CAPITULO FINAL

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EL AMOR NO TIENE LÍMITES






Keera durmió varios días más incluso después de llegar a Crena. Sin embargo no era como si no fuera capaz de entender lo que pasaba a su alrededor, porque si lo sabía, había podido escuchar claramente todas las conversaciones que se habían hecho a su alrededor, era como si estuviera en un profundo sueño, pero siendo consciente de todo lo que pasaba.

Es por eso que sabía que iba a morir, porque aquella extraña arma que el Mosén había clavado en sus costillas había sido su condena.

Maldito Mosén.

De todas maneras se dijo a sí misma que no tendría miedo, que no dejaría que en sus últimos momentos, la gente que más amaba la vea flaquear, ella nunca había sido de aquella manera, mucho menos ahora, en su lecho de muerte.

Es por eso que Keera, fiel a su carácter, una vez que abrió los ojos y se encontró con que todos estaban a su alrededor, mirándola preocupados, no se le ocurrió mejor cosa que decir: —¿Por qué todos me miran como si estuviera a punto de morir?

Y cuando todos se miraron entre ellos sin saber que decir, a Keera se le escapó una carcajada por el solo hecho de ver sus expresiones.

Si, si, tal vez no debería haber hecho aquello, pero fue más fuerte que ella y no pudo evitarlo.

Como era de esperarse, varios de ellos se enojaron, sin embargo los ignoró y cuando quisieron contarle que era lo que estaba pasando con ella, simplemente hizo un vago gesto con la mano, en una clara señal de que no le interesaba, si tenia que ser sincera consigo mismo, se moría de hambre y en lo único que podía pensar era en eso, en comer.

Asique había hecho que todos salieran de la habitación, le había pedido a Judith que la ayudara a bañarse ya que olía terrible y luego le pidió que le haga una suculenta comida, que los platos tuvieran de todo un poco.

Una vez que engullo todo lo que pudo y su cuerpo soporto, como era de esperarse, vomito hasta prácticamente sus entrañas.

Después de eso, Judith la ayudo a tomar un horrible plato de sopa de verduras.

Una vez que la dejaron sola, Keera suspiró y miró a su alrededor, deleitándose en el olor a pintura que tenia a su alrededor, porque la habían trasladado a su antiguo cuarto y ella no pudo evitar suspirar con deleite ante aquello, agradeciendo estar allí donde había sido tan feliz, donde había tenido todo cuanto quiso.

Los días comenzaron a pasar como en un torbellino, y ella estaba agradecida, por que se sentía bien.

Josteil estaba con ella a cada momento, molestándola, contándole anécdotas, mirándola pintar —cuando se sentía con la suficiente energía para hacerlo—, permaneciendo simplemente en silencio, había noches que se quedaba con ella hasta que se dormía, y había noches en las que Keera le pedía que la abrazara fuerte y no se fuera, que la ayudara a espantar todas las pesadillas.

El lobo la acompañaba a todos lados, aunque había veces en las que Keera simplemente quería permanecer sola y Josteil respetaba aquello.

Keera fue inmensamente feliz cuando Herve le contó todas las aventuras que había vivido junto a Julian, como se habían enamorado profundamente, había noches que cenaban los tres juntos, sin embargo su hermano siempre estaba taciturno, trabajando día y noche en los laboratorios, buscando alguna cura para ella, sin perder las esperanzas, ella se había cansado de pelear con él, diciéndole que lo dejara estar, de todas maneras lo respetaba, aquella era su manera de atravesar el dolor.

Mundos Ocultos [Gaia 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora