ametralladora ligera hasta su cintura y jaló del gatillo. El arma escupió una andanada prolongada de balas que impactaron contra el muro de aquel callejón.

En una carrera frenetica pasaron a su lado, Laury, Bruno y Gamaliel. El grandulon maldijo por dentro al ver cómo una granada ingresaba al callejón. Se alejó de allí por otra calle siguiendo a su grupo mientras el explosivo cumplía con estruendo su función.

—¡Recuerdenme matar a Juliette después de ésto!—Bramó alcanzando al grupo con velocidad.

—¡Lo harás si no lo hago yo primero!—Respondió Ana.

El grupo de Mercenarios se colo por otra calle donde para su mala suerte, un grupo de comandos de los Calaveras Rojas les esperaban con los fusiles alzados. No obstante, antes de verse envueltos en un tiroteo una enorme esfera de oscuridad impactó contra una camioneta reventando la misma.

El grupo vió como una sombra saltaba entre los tejados encima de ellos. No tardaron en seguirle el paso. Lo que no lograron ver, fue la otra sombra que parecía perseguir a la primera.

El grupo corrió a todo lo que sus piernas le permitía gracias su resistencia y a la suela firme de sus botas. A esa hora de la noche, las calles de Lara son silenciosas, claramente está que la gente no se quedaría en sus hogares ante tanto estruendo.

Al salir a una calle, dos camionetas de los Calaveras Rojas se detuvieron derrapando en el extremo izquierdo de la calle. Nuevamente antes de entrar en un peligroso intercambio de balas, una esfera negra alcanzó los vehículos reventándolos. 

Entoces se giraron al extremo contrario. Allí estaba, bajo la penumbra nocturna y los débiles rayos lunares, aquella figura oscura con máscara de demonio en su mandíbula y sus ojos rojos.

Victor. O más bien, el Espectro. En realidad. Ambos.

—¡Victor! ¡Detente joder!—Gritó Cesar con el cañón abajo.

El Espectro alzó su espada corta y apuntó al grupo. La Muerte Fantasma alzó sus armas en caso de cualquier agresión.

—¡Fuera de aquí muchachos! ¡Ellos me quieren a mi!—Advirtió el Espectro.

—¡Solo te estás exponiendo!—Le gritó Laury con una molestia palpable en su voz—¡Vas a hacer que te maten!

El Espectro bajó su espada un momento, dirigió la mirada a otro punto para luego mirar a la Muerte Fantasma. En su mano se materializó la Zweihander.

—No lo entiendes... Laury... Este dolor—El Espectro se llevó la mano al pecho, estrujando la tela de su ropa—Es como si mi alma se estuviera quemando, lentamente... Cómo si mi cuerpo se muriera por dentro....

Para sorpresa de los mercenarios, desde atrás de ellos surgieron Aldrich y otra chica, una mujer joven, pelirroja. Traía una vestimenta casi deportiva e urbana negra. La pelirroja miró con cierta tristeza al joven frente a ella. Alzó su mano dispuesta a decir algo pero aquel que la acompañó, Aldrich, la detuvo.

—¡Es suficiente Victor! ¡Controlate y volvamos a casa antes de que se complique todo!

—¡No!—Rugió el Espectro con la voz más distorsionada y gruesa, como si ese rugido fuese venido del mismo Alwyrm—¡Voy a barrerlos a todos hoy mismo! ¡Acabaré con ésto ya!

Aquel rugido había echado por tierra toda la valentía con la que se había armado la joven de cabellos rojos. Pudo corroborar que las palabras de la traidora eran cada vez, de forma irónica, ciertas. Victor Pérez era un mounstro que solo vivía para matar.

El Hombre Sin Miedo (Saga: El Cazador Libro#2)."Actualizaciones Lentas""Donde viven las historias. Descúbrelo ahora