5- El dragón blanco

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   Saliendo de debajo de las sábanas, Jakob se aferra al cuerpo desnudo de Bradach, quien se halla recostado en el centro de la cama del camarote del capitán.

   Su camarote.

   —Entonces el sujeto lo empujó con algo así como que aire control y... ¿y ya?

   —Creí que no íbamos a hablar de la muerte de tu abuelo mientras estuviésemos desnudos en la misma cama. —murmura Jakob, hundiendo su rostro en su abdomen.

   —Lo sé, pero es que quiero terminar de entender todo... y bueno, es gracias a que murió que estamos aquí. —responde Bradach, con Jakob asintiendo a medias.

   —Todo el capítulo en sí fue un poco confuso, como que mucha información en poco tiempo, algunos giros raros... Lo sentí apresurado, pero ya pasó.

   —Sí...

   —Ya estamos en otro plano. —dice Jakob, manteniendo su mirada fija en la nada. —O al menos eso es lo que planeo lograr hoy.

   — ¿Mm?

   —Hoy quiero cruzar de plano, Bradach.

   — ¿No fue lo que gritaste anoche cuando te hice mío tras saber que eras un maestro?

   —Jajaja, no, no... Me refiero a, de veras, ir a otro plano. En concreto, del plano físico en el que estamos, al plano espiritual.

   — ¿Qué tiene de malo el plano físico? Aquí puedo hacerte mío.

   —El encuentro con Guntur me hizo pensar en mucho. Es decir... originalmente quería estar un año lejos de todas mis responsabilidades, pero ahora que ya estoy tan lejos de los Sabios del Fuego y no parece que vayan a venir a por mí, siento que puedo hacer lo que quiera, y eso sería ir y entrenar con los señores del viento. El aire control es el elemento de la libertad, pero sé que debo dominar también mi aspecto espiritual.

   —Sí, creo que te haría bien eso. —comenta Bradach, con Jakob torciendo levemente su cabeza hacia él, extrañado. —Todos en algún punto debemos explorar nuestro lado espiritual, para así encontrarnos con nosotros mismos y ser lo más plenos posibles.

   — ¿Eso en serio lo dijiste tú?

   —Hey, siento cierta desconfianza moral hacia mi persona.

   —Te aseguro que no tiene nada que ver con que seas el nieto de un infame pirata. —Le dice Jakob, sonriendo mientras alza su cabeza y le deja un beso en su mejilla.

   De pronto tocan fuerte a la puerta y no pasan más de treinta segundos para cuando Bradach ya está abriendo la puerta, con Jakob permaneciendo tras esta misma.

   —Capitán, lamento informarle que otros tres marineros han decidido abandonarnos en cuanto lleguemos al próximo puerto. —dice el gran Yipo.

   —Mm, entiendo, lo acepto... Ya son siete en dos puertos. —dice Bradach, cruzándose de brazos y suspirando. — ¿Crees que el número vaya a más?

   —No lo creo, señor. La mayoría en la tripulación son ratas colibrí que no tienen otro sitio al cual ir. O deben mucho dinero o son perseguidos por la ley.

   —Y... ¿crees que eso podría originar un motín?

   —Como dije señor, la mayoría están aquí por necesidad, no por lealtad ni nada por el estilo. No les importa quién mande siempre y cuando tengan dónde dormir y qué comer. —dice Yipo, con Bradach asintiendo. —Ahora señor, no quisiera importunar con esto, ¿pero ya ha considerado qué sucederá con... eh... con Jakob?

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