Perdió noción del tiempo, del lugar en el que estaba. Los números verdes de un reloj digital le dieron la hora, 4am. Todas las luces estaban apagadas, excepto por el tenue resplandor que entraba por debajo de la puerta. El alcohol no era reto para un nacido en tierras rusas, pero la combinación con un mal sueño y el estrés, provocaban un dolor que ascendía por la parte trasera de su cabeza. Se quitó las mantas de encima y trato de recordar, era obvio que no estaba en su casa, esta cama no se sentía como suya.
Tanteó por la mesa de luz hasta encontrar la lámpara y se vio cegado por un segundo. Ivadog levantó el morro confundido, bostezando a los segundos; estaba en la esquina de la habitación, acurrucado en el lugar que Conway había preparado para él.
- ¿Dónde está tu dueño, Ivadog? –preguntó, a la vez que buscaba recordar.
El perro se puso de pie, listo para obedecer lo que Volkov pedía. Se sentó frente a la puerta y espero hasta que el comisario siguiera su camino. La puerta se abrió frente a Ivadog y corrió hacía para sentarse en la entrada.
Volkov, descalzo, con la camisa a medio poner y despeinado, camino tras él. En uno de los enchufes cercanos a la puerta principal, estaba cargando su celular. Lo tomó, notando la cantidad indescriptible de mensajes de voz, SMS y llamadas perdidas que se habían acumulado.
"Lo siento", "¿Podemos aclarar esto?", "Nunca fue mi intención contradecirte"; y cosas similares se repetían en todos ellos, por parte de Greco obviamente. Algunos mensajes cortos fueron enviados por gente de la malla, preguntando como se encontraba, ya que habían sido testigos de toda la pelea entre sus superiores.
Borró todo ello y miró a Ivadog, quien seguía petrificado en la entrada.
- ¿Se fue?
La primera de sus dudas fue, ¿Qué hacía Conway a esas horas fuera? Los ventanales estaban cubiertos y todo el desorden que habían hecho, había sido recogido. No fue consciente de absolutamente nada de ello, ni de cómo había llegado a la cama. Tal vez se sobrepasó con las copas.
Mirando atrás, nunca había estado solo en casa de alguien, mucho menos en la de Conway que era tan precavido siempre con que la gente equivocada tocará sus cosas. Todo allí estaba bajo llave, pero conocía lo suficiente a su superior como para averiguar sus escondites y contraseñas con sencillez. Y eso Jack lo había obviado, sabiendo que Volkov no lo haría. Tenía esa confianza en él, mucho más peligrosa que hablarle de sus sentimientos, pero era el límite que Conway no quería pasar.
Freddy se adelantó a su señal, buscando un nuevo lugar a cubierto. Él espero, espero solo un poco desde su posición a la izquierda del recinto. Ante el primer sonido, ambos atacaron al auto que se aproximó a sus posiciones.
- ¡Abatidos! – Levantó la mano el Trucazo, revisando el perímetro en busca de más extraños.
Abrió la puerta del acompañante y tiro al suelo al primer sujeto, quien continuaba agonizando, ahogado en su propia sangre. Rebuscó entre sus bolsillos, hasta encontrar su celular; en la funda, estaría su DNI.
- Pinos –dijo, mientras se guardaba el documento en sus pantalones.
- Nadie de interés, ¿Cierto? –preguntó Freddy, entregándole el DNI que había tomado del conductor.
Conway lo inspeccionó, y reaccionó de la misma forma que con el primero.
- Nadie de interés –confirmó-. Nos encargamos rapido de estos y volvemos a casa, no quiero dejarle solo.
Había dado con estos sujetos gracias a los Trucazo. Con Greco atado de manos y pies para acercarse lo suficiente a Volkov, los hermanos le propusieron hacerse cargo. El ruso no estaba en su departamento, por lo que José María fue a inspeccionar el lugar, para tener claro una visión completa de la calle, del comisario y de otros posibles francotiradores. Probando el nuevo armamento que Conway les dio semanas atrás, descubrió a este auto dar vueltas un par de veces en medio de la madrugada.
Freddy fue avisado y este puso en alarma a Jack; decidiendo que podían actuar de la nada. Los provocaron, hicieron que les siguieran y acabaron con ellos de un momento a otro. Ahora se subían a la camioneta, dejando cadáveres bien hundidos en el mar y marchándose cubiertos de sangre.
- Ya te dije, chorbo. No le llores a uno de tus perros, nosotros nos encargamos del rusito –sonrió Fred, acelerando de vuelta a la ciudad.
- Eso espero. Volkov también es una buena forma de encontrar más de estos tipos.
- Atrapar conejitos, ¿Eh?
- Mientras que nadie toque a la carnada, estaremos bien.
Su celular interrumpió la conversación; pidió silencio con una seña y contesto.
- ¿Qué pasa?
- Estoy solo en su casa, incluso la puerta está cerrada –dijo Volkov al otro lado.
- No pensé que despertarías tan pronto.
- ¿Dónde está?
- Comprando cigarros, voy para allá –cortó sin más explicaciones.
La risa de Freddy llamo su atención.
- ¿Lo dejaste encerrado en tu casa? –continuo riendo el mafioso.
- Era eso, o traérmelo conmigo. Ivadog puede cuidarlo.
- Yo sigo teniendo curiosidad de porqué el calavera quiere tanto al "rusky".
Jack no respondió, tenía que pasarse a cambiar rápido por el CNI y robarse un paquete de cigarrillos de la máquina expendedora. Por supuesto que también debía volver caminando, por pura excusa de su llegada tarde.
No le gustaba mentir, no a Volkov, con quien era sincero la mayor parte del tiempo. Pero tampoco era una opción hablarle de sus tratos nocturnos, porque el ruso ya estaba bastante interesado en meterse en su investigación. Quisiera o no, debía alejar a Viktor, y mantenerlo cerca al mismo tiempo.
Nunca había tenido este problema, Volkov no era de los que se insmicuia y preguntaba. Siempre al margen, acatando, sin rechistar ni averiguar. Así fue, hasta que Ivanov se fue, y quizás vieron cosas que no fueron de importancia antes. Siendo el único a su lado, el comisario tomo la responsabilidad de ser su escudo ante todo.
Al mismo tiempo, Conway sabía que el daño causado a él, era mínimo en comparación al peligro en que le había metido. Alguien sabía su secreto, y por ello, la cabeza cercenada de Volkov valía mucho dinero para las mafias y bandas.
Sopesó la idea de decirle la verdad un par de veces, pero temía que eso marcará el final. No estaba listo para otro final. Quitó la sangre de sus manos con severidad, como si le quemará; lavó su rostro y se miró al espejo. Había tanto que Volkov no sabía de él, tanto por lo que mantenerlo alejado, tantos secretos que lo habían puesto en peligro...
Tanta culpa.
Giró la llave en la cerradura e Ivadog le recibió en cuanto tuvo espacio para pasar. Inspeccionó la sala hasta dar con Viktor, sentando en la sala con su celular.
- Te traje algo para la resaca –tiró hacía el albino uno caja pequeña con medicina-. Vete a dormir de una vez.
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The Game
FanfictionLa vida de Conway no ha sido fácil jamás. Tiene un secreto, una debilidad. Nunca se ha llevado bien con los monstruos allá afuera, vendrán a por él y sabrán como romperlo. Ellos saben como hacer caer al Rey, ellos saben cuan frágil es. Volkway (C...