6- Tatuajes

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   Terminando de acomodar unos recipientes de regreso a sus estanterías, Gene toma las dos sustancias, una anaranjada y otra verde, y las guarda en una caja que sella con presión de sus propios poderes, de tal modo que solo un maestro aire podría volver a abrirla y, más importante aún, el contenido no sufriría daños durante el viaje.

   —Muy bien, aquí están, y adjunté la receta. —dice el anciano, girándose hacia una mesa en la que Yeth se halla sentado esperando. —Probablemente no halles el mismo fruto allá en las montañas del Sur, pero escribí una variante que servirá bien.

   —Muchas gracias, gran maestro. Se lo agradezco, en nombre de mi padre.

   —Recuerde, que los sorbos sean en proporción a las ampollas. —Le dice Gene, con el joven asintiendo y poniéndose en pie. —En serio lamento que su padre se encuentre en esta posición. Le conocí, y siempre fue un chico lleno de vida y alegría.

   —Sí, mi hermano y yo también le vimos ser así por muchos años, hasta que bueno... pasó esto. —dice Yeth, sin saber que Patic les ha estado oyendo desde hace un par de minutos detrás de la puerta. —Espero que mejore, porque si no-

   —Seguro que sí lo hará. Ten fe. —Le dice Gene. —A menos que creas que... bueno, no lo hará. —suma, con Yeth ladeando apenas la cabeza. Patic, desde su escondite, no entiende tampoco lo que el anciano quiso decir. —Ya sabes. Las medicinas son útiles, claro, pero los instintos de un hombre son infalibles. Tenlos siempre en cuenta.

   —Eh, g-gracias, gran maestro. —responde Yeth, bastante indeciso.

   Tras cumplir con una reverencia el anciano se retira, con Yeth tomando con sus dos manos la caja y saliendo de aquel pequeño invernadero que se halla oculto en uno de los laterales de la alta montaña principal. Patic logra no ser visto, pero sigue en sigilo a su hermano hacia donde sea que vaya, y resulta ir hasta donde están los bisontes...

   —Muy bien Tork, sé que no te preparé antes y, bueno, no le avisé a nadie, pero espero que estés listo para esto. —Le dice Yeth, sacando de entre unos arbustos un bolso de viaje y guardando allí la caja compresa. —Debemos irnos antes de que-

   — ¿Irte? ¿A dónde? —decide interrumpir Patic al ya haber oído suficiente.

   — ¡Hermano! —reacciona Yeth, con el menor por apenas unos minutos avanzando e inspeccionándolo todo. —No deberías estar aquí. ¿No tocaban las pruebas de Kori? Ella estaba muy ansiosa por conseguir sus tatuajes. Deberías ir a apoyarla.

   — ¿Y qué, permitir que te escapes? —Le cuestiona Patic, ya molesto.

   —No estaba escapando, ugh. Yo... tengo que llevar algo a, a un sitio.

   — ¿Es lo de papá? —Le pregunta Patic, ahora sí que dejando a Yeth sin habla. —Sí lo es, ¿cierto? —vuelve a preguntar, y el silencio del mayor lo deja todo expuesto.

   —Escucha, Pat, no es la gran cosa ¿sí? Planeaba hacer un viaje rápido y volver aquí en un par de días. —dice Yeth, pero Patic ya está de brazos cruzados esperando por más explicaciones, las cuales sinceramente no tiene. —No es la gran-

   — ¿Y qué era todo eso de los instintos?

   — ¿Qué?

   —Lo que tú y el anciano Gene hablaron. Que debías confiar en tus instintos, y que al parecer estos te estaban marcando algo que... algo que las medicinas no. —dice Patic, costándole un poco eso último en lo que un par de lágrimas cubren sus ojos grisáceos.

   —No es para tanto Pat, en serio, s-solo... me conoces, y sabes lo paranoico que soy.

   —Pero tú nunca eres paranoico solo por serlo, Yeth. Siempre tienes argumentos por los cuales demostrar paranoia. —Le dice Patic, cada vez más inseguro. — ¿Los tienes esta vez? —pregunta, con el silencio reinando. —Hermano, ¿qué me ocultas?

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