2- Polizón

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   Ha contado al menos tres horas desde que subió al barco. Al existir la posibilidad de que los Sabios del Fuego, dada su relación estrecha que tienen con el Jefe de Ember, pudieran ir y detener el barco por sospechar que él estuviese ahí, Jakob decidió esperar un poco de tiempo y asegurarse de que se alejen lo suficiente del puerto.

   Algo con lo que Jakob no contaba, sin embargo, era con la idea de pasar tanto tiempo metido en una cápsula pequeña y acalorada como lo era el almacén de aquel barco, lo cual sumado a los vaivenes del barco por estar ya navegando lo volvían un infierno que no tardó mucho en darle náuseas. Expulsó todo lo que debía en algunos cascos que halló, desechándolos por los lanza-balas de hierro de los laterales. Con suerte y esos cascos de infantería prehistóricos no serían necesarios en ningún momento...

   Ya no veía el Sol ni por las ventanillas que daban al Este ni las que daban al Oeste, por lo que solo le quedaba algo por suponer: se hallaba en lo más alto. Era mediodía. En cualquier momento podrían aparecer los marineros para buscar comida o lo que fuera y él no estaba muy bien escondido que digamos, así que debía salir antes de que alguien lo hiciera salir. Como pudo, entonces, Jakob se levantó de detrás de unas bolsas de patatas que habían sido su intento de escondite todo ese tiempo y se dirigió hacia la puerta principal, momento en la que esta se abrió y le dejó conmocionado.

   Por el pasillo de la embarcación venía un joven envuelto en un traje sofisticado color azul marino con algunas incrustaciones celestinas que fácilmente podían ser diamantes. Su cabellera rubia cubría toda su cabeza y parcialmente un poco de su rostro, con su piel siendo blanca pero no como la suya, que parecía de papel. Para terminar, tenía una mirada fría pero cautivadora del mismo color de su uniforme. Al ver a Jakob se detuvo en seco, sin embargo eso no le hizo perder ni la compostura ni soltó ningún gesto.

   Jakob, por su lado, se contuvo todo lo que pudo de soltar el más mínimo grito o lo que fuera. Frente a él tenía al joven más atractivo y peculiar que haya visto en toda su vida. No parecía cualquier marinero o empleado del barco, sino el propio dueño de este.

   —Hm... —dice entonces el recién llegado, posando su mano bajo su barbilla y viendo fijamente a Jakob mientras piensa algunas cosas. — ¿Mi abuelo deberá castigarte por haber querido hurtar algo de comida o por haberte infiltrado en su expedición?

   —T-tú... ¿abuelo? —pregunta Jakob, quedándose embobado por completo.

   —Sí, mi abuelo, el capitán. —le responde el rubio, cruzándose de brazos con molestia. Es entonces cuando Jakob ve apenas cómo bajo su saco no lleva absolutamente nada. Puede observar su piel desnuda, sus pectorales y- — ¿Qué tanto miras, polizón?

   —Eh, eh ¡nada, nada! Y... n-no soy polizón. —se defiende Jakob, sonrojado.

   — ¿Ah no?

   —No.

   — ¿Y entonces qué eres?

   —Eh... ¿Si digo chico cuenta? —pregunta Jakob, con el otro sujeto viéndole con el ceño levemente fruncido y que termina por disolverse para dar paso a una sonrisa.

   —Hm, solo por eso evitaré que te tiren por la plancha. —Le responde el rubio, con Jakob estando desde ya súper agradecido. —Ahora, ¿vienes?

   — ¿A dónde? —pregunta Jakob, igualmente asustado de qué pueda pasar ahora.

   No era exactamente el inicio que se esperaba con la embarcación, pero aquel joven de atuendo ostentoso y mirada cautivadora le ha dado cierta confianza.

   —Pues... a menos que quieras quedarte aquí y que alguien más te atrape y suponga que estás intentando robar como el polizón que eres, ven. —Le dice el rubio, sonriendo un poco más. —Créeme, no te agradará si el gran Yipo te atrapa.

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