4- La maldición de Guntur

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   El León Buitre tira sus anclas a casi medio kilómetro de El Matadero, con parte de la tripulación incluidos Svikari, Bradach, Esquelético y Jakob terminando el recorrido en un par de botes salvavidas. Al llegar a las costas de la tenebrosa isla algunos se dedican a recoger algunos frutos de unos árboles, otros comienzan a talar o picar lo que sea que les sirva para nuevas armas, y por último están el capitán y su "equipo especial".

   —Muy bien caballeros, el parar en este lugar fue improvisado pero es una muy buena oportunidad para que cobre un viejo pago. —dice el capitán a Bradach, Esquelético y Jakob, dedicándole una especial mirada a este último, quien lo ignora tanto como puede. —Esquelético, Jakob, vienen conmigo. Bradach, quédate aquí a vigilar a estos.

   — ¿No puede Esquelético hacer eso? —se queja Bradach, pero una sola mirada de su abuelo basta para que cualquier malestar que tenga se disuelva inmediatamente.

   En lo que Svikari y Esquelético comienzan a adentrarse en un pequeño bosque que los llevará del otro lado de la isla principal, Bradach detiene a Jakob un momento.

   —Oye... ¿todo está bien? —Le pregunta Bradach, con Jakob no entendiendo. —Hace rato, en el bote, mi abuelo te hablaba e indicaba cosas como...

   — ¿Cómo qué? —pregunta Jakob en lo que se cruza de brazos.

   —Pues como si... como si te estuviese confiando cosas, datos, lo que sea. —dice Bradach, notándosele entonces un poco molesto por la situación.

   —Solo me comentaba el camino que haremos hasta este cobro que hará. Supongo que será desenterrar un cofre o algo así.

   —Eso es muy estereotipado para nosotros los piratas, ¿sabías? —Le dice Bradach junto a una pequeña sonrisa, aunque pronto su rostro vuelve a decaer.

   —Tranquilo, estaré bien.

   —Eso no me preocupa. —Le dice Bradach de forma cortante, con Jakob asintiendo, momento en el que el rubio le jala de la muñeca con fuerza y lo atrae hacia él, con sus rostros quedando pobremente separados. —Yo soy su sobrino, ¿sí? El sub-capitán... Y confío en ti, ¿bien? Espero que no estés queriendo aprovecharte de mi confianza.

   — ¿Qué? No, para nada, yo no quiero tu puesto ni nada tuyo.

   Por un momento Bradach duda qué decir, pero entonces una nueva sonrisa se forma en su rostro, una pícara, y es entonces que redirige la mano de Jakob a su-

   —Oye, ¿qué haces? Estamos a plena vista de t-

   — ¿Seguro que no quieres nada mío?

   —Sabes a lo que me refería.

   —Dímelo.

   — ¿Qué cosa? —pregunta Jakob, un poco aturdido por toda la situación.

   —Dime que no quieres mi puesto ni nada mío, excepto por eso. —Le indica Bradach, con Jakob ya sonrojado mientras su mano continúa en aquella área.

   —Yo... —duda Jakob, finalmente frunciendo el ceño y apretando con fuerza todo lo de Bradach, con este ni inmutándose. —No quiero tu puesto ni nada tuyo, salvo eso.

   Y tras un pequeño duelo de miradas desafiantes y cautivantes, Bradach liberó la mano de Jakob y este volvió a respirar, apresurándose en meterse en el bosque y alcanzar a Svikari. Si fuera por él se habría quedado allí con Bradach, pero si quiere seguir con este jugueteo confianzudo que tiene con él deberá hacer lo que se le ordenó.

   

   —Entonces... no está del todo seguro. —dice Jakob.

   —Por supuesto que no. No he estado aquí en décadas. Con suerte y ya no está, pero si sí está entonces necesitaré más que esta vieja espada para acabar con él.

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