Bianca
Después de lo del vestuario, habíamos vuelto a la normalidad de vernos poco. Por las tardes, Nacha se estaba llevando a Thiago con cualquier excusa fuera de casa.
Un día fue a hacer compras, otro a hacer trámites, otro a que la acompañara a ver cortinas nuevas para el comedor... y así. Una más ridícula que la otra, y aunque el chico ya se había dado cuenta de lo que estaba haciendo, no la enfrentaba porque pretendía que le devolviera por fin el celular y aflojara un poco con el castigo.
Nosotros seguíamos viéndonos en la escuela, y aprovechábamos los recreos para pasar el rato juntos. Me hacía pensar en lo diferente que esta situación estaba siendo, comparada con otras relaciones que había tenido en la vida.
Con Marcos si había algo que nos había mantenido juntos era lo físico... Y los otros chicos, sí, también. Más de lo mismo.
Eran meses de sexo, en donde apenas conocía a la persona y apenas si conversaba de verdad. Creo que ninguno nunca supo que tenía problemas con mi padre, o conoció realmente a Amalia. ¿Para qué? Las cosas estaban claras desde un principio, y no le había dado demasiadas vueltas al asunto.
Ahora con Thiago era todo lo contrario. Desde un comienzo había existido atracción, eso no puedo negarlo, pero si era por la cantidad de veces que habíamos realmente estado juntos...
Bueno, no eran muchas, y esto era algo a lo que definitivamente no estaba acostumbrada.
Miré con frustración mi cuaderno de dibujo y lo estampé contra la pared sin ganas de hacer nada.
Esa tarde en particular, no tenía nada que hacer ni dónde ir. La idiota de Catalina había cancelado los planes que teníamos de ir nuevamente al estudio de Homero para que terminara de hacerle el tatuaje, para salir con el bobo de mi ex, así que estaba molesta.
Molesta porque contaba con esa distracción para pasar el día haciendo algo que realmente me gustaba, y molesta porque era una boluda, que no había escuchado mi consejo... Y sabía que iba a salir lastimada.
Tampoco podía salir a pasear, porque existía el riesgo de encontrármelos por ahí, y no tenía nada de ganas de verlo. No después de la última vez.
Bajé a la cocina para buscar un vaso con agua y me crucé con Amalia que estaba cocinando algunas comidas para meterlas al freezer. Milanesas de pollo... – miré sorprendida.
—Te estoy haciendo tus preferidas. – dijo alegre y la miré con desconfianza. —Esta noche viene a buscarme Samuel y me voy a quedar en su casa después de mi turno en el bar.
—Ok... – dije sin entender por qué me daba tanta información.
—Mañana temprano queremos ir a ver locales, para lo de la peluquería canina. ¿Querés venir?
Ya me parecía que tenía que haber una razón para que quisiera tenerme contenta. Otra vez con esta locura de darle dinero al vago de su novio. ¿Es que no se daba cuenta de nada?
—Amalia, de verdad a veces no sé si es ingenuidad o pura estupidez lo tuyo. – resoplé y me miró ofendida. —Ese muerto de hambre, nos va a dejar sin un peso apenas tenga el local a su nombre, no seas boba.
—En eso te equivocas. – se puso las manos en la cadera. —Vos no lo conoces, y me da lástima porque él te tiene en muy buen concepto.
—Me imagino. – comenté poniendo los ojos en blanco.
—Es cierto. – dijo, muy digna. —Es más, ya tiene pensado que vos podrías ser la que atiende en recepción mientras él le corta el pelo a los perritos y yo administro...
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1 - Perdón por las mariposas
Teen FictionBianca tiene una vida difícil, de la que ya está aburrida. Cree en el amor, y le gustan los chicos malos que no siempre la trataron tan bien. Thiago es un chico de buena familia, clase media-alta, que vive para jugar al fútbol. Dulce, considerado y...