La gata dejó de lamer su pata y le miró de mala gana, tirando sus orejas hacía atrás sutilmente, sentada sobre la mesa del comedor. Por encima de sus gafas oscuras, Conway le devolvió la mirada desafiante desde el sofá. Volkov acabó de pasar el sushi a una bandeja más adecuada y se acercó para dejarlo sobre la mesa del centro.
- ¿Por qué miras así a Mika? –preguntó divertido.
- ¿Por qué ella me mira así cada vez que vengo? –rezongó el mayor.
- La verdad, no sé. Mika es muy dulce siempre.
Víctor eligió su lugar junto al Superintendente y le paso los palitos para proceder a degustar su platillo favorito. Hacía tiempo que no se daba este tipo de gustos, había estado sobreviviendo con comida de microondas por un tiempo y, luego de la muerte de Ivanov, llegaba hasta a saltarse comidas.
- ¿Alguna película en particular? –dijo Volkov, encendiendo el televisor frente a ellos.
- Nah. Elige alguna que estén pasando.
Jack tomó una porción de sushi y se aflojó la corbata; sus gafas ya estaban apartadas a un lado de los celulares de ambos, y se permitió relajarse en el amplió sofá. Encontraron uno de esos especiales de películas de acción, el living se llenó de sonidos de disparos y los palitos rosando el plato.
A Mika no le interesaban ese tipo de cosas, con explosiones y sangre por doquier, por lo que sintió que este era su momento de dormir. Como cada noche, buscó el calor de Volkov para acurrucarse. Jack quitó su mirada de la entretenida película y observó el regazó del comisario.
- Te va a llenar de pelos –dijo, enfurruñado.
- Da igual –quitó importancia el menor, acariciando el suave pelaje y provocando el suave ronroneó de la gata.
Conway seguía observando con mala cara al animal, tan escrupuloso como siempre.
- Debería conseguirse una mascota también –sugirió sonriendo divertido-. Son buena compañía cuando tu jefe no invade tu casa y estas solo.
- Me gusta estar solo –objetó Jack, regresando su vista a la televisión-. Mueve el culo y trae mi helado.
- Pero... Mika...
No ganaría nada, eso estaba claro, mucho menos con la mirada de hastío que Conway le dio. Volkov apartó con cuidado al gato y se dirigió a la cocina con los restos de la cena. Tuvo que comprar dos potes de helado, repartidos en los sabores que le gustaban a su superior, y los suyos en el otro; ya que no lograban coincidir en ninguno y eso lo sabía desde hace demasiado tiempo.
Mientras buscaba pequeñas cucharas de metal, ya que las de plástico ponían nervioso a Conway cuando se partían por poner mucha fuerza en ellas, escuchó la conversación que estaba sucediendo en su sala. En cuanto se acercó al sofá, Jack colgó la llamada.
- ¿Quién llamaba?
- ¿Te importa? –elevó una ceja, receloso.
- Está bien –rio, levantando las manos en señal de rendición-. No le diré a nadie que tiene un amor por allí escondido.
- Deja de decir gilipolleces, ¿Quieres? –de mala gana, tomó la porción que le correspondía-. Dame mi helado.
Víctor ya se había perdido una parte importante de la película, y ahora estaba absolutamente desubicado de la situación, todo por el helado. El timbre sonó y bufó, porque se perdería más de la maldita película. Justo al levantarse, notó que Conway maldecia por lo bajo, segundos después entendería el porqué.
Abrió una puerta y la sorpresa del abrazó le asustó lo suficiente para buscar instintivamente el arma en su cinturón, que ahora mismo no cargaba.
- ¡Volkov! –gritó a su oído Horacio-. ¡¿Estas bien?!
- Les dije que no vinieran, par de capullos –refunfuño Conway a sus espaldas, mientras Gustabo le quitaba el pote de helado.
- ¿En verdad creíste que Horacio se iba a quedar quieto después de enterarse? –rio el rubio de los hermanos.
- ¿Qué demonios pasa aquí? –interrogó, zafándose del agarre pelirrojo.
Allí, en medio de la entrada, le explicaron rápidamente que había llamado a "papu" y este les dijo por encima que le habían disparado en plena comisaria, al escuchar eso, Horacio casi llevó a rastras hasta el departamento a Gustabo para verlo.
- Hermosa historia –comentó sarcástico Jack-. Ya se pueden ir, después de verificar que le quedan unos siglos más a Volkov.
- ¡Claro que no! –chilló el de cresta-. Venimos a hacer guardia.
- Oye, eso no estaba en el trato –se quejó Gustabo, con la cuchara de helado en su boca-. Yo quiero dormir.
El amplió sofá, que permitía que el Superintendente y el comisario tuviesen su propio espacio, pasó a ser demasiado pequeño. Volkov y Conway tenían sus brazos chocando; Horacio pegado a la derecha del primero y Gustabo al otro lado de los policías.
Y, a pesar de la incomodidad, las emociones agotan. Mientras Conway peleaba con Gustabo sobre el helado, sintió el particular peso sobre su hombro. Horacio apreciaba con suma ternura la imagen del peligris dormido, apenas inclinado sobre su lado izquierdo, sin olvidar tomarle fotos.
Jack le miró mal a través de la propia cámara del celular y comenzó a hacerles señas para que se fueran del departamento.
- Pero... pero... -susurró el pelirrojo, haciendo mohines-.
- Fuera.
Ahora tenía a Volkov dormido, un desorden impresionante causado por dos idiotas y una gata que le miraba mal desde la mesada de la cocina. Excelente. No podía dejar al comisario en el sofá, principalmente porque el ruso era muy alto para dormir allí en una posición cómoda. Si lo cargaba y se despertaba, sería un momento muy incomodo para ambos; pero tampoco se atrevía a romper su sueño luego del día que había tenido que atravesar por su culpa.
Reunió valor y lo cargó con cuidado hasta la habitación, con la suerte de que el cansancio pudo más que el movimiento para Víctor. Le quitó los zapatos y le tapo con las mantas. Mika le siguió en todo momento, siendo la guardián más fiel de su dueño.
- Deja de mirarme así –peleó con el animal luego de cerrar la puerta de la habitación.
Camino hasta la sala de vuelta, apagando luces detrás de él. Terminó en la profunda oscuridad y solo la luna ilumino la residencia. Se acercó a la ventana, Mika se sentó a su lado, ambas miradas al frente. Conway lo sentía, lo sintió desde que llegaron. Alguien les observaba; no podía verlo, pero era seguro que si los había visto a ellos. Aquella voz tenía razón, no había nada que hacer contra eso. La impotencia le invadió y apretó sus dientes hasta sentir dolor, y no se detuvo aún luego de eso.
- Siempre llegaré antes... -juró-. Llegaré antes que la bala.
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The Game
FanfictionLa vida de Conway no ha sido fácil jamás. Tiene un secreto, una debilidad. Nunca se ha llevado bien con los monstruos allá afuera, vendrán a por él y sabrán como romperlo. Ellos saben como hacer caer al Rey, ellos saben cuan frágil es. Volkway (C...