Capítulo 48

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Bianca

Después de aquel día, ya no nos escondíamos. Supongo que en barrio ya todos sabían que estábamos juntos... Había pescado a varias de mis vecinas chisimosas negar con la cabeza con decepción, cuando nos paseábamos por ahí de la mano. Esperaban más del chico nuevo, pero bueno...

La hija diabólica de Amalia ya lo había atrapado, y ahora era solo cuestión de tiempo para que lo arruinara con su mala influencia. ¡Ja!

Ni Marcos ni sus amigos se habían vuelto a aparecer por casa, pero igual yo evitaba pasar cerca de la suya o de los lugares en donde sabía que solía reunirse. Era un idiota, pero no lo veía capaz de incumplir la restricción perimetral que le habían puesto. Sabía que se lo habían llevado detenido, pero con lo bien que funciona la justicia, a los dos días estaba fuera por falta de pruebas. Al parecer mi cara cortada, no les había bastado a los oficiales...

Thiago insistía en acompañarme a todas partes, y aunque valoraba la intención que había detrás de ese gesto, bien sabía que odiaba que me vieran como a alguien débil a la que tenía que proteger.

Nacha se había mostrado muy amable conmigo y había querido seguir el proceso de la denuncia más de cerca, buscándome un abogado de esos importantes con los que se codeaba, pero yo le agradecí y le dije que no era necesario.

Oscar, en cambio, lejos de mostrarse empático por lo que me había pasado, me miraba con el mismo asco con el que lo había hecho siempre, cada vez que nos cruzábamos.

Esa tarde, era la primera vez que volvía a casa de Thiago desde que nos habían descubierto, y me sentía incomodísima. Aclaro que no estábamos haciendo nada raro. Solo habíamos vuelto de la escuela y nos habíamos puesto a estudiar.

Teníamos mucha tarea pendiente, y lo último que él necesitaba eran más aplazos.

—Tengo que sacarme dos nueves. – dijo, calculando mentalmente el promedio de las materias que tenía desaprobadas. —Nunca había tenido que preocuparme por llegar a diciembre con buenas notas.

—Bueno, si te sirve de consuelo... yo no apruebo ni con cinco dieces. – me encogí de hombros. No es que fuera una burra, la verdad es que no se me daban mal las materias, pero con todo lo que había ocurrido ese año, algunas faltas y ausencias por mal comportamiento... Bueno, había descuidado las notas. —Lo aprobamos en coloquios. – solucioné, despreocupada.

—Nunca me había llevado una materia. – contestó contrariado, con las dos manos en su frente, despeinándose de manera adorable.

Me acerqué a él y con una sonrisa, le besé la punta de la nariz.

—Para todo hay una primera vez. – él se rio y adelantando su cabeza, atrapó mis labios, para besarme también. Mordí su boca con posesión y me moví para sentarme en su regazo. Habíamos estado los dos sentados en el suelo frente a nuestros libros, pero ahora, estos se desparramaban sin cuidado, siendo pateados a cualquier lado.

Sus manos buscaron inmediatamente la piel debajo de mi camiseta, acariciando mi cintura y las mías fueron a su cabello para aferrarme a él en un beso profundo.

—¿Ya viste que no salió todo mal y lo nuestro no se fue a la mierda como decías? – preguntó con una sonrisa torcida, mientras besaba también mi cuello.

—Llevamos un par de días. – contesté con una risa. —En cualquier momento alguno puede cagarla. – dije y me miró pensativo.

—Espero que no. – dijo antes de darme un beso pequeño en la nariz como el que le había dado yo antes. —Porque me haría muy mal que esto se acabara. – agregó sin poder evitarlo.

1 - Perdón por las mariposasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora