LOS MUROS DE BASTEAN
Era una tarde demasiado fría para ser otoño, sin embargo Keera no se quejaba, siquiera pensaba al respecto.Simplemente permanecía allí, con su rostro inexpresivo, el viento helado en sus mejillas era como si cientos de agujas se clavaran en su piel.
Su cuerpo estaba resguardado debajo de una gruesa capa de pieles, que la protegían a duras penas de la helada que se cernía sobre ellos.
Habían acabado prácticamente con todos los rebeldes escondidos en las montañas que se encontraban cerca de la capital de los vampiros y encerrado a todos aquellos que quedaban dentro de las cuevas donde dormían, cerrando todas las salidas.
Desde donde estaba, podía sentir los lamentos de aquellas personas que habían quedado dentro de aquella densa oscuridad.
Aquellos no eran más que humanos salvajes que se habían escondido allí, creyendo ser libres, escapando de los pueblos reconocidos por la guardia para así no entregar a sus niños, aquellos que en un futuro los librarían de todos los seres sobrenaturales que los usaban como esclavos.
«Cobardes» farfulló para sus adentros, se merecían morir entre las tinieblas.
—Serafine —murmuró el Mosén.
Ella se giró lentamente, solo por que odiaba que la llamara como si fuera una lamebotas, aquel papel lo tenía Yokel.
Se acercó hacia donde estaban, con el último de los salvajes de rodillas y un gran corte en su ceja que no paraba de sangrar.
Cuando el Serafine se acercó, este escupió en sus pies en una clara señal de desprecio, haciendo que ella lo mire con los ojos entrecerrados.
—Sabes lo que tienes que hacer —dijo el Mosén.
Claro que sabía lo que tenía que hacer, cortar la cabeza del salvaje, aquella era la única tarea que le daba el Mosén, como si fuera un premio para ella hacerlo.
A decir verdad, no le importaba una mierda.
—¿Algunas últimas palabras? —murmuró ella, con una sonrisa maliciosa en su rostro.
—Te maldigo —dijo el hombre con esfuerzo y a ella no le pasó por alto como sus ojos se llenaron de lágrimas. —Te maldigo a ti y a toda esta escoria —jadeó.
Lo único que se oía alrededor era el susurro del viento, haciendo volar los mechones sueltos de su trenza, mientras observaba fijamente al hombre de larga barba, mirándola desde abajo.
—Te maldigo con una vida llena de penas —llegó a decir antes de comenzar a toser sangre, doblándose a sí mismo con dolor. —Te maldigo para que nunca encuentres la felicidad y aquello que tanto deseas, nunca sea alcanzado.
Sus ojos inevitablemente se dirigieron a Ezra, sin embargo él no estaba mirándola a ella, sino que tenia los ojos clavados en el salvaje, como si realmente tuviera miedo de aquella maldición, sus manos hechas puño con fuerza.
La cabeza del hombre se despegó de su cabeza en ese momento, sin embargo ella siquiera había mirado ya que no podía apartar los ojos de Ezra, que tenia una expresión que ella nunca le había visto.
Anhelo.
Agitó su vara, sacudiendo la sangre que había quedado en ella, manchando el pasto con pequeñas gotas rojas y comenzó su camino de regreso al bote que la esperaba en la orilla no muy lejos de allí, para volver por fin a Patmos.
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Mundos Ocultos [Gaia 2]
FantasyLuego de que la verdadera identidad de Keera fuera descubierta su vida cambia radicalmente. Pasando a ser la nueva prisionera de Belial, nuestra protagonista deberá enfrentarse a nuevos retos y de una vez por todas, hacerle frente a su pasado que -a...