5- Aprobado

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   —Taiki, ¿pero qué estás diciendo? —Le cuestiona de inmediato su madre.

   —El Avatar murió hace una década, ¡no te atrevas a ensuciar su nombre! —Le apunta uno de los encapuchados, con todos sus compañeros coincidiendo y murmurando.

   —El niño de la mentira descarada no debería estar aquí. —dice uno de los más viejos, pero que sin embargo no es el líder. —Los demás harán de probar su valía.

   — ¡No es ninguna mentira descarada, puedo sentir a Raava en mí! —grita Taiki, que de pronto ha pasado a ser un niño de 10 años con la voz y habla de un hombre de 40.

   —Taiki, retráctate de lo que dices. Sabes cuán herido sigue el mundo tras la pérdida del Avatar Wan. —Le dice Karell, quien suspira angustiada. —Les ofrecemos disculpas, grandes señores del viento. Sé por qué de esta confusión.

   Los ancianos permanecen en silencio un momento, hasta que habla el del collar.

   —Justifica al niño, hermana.

   —Espero lo sepan disculpar, grandes maestros, pero mi hijo se ha confundido. Se ha llenado la mente con la tonta predicción hecha por mi padre el día que nació. —explica Karell, con Kudo y Kori viéndose mutuamente ya no tan seguros de apoyarla. —Él dijo que mi hijo, Taiki, se convertiría en el más grande entre los grandes nómadas aire, y es algo que sigo creyendo dada su inmensa creatividad y talento en nuestro sagrado arte, pero él ha debido de pensar que eso significaba ser algo mucho más.

   —Hm, un niño con aires de grandeza... ¿Seguros que no es maestro fuego? —dice otro de los ancianos, causando unas pocas risas secas entre sus compañeros.

   —Está bien, si no quieren aceptar lo que digo pues no lo hagan, ya se arrepentirán en cuanto mi naturaleza le dé la razón a mis instintos. —dice Taiki, aun empuñando su vara con firmeza. —Pero no sean egoístas y permítanme demostrar mi valía.

   —La grandeza individual no proviene del orgullo, sino de la capacidad. —Le dice el del collar, quitándose su capucha y mostrando su antiguo tatuaje superior, el cual es mucho más complejo que el de sus compañeros, los cuales poco a poco van quitándose sus capuchas también. — ¿Te crees merecedor de estos tatuajes, niño?

   —En realidad preferiría un estilo más simple y cercano al de mi familia. —responde el joven Taiki, con el líder alzando una ceja de curiosidad al ver el diseño que eligieron sus padres y que son mayormente vistos en el oriente. Flechas.

   —El niño se regodea de su familia y sus amigos... —dice uno de los más jóvenes de los grandes maestros, pero que ha de superar fácilmente los 50 años. —Esa es una gran sabiduría en los tiempos que corren y debemos de valorarla.

   Aquellas palabras parecen haber sido el boleto de permanencia de Taiki, pues apenas les indicaron dónde podrían acomodarse temporalmente, él estaba incluido.


. . .


   —No digo que no sería bueno, hijo, pero... ¿por qué te lanzaste con algo así? Sabes lo sensible que está siendo el mundo tras la partida del Avatar Wan. —Le dice Karell en lo que ordena unas mantas en la pequeña cabaña que les dieron a ellos y Kudo. —Si bien tú no llegaste a vivir al mismo tiempo que él, Avatar Wan era... tan legendario.

   —No es que digamos que no eres especial... —Le dice su padre, quien está sentado sobre una pequeña colchoneta. —Pero tan especial como lo fue él, y... eso que dijiste, lo de sentir a Raava en tu interior fue demasiado. El mundo ha esperado ansioso por el regreso del espíritu de la luz, pero el temor de que se haya ido para siempre es cada vez mayor, y uno no puede jugar con fuerzas tan poderosas como esas.

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