Hora de Desaparecer.

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Todos sus compañeros estaban al cuidado de él y los otros dos heridos, tal como la familia que eran, turnándose guardias y visitándolos en sus tiempos libres. Su mayor preocupación había sido Yuu, quien resulto el más perjudicado, pero el rubio se recuperaba con éxito.

Greco dejó el oso de peluche vestido de policía sobre la mesita auxiliar a un lado de la camilla; era un regalo de la colaboración entre toda la malla, logrando comprar tres de ellos. Era un poco estúpido, pero el significado detrás era muy bonito.

Despertar con el aroma a hospital no era el mayor de sus sueños, pero los agentes buscaban animarle con su presencia, haciendo bromas y charlando de su día. A pesar de todas aquellas atenciones, Volkov solo tenía una cosa en mente. De vez en vez, su mirada se desviaba hacia la puerta, casi inconscientemente. Trataba de ver a través de los cristales, entre la gente que circulaba por el hospital, si él estaba.

Conway no le visitó. Le envió mensajes e hizo que Greco tambien lo intentará, pero a nadie le contesto. Freddy insistía en que hablaba con él y le aseguraba que estaba muy bien. Sentía que él huía, que no quería verle, o tal vez no le importaba.

"Jack te ama", esas palabras habían revolucionado su interior. No podía decir que no sabía que era algo importante para Conway, después de tanto vivido juntos. Pero jamás imagino que ese cariño iba tan lejos como para convertirse en amor. Necesitaba hablar con él, confirmar esas palabras y afrontar esos sentimientos.

No estaba seguro de adonde le llevarían, pero quería intentarlo. Luego de tantos años, encontraba algo dulce en su camino, y no pretendía ignorarlo.

- A mí me preocupa tanto como a ti –aseguró Greco-, pero dale tiempo.

Estaban a solas en su habitación, tomando los retazos de una amistad pisoteada.

- No voy a ahogarlo, solo quiero saber cómo esta. Dudo que se haya dejado atender por una enfermera u otra persona.

- Freddy dijo...

- ¿Un criminal? ¿Piensas que le voy a creer a alguien que tiene más antecedentes que historial médico? –reclamó.

- Vale, pero es el único que sabe algo de Conway, Volkov, ¿Qué quieres que haga yo?

Eso era algo que había tratado de obviar, pero le molestaba. Había sopesado un millón de problemas del porqué Jack no le quería contar sobre su investigación; y la sorpresa llegaba pronto, con un criminal trabajando para él. Freddy había sido quien pidió ayuda, formó parte del operativo e incluso se había encargado del Superintendente cuando nadie más sabía dónde estaba. Tenía un acceso a Conway que antes le pertenecia. Se sentía tan distante de él, como si volviera a ser el primer día en que sus vidas se cruzaron.

- ¿Qué es esa mirada? –señaló Rodríguez, conteniendo su risa- ¿No estarás celoso?

- Deje de decir estupideces, Rodríguez.

Entonces, vio aquella sombra que parecía brillar en sus ojos, como si un reflector le siguiera. Le alegró tanto verlo bien, allí parado, tomándose la molestía de visitarlo. Sonrió y los ojos tristes no le dieron la bienvenida...

Intento ponerse de pie cuando la sombra desapareció de su visión, pero Greco le detuvo, alegando que no podía desconectarse del suero y la máquina que le monitoreaba. ¿Dónde iba? ¿Por qué se iba?



Le miró, conectado a cables, cubierto de magulladuras. El cansancio en sus ojos era lo mínimo, su palidez había ido demasiado lejos. No podía verlo así, no podía con aquella imagen, pesaba mucho más de lo que imaginaba. Volkov era la representación de todo lo que deseo evitar, y aunque no estuviese muerto, había sufrido mucho por su culpa. Era su culpa, y le había hecho daño a la persona que amaba una vez más.

No podía soportar haber fallado de nuevo.

Su mirada coincidió con la del ruso. Al parecer, le reconoció aun con la sudadera y los lentes oscuros. No se atrevió a aproximarse más a la puerta. Una suave sonrisa se dibujó en el rostro de Viktor, pero no podía romper los pasos que lo separaban.

No era lo correcto.

Dio la vuelta, obviando el llamado de Serjay a pocos metros, marchándose de aquel hospital. Los documentos de su dimisión ya habían sido enviados, por lo que solo pasó por comisaria a dejar su placa, sus armas y la pistolera que completaba su uniforme, antes por pasarse por allí.

Era el final de Jack Conway como Superintendente, era el final de esta historia. Solo necesitaba ponerme el punto final a su pasado y todo estaría hecho.

Subió al auto que lo había traído. La patente no tenía un dueño real, y el automóvil surgía de la nada misma, sin una persona con quien relacionarlo. Su departamento estaba cerrado y abandonado hasta un próximo aviso.

- ¿Estamos listos? –interrogó Freddy, desde la posición de conductor.

- Si –abrochó su cinturón-, es hora de desaparecer.

- JM se queda a cargo de Volkov, está en posición fuera del hospital.

- Dile que informe cualquier cambio.

- ¿Qué pasa con los Hombres de Negro? –preguntó, abriéndose paso hacia la autopista.

- Los mantendré a raya por un tiempo más, pero ten claro que son un problema también –informó Jack.

Su teléfono tenía bastantes mensajes, pero ese ya no debía ser su teléfono. Bajó la ventanilla y lo tiró, en medio de la carretera. Tenía la información que necesitaba, y solo un objetivo, Roy Smith.

Miró atrás y sonrió a quien les acompañaba.

- ¿Te gustan el anonimato, Iva? Será divertido no tener un nombre –acarició al can, recibiendo su felicidad.

- ¿Qué nombre clave le pondremos a Iva? –rio Trucazo.

- T-800

- ... -Freddy lo miró dudoso un segundo, para retomar su atención a la carretera- Que nombre de mierda, chorbo.

- Es mi perro, te recuerdo.

- Pobrecito Iva.

Había pensado en dejar a Ivadog con Volkov, o en la propia comisaria; pero le fue imposible deshacerse de él, siendo que no era para nada un estorbo. Sin embargo, el resto si lo era, necesitaba centrarse en lo verdaderamente importante y Roy no debía tener pistas de él. Este juego dejaba de ser una demostración de quien podía más, ahora mismo se trataba de quien atrapaba a quien primero.

Si Roy lograba llegar a él de nuevo, la malla no volvería a tener la oportunidad de intervenir. Si Conway encontraba a Roy primero, entonces, solo necesitaría jalar el gatillo...

La pregunta era, ¿Realmente quería encontrarlo? 

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