LAS ALAS DEL ÁNGEL
Keera observó a su hermano desaparecer detrás de la puerta en donde estaban todos reunidos cenando, acompañado por un sonriente Herve, que parloteaba sin parar y gesticulaba con las manos hablando de quién sabe qué cosas.
Suspiró con un poco de cansancio, si bien estaba muy contenta por haber encontrado a su hermano vivo, había algo que no terminaba de cerrarle.
¿Por qué había aparecido justo ahora? Se preguntaba una y otra vez, diciéndose a si misma que si Julián estaba allí, enviado por la guardia, no dudaría un solo instante en matarlo.
—No serías capaz —le susurró una voz en su cabeza, sin embargo hizo caso omiso a aquello.
Deberían ser solo paranoias suyas, tendría que estar contenta de tener a su hermano, su única familia, cerca de ella.
Se sentó con las piernas sobre su pecho mientras las rodeaba con sus brazos, haciéndose una bolita y sin dejar de mirar el fuego que crepitaba frente suyo.
Sentía que tenia una jaqueca hacia días, mientras las sienes le palpitaban dolorosamente. Se preguntaba así misma si volvería a encontrar la paz algún día, si —tal como le había pasado en el mar en Hervás— volvería a sentir la libertad golpeando su rostro.
Sinceramente dudaba aquello, todo parecía oscurecerse —aún más— a su alrededor. El odio de Belial parecía aumentar cada vez más, el tiempo no curaría las heridas, estaba más que segura de eso.
Sintió el ruido de una silla arrastrarse contra el suelo hasta posicionarse a su lado, para luego Edwin dejarse caer en ella con cansancio.
Keera apoyó su rostro de lado, observándolo con atención mientras reparaba en las ojeras violáceas bajo su rostro y la palidez que aún llevaba su piel, a pesar de comenzar a sanar poco a poco con el paso de las horas.
—¿Qué haces aquí? —preguntó sin apartar la mirada del fuego.
—No tengo sueño aún —susurró ella de regreso, sin dejar de mirarlo —. ¿Tu? —preguntó cuando él no respondió.
—No podía dormir tampoco —contestó encogiéndose de hombros, dirigiendo su vista a la de ella.
A pesar del cansancio, Keera reparo en el atractivo de su amigo. El cabello rubio oscuro le llegaba por los hombros y lo llevaba suelto. Los ojos verdes —siempre amigables— la miraban con curiosidad y, aunque no sonriera, sus ojos si lo hacían.
Keera se preguntó por qué no se había enamorado de él, en vez de haberlo hecho con Belial.
—No estas enamorada —se dijo para sus adentros.
Sacudió la cabeza, intentando apartar aquellos pensamientos que no traerian nada bueno y solo la confundiría más.
Sin embargo, Edwin pareció reparar en lo que había cruzado por su cabeza cuando murmuró:
—¿Sabías que en realidad eras mi tributo?
Keera volvió sus ojos con rapidez a los de él, mientras fruncía el ceño con confusión.
—¿Qué? —susurró de regreso.
Su amigo sonrió con tristeza antes de contestar: —Renuncie a ti, es decir, al tributo que me iba a ser presentado, dejando que pases a Belial directamente —. Negó con la cabeza mientras clavaba sus ojos nuevamente en el fuego —. Me pregunto qué hubiera pasado si hubiese aceptado aquello, si las cosas hubieran sido diferentes.
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Mundos Ocultos [Gaia 2]
FantasyLuego de que la verdadera identidad de Keera fuera descubierta su vida cambia radicalmente. Pasando a ser la nueva prisionera de Belial, nuestra protagonista deberá enfrentarse a nuevos retos y de una vez por todas, hacerle frente a su pasado que -a...