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Si, él era por mucho el mejor humano — Además de su humano —.

Era agradable, carismático y un amor de persona con los híbridos. Tenía una personalidad única y divertida, siempre les hacía reír, tenía de aura que atraía a cualquiera. Se desenvolvia fácil en el entorno y cualquiera deseaba ser su amigo, a pesar de que a veces se apenaba, siempre lograba atraer a los demás con esa sonrisa increíble.

Sí, ese era el Jeon Jungkook que Jimin recordaba.

Habían pasado años sin verse, y lo último que habían sabido de él era que se iría a París para estudiar su carrera universitaria. Taehyung había deducido que se quedaría ahí por el resto de su vida, pero ahora estaba aquí, a un costado de ellos dentro de Corea del Sur.

Jimin pensaba que Taehyung era muy evidente, que los humanos no sabían coquetear realmente a pesar de ser la única especie que lo hacía, bueno, hasta antes de existir los híbridos. Jimin podía notar a kilómetros como Taehyung se acomodaba el pelo, buscaba palabras y movía sus mano constantemente al hablar, y eso no era muy común en él, pero Jungkook parecía ser un torpe que no podía leer que su amo estaba nervioso y posiblemente, sentía mariposas en el estómago por hablarle.

Un crush. Así lo llamaba Taehyung. Pero Jimin no comprendía del todo ese término, porque los híbridos no tenían tal cosa como esa. Si te gustaba ibas, y si no, no.

— Creí que te quedarías en París a trabajar y todo eso... — Taehyung hablaba mientras todos caminaban en el pasillo de frutas y verduras dentro del supermercado ecológico.

Jungkook había aceptado acompañarles, debido a que tenía tanto tiempo sin ver a Taehyung que no podía solo saludarlo e irse, además de que no tenía nada en particular que realizar aquella tarde cálida de otoño.

— Ese era el plan, pero he regresado por asuntos de mis abuelos. Me ha contestado una agencia de ventas y la paga es aún mejor que en París, ¿Puedes creerlo?

Jimin meneaba la cola de un lado al otro, Jungkook estaba acariciando la parte superior de su lomo, cerca del cuello, delicioso. Nada había cambiado, a excepción del tamaño en las manos de Jungkook, pero a Jimin le seguían encantando sus caricias.

Jimin no era un gato cualquiera. Él no dejaba que le acariciaran con facilidad, no por nada peinaba su cabello diario en los rayos del sol. Pero Jungkook no era tampoco una persona cualquiera. Él era agradable, a Jimin le agradaba, y por ello dejaba que le tomara en brazos y lo mimára.

Jimin dormito unos segundos, mientras su amo y el respectivo crush de su amo terminaban por realizar las compras para el día siguiente. Era día de pancakes, el mejor de la semana.

Cuando terminaron, Jungkook se ofrecio a acompañarles a casa. No estaba lejos, y Taehyung llevaba un par de bolsas extra que ayudo a cargar. Jimin hubiera dado lo que fuera por permanecer en brazos, pero el plan de su amo era que caminara.

Adoraba los elogios, Jimin amaba que le dijeran lo bonito que era su pelo, lo suaves que eran sus patas, lo largo de sus bigotes o la forma bonita de sus orejas. También le gustaba que le elogiáran su manera de caminar, como movía sus caderas y su cola se ondeaba en aire.

Eso pasaba realmente seguido cuando salían de casa, y lo disfrutaba. Ser deseado pero no tocado era su pasión.

— Gracias por acompañarnos, Kookie. ¿Aún te llaman Kookie? — Taehyung agradecía en la puerta enorme del edificio, sosteniendo las bolsas y la correa de Jimin.

— Mi abuela lo hace. — De seguro estaba enamorado de su sonrisa, porque Jungkook sonreía muy bien.

— ¿Te parece si te escribo y nos vemos en la semana? — Jimin levanto las orejas al escucharle. ¿Qué acababa de decir? Taehyung está a decidido a coquetearle.

❝ 𝐈 𝑴𝑬𝑶𝑾 𝐲𝐨𝐮  ❞ ʸᵒᵒⁿᵐⁱⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora