Capítulo 41: Creo que debes irte.

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Me desperté por culpa del sol que entraba por la ventana, como aquella última vez.
Deslicé mi mano por la sábana, buscando el cuerpo de Jungkook aún sin abrir los ojos pero no estaba. Hice una mueca y los abrí, para confirmar que estaba sola en la cama. Me senté y froté mis ojos con cansancio, mirando por el gran ventanal de enfrente.

-¿Jungkook?-dije, con el pelo todo revuelto sin dejar de frotarme los ojos.

Nadie respondió.
Miré hacia abajo y recordé que anoche me había puesto una camiseta negra básica de él que, por cierto, aún desprendía el olor de su perfume. La olí y sonreí lentamente, para luego mirar a la puerta, esperando que apareciese.

-Jungkook, ¿dónde estás?-dije con voz de dormida.

Seguía sin responder.
Me levanté de la cama con un suspiro y salí, no sin antes mirarme al espejo y arreglar un poco mi desastroso pelo. La casa era enorme y yo aún no había investigado ni la mitad de ella, así que me dispuse a indagar por los pasillos.
Habían varias habitaciones de invitados, las cuales parecían no usarse en mucho tiempo a pesar de permanecer aún limpias y recogidas. Caminé hasta la última puerta y entré sigilosamente.

-¿Un despacho?-pregunté en voz alta, aún sabiendo que no había nadie más conmigo en aquella sala.

Parecía una oficina.
Una de esas oficinas que tienen los empresarios para hacer el trabajo desde casa. Me acerqué a la mesa principal, deslizando mis dedos sobre la madera y fijándome en cada detalle. Tenía varios papeles sobre el escritorio, lo cual me sorprendió, ya que nunca solía llevarse contratos o documentos a casa.
Arreglé algunos papeles que estaban desordenados, supongo que por la manía de tenerlos siempre bien colocados en el trabajo. Traté de organizar todo de la mejor manera, sin entrometerme en que era todo aquel montón de papeles, hasta que me interrumpió de un susto.

-¿Qué haces?-dijo Jungkook de repente, apoyado en el umbral de la puerta, con el pelo mojado, ondulado y revuelto.

-¡Jefe!-dije asustada.-Quiero decir, Jungkook...-respondí avergonzada.-...no estaba haciendo nada, es solo que... vi estos papeles mal colocados y quise... ayudar.-dije casi en voz baja lo último con timidez.

Me puso nerviosa.
No se si se trataba de la manera en la que me miraba mientras permanecía apoyado en el umbral de brazos cruzados, porque su pelo estaba revuelto y mojado o porque llevaba puesta una camiseta básica blanca que le quedaba increíblemente bien.

-¿Te he dado permiso para entrar aquí?-dijo, aumentando mis nervios el triple.

-No...-respondí con aún más timidez por su atenta mirada.

-Entonces no vuelvas a hacerlo, ¿vale?-dijo, sin dejar de mirarme pero sin enfadarse del todo.

-Solo quería ver...-dije, haciendo contacto visual con él, dándome cuenta de que no iba a funcionar si trataba de explicarme.-...está bien.-asentí, sin decir nada más.

Noté una pequeña sonrisa de él.

-Ven aquí.-dijo.

Me acerqué lentamente, sin saber que haría.
Coloqué un mechón de pelo detrás de mi oreja nerviosa hasta que me acerqué completamente y me abrazó. Deslicé mis manos alrededor de su cintura y el me rodeó con sus brazos al igual.

-¿Estás mejor?-preguntó y supo que se refería a lo de ayer.

-Sí, supongo.-dije, alejándome un poco para mirarle de cerca.-Tan solo no quiero volver a verle, por favor.-dije, mirándole directamente a los ojos con algo de inseguridad.

-No va a pasarte nada más. No pienso volver a dejarte sola.-respondió él, sin dejar de mirarme.

-Fue culpa mía, tú no me dejaste sola, yo no debería haberme alejado de ti.-dije, con razón.

being my boss. [J.JK] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora