Capítulo 35

516 81 32
                                        


Después de dar vueltas por todas las mesas y de revisar el contenido de todas las bandejas que por ahí se paseaban, por fin había podido dar con algo que era medianamente comestible. Unos bocaditos con palta y algo rosa que no me animé a preguntar qué era, pero estaba bastante bueno. O tal vez era yo, que después del encuentro en el bosquecito con Thiago, me sentía de mejor humor.

Recordé con una sonrisa torcida su mano tocándome allí, tan cerca de todos, pero a escondidas. Uf. Él que parecía tan correcto, tan perfecto, tan en sintonía con este acartonado lugar... resultaba que también sabía cómo divertirse.

Negué con la cabeza y tomé de mi copa, agradeciendo la frescura de la bebida burbujeante, porque el día se estaba poniendo infernalmente... caliente.

Esa sí era yo, definitivamente.


Estaba ahí, sin meterme con nadie, alejándome de los problemas, cuando escuché mi nombre y el de mi vecino. Nacha, la madre de Lucía y la chica, estaban cuchicheando sin saber que yo estaba a unos pasos de ellas. Un centro de mesa lleno de flores me tapaba, y estaban tan entusiasmadas despellejándome, que claro, nunca se hubieran dado cuenta.

—Es que esa chica no pertenece a estos círculos, Nacha

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Es que esa chica no pertenece a estos círculos, Nacha. – le decía la otra señora. —No podes permitir que arruine la reputación de tu familia en el Club. Vos sabes que la gente acá habla, y no van a dudar en revocarles la membresía.

—¿Después de todo el dinero que mi marido les ayudó a ganar el año pasado? No creo que sean tan atrevidos. – respondió muy seria. —De todas maneras sé perfectamente a lo que te referís... Pero está con Thiago. No podemos prohibirle que...

—Sí que pueden. – interrumpió la tilinga de Lucía. —Son sus padres, pueden prohibirle que la vea, es por su bien. – puso carita de lástima. —Y esto ni siquiera lo digo por mí, que claro que me duele que él ya no quiera estar conmigo...– bajó la cabeza, la muy teatrera. —Pero es que a vos y a Oscar los adoro, siempre se portaron tan bien con toda mi familia, que odiaría ver que algo los perjudica.

—Qué divina, Luci. – le sonrió Nacha. —Pero no tenes que preocuparte. Oscar ya va a entrar en razón, y Bianca, bueno, sí, es una chica con problemas, pero...

—Problemas que le va a pegar a Thiagui. – dijo la idiota. —Me contó que se había metido en líos en la escuela ya varias veces, y hasta había tenido un aplazo. ¡Un aplazo! ¡Thiago! – dijo en tono dramático. —Él que nunca se sacó menos de un ocho.

—Un aplazo, Nacha, a esto no lo sabía. – dijo la otra mujer, en tono preocupado. —Esto es mucho más grave de lo que me imaginaba.

—Está un poco distraído, pero no... – empezó a decir Nacha, pero eran dos contra una, y no la dejaban meter ni un bocadillo.

—Sabes cómo terminan estas cosas. – dijo la otra, alzando una ceja con suspicacia. —¿Vos misma no nos contabas que la vida de esta chica era un infierno, hija de una madre adolescente y alcohólica?

1 - Perdón por las mariposasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora