Capítulo 3

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Analicé mis opciones. Podía:

a) Negarles todo, de cualquier manera no sabía cómo se habían enterado.

b) Hacerles frente y preguntarles cómo se habían enterado, lo cual me delataría.

Opté por la opción a), era bastante más segura.

-¿De qué hablan? –Pregunté inocentemente.

-Hablo de que un chico Michael llamó desde tu celular, que curiosamente estaba en una casa de fraternidad –Prácticamente chilló mi madre.

Mierda. Solo eso para decir.

-¿Tienes algo que decir? –Insistió mi padre. ¿Podía seguir negándolo?

-Sí, fui a una fiesta –Solté un largo suspiro. Mi madre palideció, parecía que estuviera a punto de desmayarse.

-Alexandra, vete –Dijo mi padre, estaba tenso, muy tenso –Vete a tu habitación o algo. Tu madre y yo tenemos que hablar.

Asentí, me levanté y subí las escaleras a mi habitación. Estaba frustrada. ¿Cómo podía haber sido tan idiota? Además había revisado varias veces para asegurarme de tener todo.

Comencé a divagar sobre cómo podrían castigarme, era más que obvio que lo harían.

Creo que me había dormido cuando escuché que me llamaban, así que volví al living, donde mi padre seguía en la misma posición que estaba cuando me fui, y mi madre tenía los ojos rojos y la cara hinchada. Mi madre fue la que empezó a hablar:

-Sabes, Alexandra, que no me molestó que fueras a la fiesta –Solté un bufido. Quiero que me digan mi castigo y ya, no un sermón –lo que me molestó fue que nos mintieras.

-Yo no les mentí –No sé cómo me dio la cara para decir eso –Yo dije que iría a estudiar a lo de Chloe, y eso hicimos –Volví a mentir. Por suerte esto no tenían manera de confirmarlo.

-Bien –Suspiró mi madre –cambio mis palabras, lo que nos molestó fue que nos lo ocultaras.

-No había manera de que me dejaran ir si lo hubiera hecho –Dije encogiéndome de hombros.

-¡Ni siquiera intentaste! –Chilló mi madre. Mi padre permanecía en silencio, esperando el momento justo para intervenir. Volví a encogerme de hombros.

-¿Hay algo más que quieras contarnos? –Ahora sí, mi padre atacó. No sé qué más sabían.

-No.

-¿Entonces este chico Michael estaba mintiendo cuando dijo que dormiste con él, y que casualmente despertó desnudo? –Me tocó a mí palidecer. No quería que mis padres se enteraran, ni siquiera yo estaba a gusto con haber dormido con ese chico.

-Yo… -Comencé a hablar, pero no había nada que decir.

-Alexandra, ¿es verdad? –Preguntó mi madre, en sus ojos estaba la esperanza que yo dijera que no.

-Sí, lo es –Respondí con firmeza. No quería parecer débil frente a ellos.

-Eres una perra –Soltó mi padre.

-¿Perdón? –Dije más que indignada.

-Que eres una jodida perra. ¿Sabes qué es lo peor? Que tu madre y yo te dijimos muchas veces que no te entregaras así como así.

Volví a analizar mis opciones:

a) Abalanzarme sobre mi padre y arrancarle el pelo

b) Salir corriendo y encerrarme en mi cuarto

c) Decirles que ya lo había hecho con cinco chicos en estos últimos dos meses.

-¿Ah, sí? ¡Pues se ve que mamá y tú no hicieron un buen trabajo, porque no fue mi primera vez!

Me levanté y caminé firmemente a la escalera, dejándolos con la palabra en la boca, y permitiendo las lágrimas salir una vez que estuve en mi habitación.

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