35. Líder

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Pues ya estaba yo preparada para abrir fuego, cuando va el Líder y se quita la capucha. Sorpresa de las gordas la que me llevé al descubrir los rizos negros de Mel, su piel tostada y su sonrisa triunfante. Y más sorpresa me llevé al descubrir, detrás de ella, a Cass.

"¿Por qué todo tiene que ser tan complicado?" me pregunté... Y sin poder retener las palabras en mi boca solté:

—¡¿Pero qué está pasando aquí?! —grité más bien, porque todo aquello me parecía absurdo: ¿Cómo iba a ser mi amiga la que estaba organizando todo eso de la Amargura? Entonces me acordé de que se trataba de Mel...

—¿Cómo que qué está pasando aquí...? ¡Vamos a llevar a cabo mi magnífico plan! Vamos, ¿no has asistido a todas las otras reuniones o qué? —preguntó ella, lanzando un fuerte suspiro de exasperación.

Yo me arranqué la careta con la mano, en esos momentos yo ya no pensaba ni nada. Es que estaba bastante cabreada con Mel: no solo por todo el mal que estaba causando en el pueblo, sino también porque había arrastrado a la dulce e inocente Cass a ese rollo. ¡Pero si incluso le había afectado la Amargura! Eran todos buenos motivos para estar más que cabreada.

—Oh... ¡¡Fani!! ¿Eres una de mis seguidoras? —preguntó Mel con una sonrisa en la boca, entre tanto yo me subía al escenario —. ¿Por qué no me lo habías dicho, boba?

—Qué seguidora ni qué coño bendito... ¿Se puede saber qué estás haciendo? —le pregunté.

Mel enarcó una ceja.

—¿Entonces no eres una seguidora mía?

—¡Qué voy a ser una seguidora tuya, idiota! Estoy aquí para pararte los pies, no puedo permitir que estés soltando Amargura por ahí...

—Es necesario. Gracias a ella soy capaz de juntar un montón de energía. La suficiente como para poder leer el Gran Hechizo de mi libro —dijo, con una sonrisa en la cara, mostrando un libro que se títulaba "Mil y un hechizos para hechizar".

—¿Tú sabes que la Amargura afectó a Cass? —le pregunté, cortándole el rollo.

Mel abrió los ojos y miró a la pequeña Cass.

—¿Eso es cierto?

—Yo... no sé... bueno... me sentí un poco mal... ¡Pero ahora estoy bien! —dijo Cass con cara de confusión.

Mel se volvió en mi dirección, con la sonrisa de nuevo en la cara.

—Está bien, no hay que preocuparse.

—¡Porque yo la salvé! ¿Sabes lo que les pasa a la gente afectada por la Amargura? —pregunté, aún tenía en la mano mi pistola, pero no me veía con fuerzas suficientes para utilizarla.

Para mí era imposible, tenía que haber otra manera para solucionar aquel problema pero ¿cuál era la solución?

—No lo sé, y prefiero no saberlo. Mira que si es que se mueren... ¡Hasta me sentiría culpable! Y no puedo permitirme cargar con eso... pero te digo que merece la pena. ¡Es un hechizo brutal!

—Ya... ¿Y que hace este hechizo tan maravilloso? —le pregunté, hastiada. Con Mel no se podía negociar...

—Es un portal a otro mundo. Brutal, ¿no? Si te digo la verdad, estoy un poco aburrida de este mundo. ¡No hay nada nuevo que descubrir! Quiero visitar mundos, mundos alejados de este, mundos fantásticos, mundos maravillosos. Y con este hechizo, lo podré hacer. ¿Por qué no te vienes conmigo?

Miré el libro para luego fijarme en Mel: la pena es que estaba un poco como una cabra.

—Tú estás loca... —dije yo.

—Puede ser... Pero loca o no, yo me voy a ir de aquí sí o sí.

—No si yo puedo impedirlo —dije yo y levanté la mano en la que llevaba la pistola.

Una sonrisa malvada surgió en la cara de Mel.

—Vaya, vaya... ¿Acaso vas a dispararme? —me preguntó.

No tenía intención de hacerlo, ella seguía siendo mi amiga. ¡Pero tampoco es que se lo fuera a decir!

—¡Sí que lo haré! —exclamé, con toda la decisión del mundo, esperando que esta sirviera para ocultar mi miedo —. Lo haré si tú no dejas ese plan a un lado, vamos... Volvamos a nuestra vida normal, ¿no ha sido ya demasiada locura?

—Es una idea tentadora, pero tengo una idea mejor... ¿Por qué no nos vamos todas a ese nuevo mundo? ¡Seguro que es genial!

No quería marcharme de mi país, como para irme a otro mundo estaba yo. Además ya había subido al cielo y lo único genial de allí era Emma. Lo que teníamos que hacer era volver a la normalidad de una vez por todas.

—¡Por la gente que estás convirtiendo en personas grises! —le grité.

—¿Personas grises? ¿Tiene algo que ver con la Amargura? Bah, déjalo... No me interesa, ¿entiendes? Es un... pequeño sacrificio por un bien mayor —me dijo ella y yo no me podía creer que fuera tan zorra y tan egoísta. Miré a Cass, no me podía creer que alguien tan dulce estuviera metida en ese lío por gusto propio.

—¿Tú estás de acuerdo con todo esto? —le pregunté y ella se quedó descolocada.

—Yo... yo... —balbuceó con su boquita de piñón.

—¡Estás hablando conmigo! —gritó Mel como una leona —. No puedo entender porque no ves la fabulosa oportunidad que te estoy ofreciendo. ¿De verdad crees que puedes convencerme de que no me vaya a ese mundo distinto? Estoy aburrida, aburrida, aburrida... ¡Aburrida! ¡Y quiero divertirme! ¿Por qué no lo entiendes?

La cara de Mel se transformó: ya no parecía mi amiga de siempre, era otra cosa y una que no me gustaba demasiado. ¿O quizás era su verdadero ser?

Estaba tan impresionada que mi dedo apretó sin querer el gatillo del revólver y pasó lo que suele pasar en este tipo de situaciones: la bala salió directa hacia mi amiga. No era lo que quería hacer, yo no quería matarla... no quería convertirme en una asesina.

Por fortuna, no es que tuviera demasiada buena puntería. A mí, las armas, eran una cosa que nunca me llamaron demasiado. Pues eso, la bala le paso como a cien metros de distancia y Mel me miró con cara de completa y absoluta incredulidad.

—¿De verdad has hecho lo que creo que has hecho? —me preguntó, con un susurro y yo tragué saliva: lo había hecho, pero había sido un poco como un accidente.

—Yo... el dedo se me resbaló —dije y la pistola cayó de mi mano, no quería tener nada que ver con ella.

¡Nunca más! Las armas son malas, un arma casi acaba con mi vida y no iba a permitir que una acabara con la vida de una amiga mía. Aunque dicha amiga estuviera súper chiflada.

—Sí, claro... ¡Claro! ¡Te vas a enterar ahora! —gritó Mel y entonces el libro, flotando por encima de sus dedos, comenzó a brillar de una forma siniestra —. Tengo Amargura suficiente como para leer un pequeño hechizo antes del grande, así aprenderás a meterte conmigo.

Yo tragué saliva: ¿Por qué las cosas nunca me salían como quería que me salieran? ¡Yo solo quería acostarme con Kevin! ¿Por qué todo había acabado de aquella manera? No tuve tiempo de analizar nada porque la boca de Mel se movía de forma rápida y de entre sus labios salía un idioma muy raro que no era americano... podía ser portugués o italiano. ¡Qué sé yo, que a mí la única lengua que se me daba bien es la de mi país!

Entonces, la realidad se abrió en una grieta y de esta salió un tentáculo enorme que antes de que diera cuenta me dio un buen porrazo en el estómago y salí volando.


 ✅ La Diablesa del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora