Tsukino Ruri no puede aceptar los finales dados por la escritora Koyoharu Gotouge, expresando siempre su descontento. Un día normal de feria, un idiota grosero, todo parece estar bien más terminan envueltos en un gran accidente
El despertar en un m...
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Los días tranquilos y hogareños se seguían disfrutando en la familia Rengoku. Hoy era algo diferente pues Kyojuro era el encargado de cuidar a sus hijos en la ausencia de su esposa, quien había partido en compañía de Shinobu a visitar a Oyakata-sama. A decir verdad extrañaba a su esposa y se sentía intranquilo al no poder saber como estaría, sin embargo debía confiar en que tanto su esposa como la ex-pilar de insecto eran mujeres que podían defenderse sin ningún problema.
— Padre, ¿te sientes intranquilo? —inquirió una voz infantil a sus espaldas, haciendo que Kyojuro volteara en dirección a su segundo hijo
— ¡Eijurō! ¿qué sucede? —cuestionó con sumo interés, sin embargo el pequeño solo le observaba fijamente con sus profundos ojos verdes.
Kyojuro amaba profundamente a su hijos, pero únicamente Eijurō había heredado el color de ojos de su esposa, mientras Rumi su pequeña el color de su cabello, de ahí sus hijos eran tan parecidos a él que a veces le costaba creerlo, siendo que una parte de él deseaba en silencio que sus pequeños hubieran heredado más características de Ruri.
— A mi no me sucede nada padre, más bien parece que el que está sufriendo es usted —soltó en respuesta Eijurō a lo que Kyojuro sintió temblar su expresión por unos instantes.
El segundo de sus hijos, Eijurō a pesar de tener ocho años actualmente el pequeño era bastante perspicaz y claro, Kyojuro entendía perfectamente el "porque" su hijo era así, aunque la idea no le preocupó sino que más bien le alegró un triste recuerdo de su memoria que ocurrió hace ya casi once años.
— ¡Es posible! —se permitió confesar sin darle muchas vueltas, pues él siempre era sincero con sus pequeños— Tu madre salió muy temprano junto a Ko.- Tomioka...
— En resumen extrañas mucho a madre —resumió el menor causando cierto desconcierto en su progenitor— es seguro que madre también te extraña y esté preocupada porque toques la cocina —añadió al recordar que las habilidades culinarias de su padre no eran precisamente las mejores
— ¡Supongo que es inevitable! ¡después de todo ya llevamos once años de casados!
— Padre, así como dijo el tío Senjuro, el amor que es real realmente existe ¿no?
— ¿Amor real? —cuestionó Kyojuro con sumo interés
— Uno que no se termina, y traspasa las barreras del tiempo —añadió Eijurō al recordar parte del cuento
— ¡Ya veo! ¡bueno ciertamente yo amo mucho a tu madre! —respondió Kyojuro con gran orgullo a lo que Eijurō asintió totalmente de acuerdo— supongo que cada forma de amar de alguien es diferente, pero Ruri... siento que ambos fuimos destinados por eso, no importa cuantas vidas pasen definitivamente volvería a conocerla y amarla
— Si, su amor es real a diferencia del de la señora del pueblo que echo a su esposo de casa por serle infiel con la señora de las verduras
