Capítulo 34: Dímelo ahora.

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Nos subimos a su coche.
Ni siquiera quería mirarle a la cara. Las heridas aún derramaban algunas gotas de sangre aunque por suerte no era mucho. Miraba por la ventanilla, como si tratase de querer olvidar lo sucedido.

-¿Por qué viniste?-dijo él, rompiendo el silencio.

-¿Debería haber dejado que te pegaras con él?-dije, mirándole por fin.

-No es de tu incumbencia lo que suceda entre él y yo. No deberías haberte metido.-dijo, en un tono neutral.

-Genial, es decir, ¿voy a ayudarte y encima me dices que no tendría que haberlo hecho? La próxima vez dejaré que te destroce la cara, si eso es lo que quieres.-dije molesta por su reacción.

Él no respondió.
Sabía que en el fondo yo tenía razón, incluso si no quería aceptarlo. De hecho, no podía hacer otra cosa, me asustaba el hecho de que pudiesen hacerle daño y me asustaba verlo involucrado en una pelea.
Jungkook no despegaba la vista de la carretera. Le miré por unos minutos, observando al detalle cada una de sus facciones, como siempre.

-Te dije que no merecía la pena seguir perdiendo el tiempo en él, pero veo que no te importó.-dije, de forma inesperada.

-T/n, no sabes siquiera quién es él. Será mejor que dejes de darme lecciones sobre que hacer cuando desconoces la historia.-dijo él, pero en un tono tranquilo.

-Solo quiero que deje de hacerte daño.-dije, con tristeza y sinceridad.

Él me miró con una sonrisa rápidamente, para luego seguir viendo a la carretera.

-Eres tan inocente.-dijo, aún con esa sonrisa.

De pronto, el coche frenó.
Miré por la ventanilla del coche y estábamos delante de una casa enorme. De verdad, jamas había estado en una casa tan grande puesto que mi familia siempre fue muy humilde y nunca tuvimos siquiera dinero suficiente para tener una casa relativamente grande. Mis ojos brillaban y juro que no era por las farolas.

-Antes de entrar, ¿puedo saber para que querías venir a mi casa?-dijo Jungkook, pero ni siquiera le presté atención.

Salí del coche y me paré frente a la puerta principal.
Había un jardín enorme a la entrada y la puerta tenía varias luces que la iluminaban.
Noté los pasos de él acercándose desde atrás, adelantándome para abrir la puerta y posteriormente invitándome a entrar. Entré con lentitud, nerviosa al darme cuenta de que estaba en la casa de mi jefe.
La decoración era moderna, habían muchas ventanas grandes por donde entraría mucha luz en el día. Casi toda la casa era blanca con algún que otro toque negro o de color madera.
Noté las manos de Jungkook en mi cintura, llevándome al sofá con rapidez sin dejarme apreciar el resto de la casa.

-En estos momentos no se si te gusto más yo o mi casa.-dijo, mientras se quitaba la chaqueta que traía.

-Bueno, la casa no se pelea con gente.-dije, soltándole una indirecta con una sonrisa.

Él me miró algo molesto pero con una sonrisa.

-Siéntate y dime dónde está el baño, traeré algo para curarte las heridas.-dije, quitándome el abrigo con su atenta mirada encima.

Me indicó el lugar donde estaba y fui a coger lo necesario.
El baño era igual de grande que mi casa y, como no, también era blanco, como el resto de decorados de la casa. Una vez tenía todo, me dirigí al salón de nuevo.
Él ya estaba sentado, esperándome.

-Creo que con esto servirá.-dije, mirando lo que traía y sentándome a su lado.

-Solo haz que dejen de sangrar, eso será suficiente.-dijo él, cogiendo un papel para limpiarse.

Cogí una gasa y puse un poco de cicatrizante.
Lo doble para que no fuera excesivamente grande a la hora de limpiar la herida y me acerqué más a él. Agarré su cara, para que se quedara mirándome fijamente.

-Es una posición un poco incómoda para limpiar una herida así que...-dije, hasta que me interrumpió.

Noté sus manos en mi cintura, agarrándome y sentándome sobre él.
Mis piernas quedaron a los lados de las suyas y quedé completamente encima de sus muslos, justo en frente. Él sonrió al tenerme encima y cerró sus ojos, esperando que yo solo comenzara a curarle. Le miré durante unos segundos con una pequeña risita al ver su reacción.

-Eres idiota.-dije, aún con esa pequeña risa.

-No sabía que se sentiría tan bien tenerte encima.-dijo, sin abrir los ojos.

-¡Hey!-dije dándole en el hombro, haciéndole reír.

Ahora sí, comencé a curarle.
Puse la gasa sobre la herida y escuché un quejido de su parte.

-¿Duele mucho?-dije, apartando la gasa de la herida.

-Demasiado.-dijo, sin más, con cara de sufrimiento.

-Necesito que me dejes hacerlo.-dije, mirándole con una sonrisa al ver su cara.

Soltó un suspiro y me dejó seguir.
Sabía que no era agradable poner un cicatrizante encima de una herida abierta, pero era lo único que podía hacer para que se cerrara en cuanto antes así que tenía que aguantar.
Sus manos estaban puestas en los costados de mis piernas y nuestras caras estaban muy cerca.

-¿Qué hacías en Itaewon?-preguntó, de repente.

-Salir a comer.-dije, sin dejar de curarle.

-¿Con quién?-volvió a preguntar con curiosidad.

-Con un amigo.-dije, provocándole.

De repente, abrió los ojos y me miró fijamente.
Le miré con una sonrisa, por algún motivo sabía que esa era la reacción que iba a tener y fue por eso por lo que lo hice.

-¿Un amigo? ¿En Itaewon?-dijo, apretando mis muslos con suavidad para darme un toque de atención.

Solté una pequeña risa y alejé un poco nuestras caras ya que había terminado de curarle.
Dejé las cosas a un lado y le miré de brazos cruzados, aún sonriendo. Sus manos permanecían en mis muslos y su mirada desafiante no se separaba de la mía.

-Es mentira, ¿verdad?-dijo él, tratando de autoconvencerse.

-No, de hecho estuvimos a punto de...-dije y antes de que pudiese continuar, me interrumpió.

Noté como se acercó rápidamente y me besó.
Sus manos viajaron alrededor de mi cuello, sosteniéndome para besarme más cómodamente. Yo sujeté su camiseta por los costados, apretándola y queriendo pegarle más cerca de mi.
Mordí su labio inferior, esta vez era yo. Noté su sonrisa, pues no esperaba que fuese yo la que lo hiciera.

-Como sigas haciendo eso, vas a terminar en mi cama.-dijo en un susurro.

Le mordí de nuevo y él no tardó en ponerse de pie, sujetándome en brazos.
Enredé mis piernas alrededor de su cintura, sin dejar de besarle. Subió las escaleras y entró en una habitación con un ventanal enorme y una cama grande y blanca.
Me bajó al suelo y ambos quedamos de pie.

-Si quieres que pare, dímelo ahora, luego no lo haré.-dijo, mirándome con nuestras frentes pegadas.

being my boss. [J.JK] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora