Capítulo 30

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—Bianca. – escuché que susurraban en mi oído. Un beso suave en mi mejilla y una caricia que hacía mi cabello hacia un lado, con mimo.

Mi cama se hundió en un costado y de a poco comencé a abrir los ojos. Confundida, quise hacer foco, pero todo lo que veía era oscuridad, sin embargo sabía perfectamente quién estaba conmigo.

Su perfume, venía de darse una ducha... Esa era su loción, la reconocía.

—¿Cómo entraste? – pregunté con la voz ronca.

—Por la ventana. – contestó Thiago y volvió a dejar un beso, esta vez en mi frente, mientras me abrazaba. —La dejaste abierta.

—Pensé que tenías planes con Lucía. – dije, dándole la espalda.

—Me tengo que ir dentro de media hora, pero quería verte antes. – me acurrucó entre sus brazos.

—Y venís a sacarte las ganas a escondidas con la impresentable de tu vecina, hasta que tengas que irte por ahí con la nena buena de Lucía y su familia. – no sé por qué dije eso, lo juro, pero me salió. —Tu viejo debe estar feliz de verte con ella. ¿no?

Thiago se quedó muy quieto y luego me giró para que lo mirara. Ahora que mis ojos se habían acostumbrado a la luz de la habitación, podía verlo mejor, y su gesto era de todo menos alegre.

—Vengo a verte porque desde el fin de semana que tengo ganas de estar así con vos, y no pudimos. – contestó, frunciendo el ceño.

—¿No pudimos? No pudiste, yo sí podía. – me encogí de hombros. —Vos mismo cambiaste de planes cuando estábamos por vernos.

—No me quedó otra, cayeron de sorpresa. – explicó y me sentí una estúpida. No quería hacer este papel de celosa.

—Me da igual, Thiago. – lo interrumpí. —Si tantas ganas tenías de verme, podrías haber esperado a que todos se durmieran y te hubieras cruzado como hiciste recién. – reproché. —Pero no, claro. Tenías muchas cosas que hablar con tu ex hasta la madrugada, ya me contó.

—¿Cómo te contó? ¿Cuándo la conociste? – preguntó confundido.

—Hoy en el entrenamiento. – contesté de mala gana. —La saludé y me dijo que quería arreglarse con vos, y que le habías dicho lo importante que era para vos.

—No tenía idea de que te habías quedado en el entrenamiento. – dijo sorprendido. —Ella no me dijo nada después.

—¿Qué te va a decir si piensa que conoció a una más de tus amigas? – me reí por lo bajo.

—Lucía sabe perfectamente que vos no sos una más de mis amigas. – me interrumpió. —Yo le conté lo que pasaba entre nosotros, y sabe que... Sabe que salimos.

El corazón se me aceleró con torpeza al pensar que había estado a punto de decir mucho más de lo que había dicho.

—Entonces o es muy buena actriz y dijo todo eso a propósito para que yo le arrancara el pelo, o... – empecé a decir.

—¿O qué? – me miró sin entender.

—O cree que realmente tiene chances de volver con vos. – me senté en la cama y me separé de él, con brusquedad. —Algo tenés que haber hecho para que crea que seguís enganchado con ella.

—¿Eh? – casi chilló. —Nada que ver. – se quejó. —Anoche hablamos hasta muy tarde, es verdad, pero no dijimos nada de volver. Es más, me pasé dos horas explicándole que me gustaba alguien más...

—¿Ah, sí? – lo increpé, furiosa. —¿Eso antes o después de decirle que no querías perderla?

Thiago se me quedó mirando con la boca abierta antes de contestar.

1 - Perdón por las mariposasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora