CAPÍTULO VEINTINUEVE

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PROMETEME QUE NUNCA NOS DEJARAS IR 





Keera creyó que había muerto, realmente lo hizo, sin embargo la vida volvió a tirar de ella...

Arriba...

Arriba...

Arriba...

Y Keera volvió a subir alto, traspasando aquel umbral que había entre la vida y la muerte, todavía quedaba algo por hacer, la oscuridad había hablado con ella, como había empezado a hacer desde hacía ya un tiempo.

Un último pedido...

Una última cosa por hacer y después...

Después ella sería libre.

Inspiró con fuerza, sintiendo el ardor en sus pulmones cuando tomo aire tan profundamente.

—Gracias a la luna —escuchó a alguien decir.

Sin embargo Keera no se giró para saber quién había dicho aquello, sino que miró las miles y miles de estrellas que habían en el cielo.

¿Cuánto tiempo había estado inconsciente?

No tenia idea...

Se dio cuenta de que si seguía allí tirada no había sido mucho tiempo.

¿Estaba todavía el cuerpo de Edwin a su lado...?

No se animó a ladear el rostro para descubrirlo.

No podía, no soportaría ese dolor nuevamente.

La cara de Josteil apareció en su campo de visión, preocupada y la mirada llena de terror.

—Por la luna Keera —dijo, tomándola de las mejillas con delicadeza. —Dejaste de respirar, tú..., dejaste de respirar...

Había tanta súplica en su rostro, tanto dolor, tanto miedo... ¿Se vería ella igual?

—Estoy bien —se obligó a responder ella.

Cuando intentó sentarse, un dolor sordo le recorrió el cuerpo entero, haciendo que tenga que apretar los dientes con fuerza para no ponerse a gritar de dolor.

—No cariño —dijo Josteil, empujándola por los hombros—, quédate donde estás.

Vio que quien trabajaba en su otro costado era Julian, que parecía muy concentrado en detener la hemorragia de su lado izquierdo.

Demonios, había olvidado esa herida.

—Ya logre cerrar la herida, Keera —comenzó diciendo con la voz ronca—, pero debes tener cuidado...

—Gracias —respondió ella, tomando la mano de él y dándole un ligero apretón. —¿Creen que puedan ayudarme a ponerme de pie?

—Con cuidado —murmuró Julian, tomándola por uno de sus brazos y Josteil por el otro.

Keera se tomó unos instantes para acostumbrarse al dolor que sentía, cerró los ojos y los dejo así por unos momentos.

Cuando abrió los ojos, miró a su alrededor y se dio cuenta que la mayoría de las personas se habían dispersado, no había rastros ni de Ness y Archie, aunque Herve y Alec estaban manteniendo una acalorada discusión.

—¿Qué está pasando? —Preguntó, mirando aquella acalorada discusión.

—Deberías descansar —dijo Josteil, incitándola a caminar mientras pasaba su brazo por su cintura para ayudarla a mantenerse en pie.

Mundos Ocultos [Gaia 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora