ONE & ONLY [Tom Hardy Fanfic]

DIECIOCHO

Marisa se sentó en el sillón de la habitación, Angus tomó asiento junto a ella y sujetó las piernas de la chica para colocarlas sobre su regazo, le quitó los zapatos y comenzó a masajear sus pies. Marisa no había dicho una sola palabra, estaba seria y en su rostro se reflejaba la molestia, bajó bruscamente los pies y se acomodó en su asiento tratando de alejarse de Angus.

-Ni creas que con un masaje de pies vas a contentarme, Angus. – dijo Marisa con fastidio.

-¡Lo sé! – respondió él – Sólo estaba tratando de que estuvieras cómoda y un poco relajada. – murmuró – Imaginé que estabas cansada y...

-¡Estoy molesta! – gritó Marisa – Muy molesta contigo, pero estoy más molesta con tu amigo Owen. – exclamó - ¡Es un imbécil! – dijo la chica - ¡Es un estúpido! – murmuró – El termino tarado le queda corto.

-¡Tranquila! – exclamó Angus y se acercó a la joven para volver a tomar sus pies y continuar con el masaje. Marisa lanzó un suspiró y cerró los ojos, para disfrutar de las caricias de Angus en sus dedos. – Ambos no actuamos de la mejor manera, pero Owen pasó los límites, ¡jamás lo había visto actuando de esa forma!

-¿Qué fue lo que les contaste sobre mí? – preguntó Marisa para después lanzar un leve gemido al sentir las manos de Angus deslizarse por sus muslos.

-El día que fuiste a buscarme a mi oficina y te acompañé al hospital – exclamó – Owen fue a buscarme momentos después y mi secretaria les comentó que yo había salido con una chica. – murmuró – Al día siguiente, él y Wyatt estuvieron muy insistentes y yo tuve que decirles que la mujer que me había buscado era mi amante, pero sin dar más detalles. ¡Jamás revelé tu nombre! – Suspiró – Pero él lo dedujo al vernos juntos. De hecho, Owen ya nos había hablado de ti – Exclamó mirándola a los ojos.

-¿Qué? – Preguntó Marisa - ¿Tú ya lo sabías?

-Lo único que yo sabía era que estaba saliendo con una chica y que esta lo traía loco – Bufó Angus – Pero no tenía idea que fueras tú. Al menos a mí, Owen no me dijo nada más, no mencionó un nombre ni nada por el estilo – Suspiró el hombre – Te pido una disculpa, no debí decirles nada...

-No, no, ¡ellos son tus amigos! – Murmuró Marisa – Y tarde o temprano iban a enterarse de lo nuestro – Suspiró - ¡Yo le conté a Colette! Incluso mi madre lo sabe, se lo tuve que decir.

-Lo entiendo – sonrió Angus – No puedes tener secretos para ellas – Murmuró apretando firmemente la rodilla de la chica – Aunque con esto que acaba de suceder, nuestros planes tendrán que cambiar un poco...

-¿Cómo? – Exclamó Marisa sorprendida - ¿Por qué? ¿A qué te refieres?

-Quizá ya no quieras continuar con esto o...

-¿Tú quieres continuar? – Preguntó la mujer mirándolo fijamente - ¿Cambiaste de opinión?

-¡No, para nada! – respondió Angus – De hecho el contrato está listo para firmarse cuando tú quieras.