CAPÍTULO VEINTITRES

7.1K 800 397
                                    

LA LLAMA DEL DOLOR 




Todavía estaba envuelta en los brazos de Edwin cuando Keera escuchó el susurro de unas alas a lo lejos, por lo que despegando sus cuerpos, miro al horizonte por donde se veían unas enormes aves acercándose.

—¿Qué demonios...? —Murmuró Edwin, despegándose y poniendo su cuerpo en tensión de inmediato.

—¿Estás listo, Edwin? —Preguntó ella, con una sonrisa en el rostro y la vista clavada en el cielo.

—¿Listo para que? —Preguntó él confundido.

—Listo para conocer al último gigante de Gaia —respondió ella, dando la vuelta y caminando hacia el interior del castillo, para dirigirse a la entrada norte de Bastean.

—¿Gigante? —Preguntó, antes de comenzar a seguirla.

Descendieron varios tramos de escaleras, recorriendo varios pasillos con Keera dirigiendo el camino —que parecía conocer Bastean muy bien— y deteniéndose en las enormes puertas que se encontraban abiertas de par en par.

—¿Estas listo? —Preguntó nuevamente, antes de cruzar el umbral y salir sin esperar por su respuesta.

Edwin tardó unos segundos en salir y recuperarse de su estupor antes de atravesar las puertas del castillo, deteniéndose de inmediato antes de encontrarse cara a cara con un gigante.

Keera no mentía, delante de él había un gigante.

Un maldito gigante.

—Ed, ven que te presento a mi amigo —murmuró Keera divertida al ver la expresión del lobo.

—No soy tu amigo —murmuró el gigante con la voz enronquecida, lanzándole una mirada asesina a Keera.

—Pensé que habíamos superado nuestras diferencias —se mofó ella con las manos en la cintura y a pesar de ser considerablemente más chica que el gigante, Edwin tuvo que reconocer que Keera se veía enorme a su lado. —Por cierto, llegas tarde.

—¿Tarde para que? —Preguntó.

—Ceres, anoche nos atacaron —dijo Keera, cambiando su mirada a una más sombría mientras la gente se aglomeraba a su alrededor. —Unos tres mil demonios vinieron comandados por Abbadon.

—¿Cómo los vencieron? —Preguntó Ceres, mirándola fijamente.

—Recibimos ayuda de las ninfas y el pueblo de los enanos —respondió ella, cuando miró a su alrededor para señalar a sus nuevos aliados.

—Me llevan los mil demonios... —murmuró el gigante al encontrarse cara a cara con una ninfa.

—No Ceres —interrumpió Keera, negando con la cabeza con una mueca en el rostro, aunque Edwin se dio cuenta de que no dejaba de verse divertida. —No queremos que te lleve Abbadon con él, ¿verdad?

El gigante volvió a mirar a Keera, como si no pudiera creer que estuviera bromeando en momentos como estos, sin embargo antes de que pudiera decir nada, Diya había llegado para poner al día a Ceres y comenzar a prepararse para lo que sea que viniera a continuación, alejándolo así de ella antes de que lograra —como cada vez— sacarlo de sus casillas.

—Yo... —comenzó diciendo Edwin, aunque a decir verdad no sabía qué demonios iba a decir en realidad.

—Viejos amigos —murmuró ella, girándose para encararlo nuevamente. De repente algo en su semblante cambio, reemplazando aquella actitud altiva por una mueca preocupada y antes de que hiciera la pregunta, Edwin sabia lo que iba a preguntarle. —¿Belial?

Mundos Ocultos [Gaia 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora