No necesitó de dar órdenes, tan solo abrió la puerta del Audi, le dejó espacio y el perro salto al asiento de atrás. Cargó el alimento y las bolsas, con el logo de la tienda de mascotas, en el maletero. Se había gastado un buen dineral en esto, pero lo recuperaría en el casino durante el fin de semana seguramente. Las gafas oscurecieron su visión de nuevo y encendió el auto. Miró atrás, encontrando la mirada curiosa de celestes ojos de Husky, para nada asustado con viajar en auto.
La reacción de su jefe era su mayor preocupación, pero aun así, veía esto como un gesto necesario. Desde la muerte de Ivanov, y con la enorme tormenta sobre sus cabezas en este preciso instante, Mika le había salvado de la soledad en muchas ocasiones. Ella se acercaba, como presintiendo que las cosas iban mal, y tan solo se quedaba allí, observando o durmiendo cerca suyo. Era más de lo que necesitaba, era más de lo que su boca podía pedir.
Conway y él estaban pasando por lo mismo, pero sus maneras de enfrentar la situación parecían no ser las mismas. Sin embargo, la idea de acabar con la soledad del ex-marín, sin el contacto humano que tanto le incomodaba. Pensó en un gato o algo así de suave, pero no era el estilo de Conway. Entonces, algún agente mencionó que estaban retirando a un perro policía en una ciudad vecina aunque apenas hubiese conseguido su placa. Llamó de urgencias a la comisaria de aquella ciudad y suplicó que le dijeran que estaba pasando con ese caso y, ya conocía al superior en aquel distrito, quien no tardó en arreglarlo todo.
- Para el gruñón Conway, ¿Eh? –rio amistoso el policía.
- Así es, señor. No expondremos a grandes trabajos al perro, se lo prometo.
- No tienes nada que prometer, Rusky. Si puedes soportar a tu Superintendente, podrás con cualquier cosa en esta vida. –su carcajada resonó en la llamada, y acabaron de arreglar los últimos detalles cuando logro recomponerse.
Había sido un corto viaje, pero le había costado un par de horas de servicio que tendría que explicar luego o reponer en la noche. Puso algo de música y se encamino hacía la comisaría, sabiendo que Conway estaría en servicio. En cuanto paso frente a la edificación, notó en la puerta la vestimenta particular de camisa blanca y pantalones grises. Jack estaba saliendo, pero demasiado concentrado en su celular para ver a Volkov pasar.
- Hora de conocer a tu nuevo dueño. –sonrió al asiento de atrás.
De la misma forma en que subió, al abrir la puerta, el perro bajo sin ordenes e igual de rápido. Conway bajaba las escaleras hacia el estacionamiento para entonces, y se quitó las gafas al verlo allí.
- ¿Un perro? ¿Es en serio? Lo siguiente será un puto hámster, ¿Cierto? –se agachó para estar a la altura del canino-. ¿Dónde vas a meter tantos animales, Dr. Dolittle?
- No es para mí.
- Pues no necesitamos uno nuevo en la malla –elevó una ceja en desconcierto el Superintendente, sin comprender adónde iba esto.
- Es para usted.
Minuto de silencio, una risa acallada y un suspiro cansado.
- Estas de coña –no era pregunta, era una clara afirmación de que no se creía esta tontería.
- Para nada –sonrió-. Tenga. Me avisa cuando se vaya para darle el alimento y lo demás.
Le pasó la correa a Conway y se retiró. El punto era no voltearse, pero la tentación era mucha. La reacción que se imaginaba, era un furioso Superintendente maldiciéndolo; pero Jack solo se quedó allí, hincado frente al perro. Víctor supuso que no había ido tan mal su regalo.
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The Game
FanfictionLa vida de Conway no ha sido fácil jamás. Tiene un secreto, una debilidad. Nunca se ha llevado bien con los monstruos allá afuera, vendrán a por él y sabrán como romperlo. Ellos saben como hacer caer al Rey, ellos saben cuan frágil es. Volkway (C...