CAPÍTULO VEINTIUNO

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ENCUÉNTRAME EN EL CAMPO DE BATALLA





«Levántate»

«Levántate»

«Levántate»

Aquellas palabras parecían retumbar en su cabeza una y otra vez sin parar, el dolor recorriendo su cuerpo entero y el entumecimiento en cada uno de sus músculos.

«Levántate»

Otra vez, sin embargo esta vez sintió un agarre férreo en su brazo, una leve sacudida y alguien murmurando sin parar.

«Levántate»

Keera abrió los ojos lentamente, desenvolviendo sus alas de alrededor de su cuerpo y dejando a la vista a Josteil, que tenia el rostro lleno de barro y sangre seca y una mueca preocupada.

—Levántate —repitió.

Gruñó cuando apoyó sus manos en la tierra húmeda que tenia debajo, el murmullo de la batalla haciendo eco en sus oídos nuevamente mientras volvía en sí.

El lobo la ayudó a ponerse nuevamente de pie, mientras Keera se impulsaba sosteniendo la mayoría de su peso en su vara.

—¿Qué demonios pasó? —Pregunto, mirando a su alrededor.

—No tengo idea —respondió él, mirándola a los ojos. —Pero fue increíble —agregó con una leve sonrisa.

—¿Abbadon? —Preguntó.

—Voló unas cuantas millas al igual que tu —respondió, sus ojos escaneando la batalla que tenían delante y Keera se dio cuenta de que estaban casi nuevamente en el muro de Bastean, alejados de la lucha.

—Tenemos que volver —dijo ella.

—Keera... —farfulló Josteil y ella no tuvo que preguntar, ya que vio la respuesta implícita en su mirada.

—No nos daremos por vencidos —respondió ella.

—Entonces moriremos... —dijo él, como si no temiera aquello.

—Entonces moriremos... —asintió ella de regreso, con la misma determinación del lobo.

Sin siquiera pensarlo, ambos corrieron directo a los demonios, que avanzaban y presionaban y mutilaban a medida que sus pasos se acercaban cada vez más a los muros.

Keera dejo menear su vara al igual que la espada que había sacado para ayudarse, sus alas sirviendo de escudo a su alrededor, las afiladas puntas cortando partes de sus enemigos.

Ambos volviendo a la pelea para dar todo de sí, para morir en el caso de que sea su hora, peleando hasta que nada quedara de ellos.

Y de aquella manera ellos pelearon en una noche que parecía no tener fin.

Y pelearon...

Y pelearon...

Y pelearon...






Ness sabía que había llegado el momento de enfrentarse al Mosén; se dijo para sus adentros que no tendría miedo, que soportaría lo que sea que tuviera que soportar y que estaría entera llegado el momento de tener que consolar a Fiona, por qué cada vez que por una razón u otra tenían que presentarse ante él, su amiga era la más afectada.

Mundos Ocultos [Gaia 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora