En sus sueños aparecía Taiki. Alzaba la mirada, y ahora sí veía a Alec oculto. Ambos querían lo mismo, pero no se dejaría conmover por "lo que el mundo esperaba de ella".
Toda su vida había sido preparada para cumplir con una sola misión, y no dejaría que nada se interpusiera entre ella y entre los que le quitaron a su madre cuando nació. En el momento en el que ni siquiera había abierto los ojos...
Ahora Neimeth no solo tenía bien abiertos sus ojos, sino que además veía hacia el frente con decisión e ira.
Era la mañana siguiente al fin del invierno, por lo que las más grandes conjeturas heladas comenzaban a flaquear ante la entrada leve, pero sólida, de la primavera.
Aquella estación se presentaba en un modo distinto que en otras partes del mundo. La nieve no se iba y en las noches las fuertes ventiscas seguían golpeándote con ganas de arrancarle el alma, pero al menos el agua estancada no se hacía hielo cada dos por tres y dado eso surgían los que, a ojos de los Mayarth, eran una bendición. Los géiseres.
Los géiseres habían sido siempre un bien preciado para las cuatro tribus más grandes de la región, y los Mayarth siempre habían ostentado la mayor cantidad. Se decía que últimamente los Dorak habían hallado algunas más, pero que sus ubicaciones estaban comprometidas y tal parece que estaban en disputa con los Yutek y los Aiskrim.
Estando frente a una de las fuentes subterráneas más ricas en géiseres, Neimeth se permite un momento para estar en completo silencio. Nunca fue alguien que se rodeara de tranquilidad o cosas así, pero esta vez sí que la necesitaba, y mucho más después de lo que vivió ayer cuando, sin saber cómo, vio a Raava en aquel pasillo.
Los recuerdos de todo ello siguen siendo muy confusos, y eso que apenas ha dormido desde entonces. Por más que quiera, la mente de Neimeth ya no es suya. Ha ido siendo carcomida por todo lo que ha ido sabiendo y todo lo que le ha ido pasando. En parte se siente como si los eventos sucedieran y ella lo estuviese viendo todo desde fuera.
— ¿Sabes? —oye de repente, exaltándose y provocando que uno de los géiseres detrás de ella explote, al mismo tiempo que ella se prepara para atacar a... Alec.
—Ugh, tienes que dejar de hacer eso o buscaré el modo de dañarte en ese estado. —Le dice Neimeth al espíritu de Alec, en lo que este se acerca levitando hasta ella.
—Hm... luces abatida. —Le dice él, analizándola un poco con su mirada. —Ya sé lo que está pasándote. ¡Finalmente estás conectándote a Raava!
— ¿Eh? Raava... —reacciona Neimeth, cambiando su actitud molesta por una más serena. — ¿Qué sabes de Raava? ¿Qué o quién es?
—Raava es tu espíritu interno. Es el espíritu de la luz, y el espíritu del Avatar.
—Anoche la vi. —dice Neimeth, ahora siendo ella quien lo sorprende a él.
—Eso es... imposible.
— ¿Qué? ¿Por qué?
—Bueno, porque Raava está DENTRO de ti. Fusionada a ti, así como lo estuvo para los avatares Wan y Taiki. —Le dice Alec, con Neimeth no entendiendo. —Hm, sin duda necesitas una breve lección de historia espiritual y todo eso.
—Sí, necesito lecciones de muchas cosas, ¿pero te importa esperar? Antes tengo que ir a lidiar con los asesinos de mi madre. —Le dice Neimeth, estirándose un poco.
—Oh, te dije que puedo ayudarte con ello y-
—Sí, pero no gracias. Confiaré en lo que mi familia ha descubierto con el paso de los años. Luego de eso podremos discutir todo el asunto de Avatar y tal.
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LEYENDAS AVATAR
FanfictionDescubre qué hizo tan grande al Avatar y a las Cuatro Naciones. Conoce aquí las leyendas de Taiki, Neimeth, Isek y Jakob, los primeros 4 avatares post Wan. © Todos los derechos de las culturas y el mundo en el que se habita pertenecen a Michael Dant...