Luz eres...

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La Villa.

El sol ha salido mientras que la noche se ha dormido en la Villa. Algunos Guardianes empezaban a mejorar la zona al reemplazar las maderas viejas, o alimentando a los animales.
  Paulina necesitaba prepararse para su expedición al bosque junto a Oscar, esta necesitaba componer su cabello.

  --¿Cómo has dormi...? —el Hechicero se quedó sin palabras al ver a Paulina viéndose en un espejo roto—. Espero no extrañes tu cabello largo.

—Ya crecerá... eso dijo Raquel —habló al terminar de usar su daga para emparejar su cabello. Miró al hechicero a través del reflejo—. He dormido bien. ¿Estás listo? Hawthorne dijo que tiene algunas piezas de armaduras.

—Justo venía por tí para buscar dichas piezas.

La joven Hechicera terminó su corte y alistó bien su ropaje.
   Hawthorne guardaba armaduras y armas en distintos cofres de la Villa.

La exploradora llegó junto a los Hechiceros quienes se colocaban las piezas. —Hemos contactado con la Radio. Todos están evacuando el planeta, el destino de muchos es Titán; es donde se encuentra el comandante Zavala.

—Gracias por la información —habló el Hechicero al colocarse una pechera—, pero necesitamos ir a ese fragmento.

—Como ustedes quieran —lanzó dos pistolas comunes a los Hechiceros—. ¿Han visto a todos los sobrevivientes de aquí? No he perdido a ni uno —aclaró con el ceño fruncido—. No quiero que sean los primeros. Pueden usar la nave que pillaron.

El ataque de la Legión Roja ha dejado una gran marca en la humanidad, casi a la altura del Colapso: algunos decían que este era el segundo Colapso.
Los Cabal seguían dominando en la Última Ciudad y era imposible volver a reclamarla. Mientras tanto, su emperador Ghaul mantenía toda su atención en el Viajero y el método de extraer la Luz para manifestarla en él.

El emperador creyó que secuestrando al Orador —el único ser que decía poder hablar con el Viajero—, pero esto fue inútil. El Orador confesó ante Ghaul que hablaba en el nombre del Viajero, pero el Viajero nunca le hablaba.

  El paradero de los mentores era desconocido. El único que pudo contactar fue Zavala, quien se encontraba en una Luna de Saturno: Titán. Su plan era reunir a los Guardianes restantes, pero necesitaba a Cayde e Ikora para tener un plan.

Debes caer para contraatacar, y te debes herir para molestarte. Aquellos Hechiceros estaban heridos y caídos; su valentía los llevó hasta la zona del bosque más accesible para la nave.
  Los rayos del Sol eran casi nulos dentro del bosque debido a los abundantes y enormes árboles, por lo que la Oscuridad sí rodeaba al fragmento. Paulina empuñaba una vieja escopeta al salir de la nave se mantuvo en alerta pues ambos eran vulnerables a las amenazas cercanas. 

—¿Dónde está tu Última Palabra? —preguntó Oscar al salir de la nave.

—La tengo enfundada —respondió al bajar el arma. Ambos notaron la sensación de ser observados—. El problema es que solo tengo siete tiros.

—El siete es el número de la suerte —sonrió ligeramente—. Andando, aún nos queda camino.

Los Guardianes acompañados de sus espectros emprendieron la caminata hasta el lugar del fragmento.
  La zona era invadida por un gran silencio alrededor, poca fauna podía ser vista mientras que la sensación no desaparecía; algo los estaban acechando.

Katia y Kelly.

Las Cazadoras no la han pasado del todo bien durante el tiempo sin la Luz, ni forma de volver a su hogar. Han sobrevivido con frutos generados en la naturaleza de Venus, mientras que evitan toda amenaza posible debido a la incapacitación de Katia.

Ambas tuvieron que pasar días refugiados en una Academia: Kelly se encargaba de salir en búsqueda de alimento, mientras Katia intentaba aprender cosas nuevas de los libros.

Kelly no contaba con un incidente que le esperaba. La puerta principal de la Academia estaba abierta cuando ella regresó.  —¡Katia! —exclamó apresurada a llegar hacia la sala donde estaba su amiga.


Su preocupación terminó al verla sentada con un libro en sus manos. —¿Qué ocurre? ¿Por qué tan apresurada? —preguntó al verla agitada. Esta vió una silueta acechando a la espalda de Kelly, sus movimientos eran rápidos y no se podía distinguir entre las sombras. —No te muevas.

—¿Qué? —las palabras la confundieron. Katia desplazó su mano hasta tomar una de sus dagas.

Rápidamente arrojó la daga hacia las sombras, y un pequeño quejido se escuchó. —Alguien más está aquí. Toma cobertura —ordenó mientras tomaba su arma—. ¡Ah, mierda! Sería más eficaz si tuviera mi otra pierna.

Un disparo impactó en el hombro derecho de Katia, haciendole perder su arma. Kelly respondió el fuego hacia la zona donde vino el disparo, pero ningún tiro acertó.

El espectro de Katia salió a flote para curar pero fue un gran error. Un disparo preciso lo destruyó, los fragmentos de la carcasa salieron esparcidos. Katia intentó levantarse y apoyó su arma sobre la mesa a la espera del objetivo.

Recibió un segundo impacto en su arma, dejándola inútil. Hasta que un tercer impacto la dejó gravemente herida y la tumbó al suelo.

—¡Mierda! ¡Katia, reacciona! —los gritos de Kelly eran cada vez más desesperantes—. ¡Sabía que era mala idea! ¡Espectro, haz algo!

—Kelly... yo... lo siento —respondió—. El único capaz de ayudarla era el espectro de ella. No hay nada que pueda hacer...

—Kelly... tranquila. Levántate y pelea —habló entre dolor—. Mi destino acabó, el tuyo todavía no.

Las Cazadoras habían sido atacadas por un ser misterioso a la distancia. Varios disparos impactaron en Katia, y otro impacto destruyó al espectro de ella.

Katia intentó resistir pero fue inútil, solo decidió morir junto a su fiel compañera y cazadora. Aquel atacante no disparó contra Kelly, y aquellos disparos se detuvieron cuando Katia yacía en el suelo.

—Lo... siento, Katia —una voz suspiró mientras apretaba su fusil—. Era la mejor opción.
Aquella silueta huyó del lugar después de realizar su objetivo, dejando a una triste y desolada Kelly en medio de una Academia.

Kelly colocó el cuerpo de su amiga en una mesa rodeada de viejos libros. —Te prometo que encontraré a nuestro equipo —tomó y arrancó el collar de Katia: su inicial—. Descansa, querida amiga.

La Cazadora verificó la zona, y ya no había nadie más; solo un rastro de sangrado proveniente de la daga hirió al atacante.

Su espectro sobrevoló sus hombros al mantenerse alerta alrededor. —¿A dónde... iremos? —sus sensores no funcionaban correctamente y no marcaban amenazas cercanas.

—Debemos encontrar al resto, y averiguar qué ocurrió con la Luz —respondió. Empezó a recolectar los fragmentos del espectro de Katia, y los colocó sobre su cadáver. Secó sus lágrimas y colocó nuevamente su casco para salir en busca de volver a la Tierra.

Destiny: Guardianes.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora