Vergüenza. Eso era lo que sentía en ese momento y no quería apartar los ojos de aquel amplio escritorio,posiblemente sacado de una tienda de antigüedades o heredado de su familia de inmigrantes europeos. El nombre sobre esa tabla reluciente lo gritaba "Brown".El señor Brown, fue quien leyó el borrador de mi libro que tuve la osadía de enviar a esa editorial. Digo osadia,pero más bien fue una estupidez. Yo no sirvo para escribir y el motivo no es precisamente la falta de talento,sino la secuela de un triste episodio de mi vida.
El señor Brown me mira desde el otro lado del escritorio y vuelve sus ojos celestes,tras esas gafas redondas,al monitor de su computadora. Lleva leyendo esas páginas de mi escrito,casi un cuarto de hora y yo he examinado su oficina unas tres veces tratando de relajarme.
-Bueno-exclama al fin de esa espera que disminuyó mi relevancia y acentuó la suya-es una buena historia. Original y no hay mucho de esto,en estos días. Además has sabido darle el toque comercial justo. Un buen trabajo, sin embargo,tiene muchas mmmm falencias en el lenguaje. Nada que no podamos arreglar, con una corrección de estilo y mejorando su estructura.
Me quedé oyendo su discurso y no sonaba mal,excepto por la parte en que me habló de hacerlo más atractivo para el público. Fue en ese punto que mi ya devaluda moral de escritora, cayó a mis tobillos. Después de eso pasó por un punto mucho más sensible para mi;el de la ortografía,gramática y demás. ¿como una chica de mi edad puede disculparse de eso? Bueno es aquí donde entra esa secuela y le conté del asunto. Ese hombre de rostro cuadrado,con ese aspecto de catedrático inflexible, me escucho y se quitó las gafas para ponerlas sobre el escritorio. Yo no me sentí muy cómoda hablando de eso,menos bajo la evaluación silenciosa de aquel individuo. Mis nervios me traicionaron trabando mi lengua y sonrojandome a más no poder.
-entiendo-fue todo lo que me dijo después de mi explicación.
Yo no tenía intenciones de entibiar su corazón. Pocas veces he explicado este problema en mi memoria visual,generalmente a mis maestros de instituto y uno que otro amigo. El señor Brown, se mostró comprensivo,pero debido a mi resistencia a los cambios,nuestra charla término pronto y de forma estéril a la que esa frase de: "la llamaremos" estaba fuera de lugar.
Deje ese edificio,en el centro de la ciudad,y me dirigí a casa en el metro. Unos cuarenta minutos después estaba en mi tranquila morada. En la paz de mi habitación,reflexione en cómo se me fue a ocurrir enviar ese borrador tan miserable a una editorial. Se que había tenido algunos buenos resultados en páginas y revistas literarias de interne,pero una cosa es eso y otra enfrentarte a verdaderos expertos en literatura. Claro que estos están más dado a lo comercial,pues publican casi cualquier cosa,sin embargo,aun quedan editoriales con criterios más estrictos y pensé que esa era una de ellas.
Me olvidé del asunto por esa tarde y a la mañana siguiente me despertó una llamada telefónica. Era temprano y no entendí muy bien,por suerte el señor Brown fue paciente conmigo. Me dijo que me había hecho una cita con un "Ghostwriter",una persona a quien se le paga para escribir a nombre de otra,generalmente un autor famoso,un político (los discursos),etc.
Lo que me proponía el señor Brown,me indigno y furiosa me dirigí al café donde ese sujeto me estaba esperando. No fue una buena idea irme sin comer,pues poco antes de llegar al lugar mis piernas casi se doblan y mi mano derecha comenzó a temblar. Mi azúcar descendió y por esos síntomas debía tener una glucemia inferior a 80. Pegue la espalda a la pared y busque algún un caramelo en mi chaqueta. Siempre guardo caramelos en mi chaqueta,pero no encontré ninguno. Mi vista se nublo,pero distingui a una persona y le hablé para pedirle ayuda. Me ignoró,mas entonces alguien me ofreció un vaso con café.
-tiene azúcar y crema-me dijo una voz masculina-adelante,yo no lo probé-agrego.
Acepte el café y bebí a prisa. Mi lengua se quemó,pero no me importó. Lentamente comencé a recuperar los sentidos y cuando lo hice ví a un hombre joven de pie a mi lado. Iba bien vestido y tenía una sonrisa gentil en los labios,llevaba un libro y un portafolios en la mano. Su cabello y ojos tenían un común poco común,ni hablar de su singular tono de piel. No había visto a alguien así hasta entonces.
-¿ya se siente mejor?-me pregunto y asinti con la cabeza-me alegro. Puedo hacerle una pregunta ¿es usted,Belén la autora de "Quimera"?
-asi es-le respondí en voz baja y note que él,veia su celular.
-encantado de conocerla,soy el corrector de libros que el señor Brown,envio-me dijo y extendió su mano hacia mí.