25. El Tiempo Para

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Cuando pasa algo fuerte, algo trágico y destructor, me congelo, me aíslo en mi burbuja sin hablar con nadie ni poner atención a lo que sucede a mi alrededor, el tiempo para y cuando levanto la vista, creo que pasó un segundo, pero de repente, me doy cuenta de que ha pasado tanto, me doy cuenta de que todo se está rompiendo a mi alrededor y es cuando me levanto a continuar con mi vida.

—Funeral a la derecha —escucho a Blake gritoneando—. Boda a la izquierda.

La llamada de Luca fue a la una de la tarde del viernes y su vuelo llegó hace una hora, a las dos del sábado doce de septiembre. Llegaron con la urna de mi abuelo después del funeral que hicieron en Roma con todos mis familiares, ahora están sentados al lado de mi junto al albacea de mi abuelo, esperando a mis hermanos para la lectura del testamento.

Dobbiamo prendere il volo alle quattro —le comenta Lucía a su hermano, en su idioma.

Nosotros no pudimos volar porque hicieron su funeral sin avisarnos y Luca llamó cuando estaban por tomar su vuelo, además, mis hermanos se negaron a cancelar nuestras próximas festividades, Paul se casa mañana, lo que hace que esta noche tenga que ir a la despedida de soltera de Rachel y mi fiesta es este lunes, es como si quisieran celebrar la muerte de nuestro abuelo.

—Déjame ver, ¿Felicitaciones o condolencias? —Blake revisa la nota de un arreglo floral—. Boda.

Demien me entrega una taza de café y se sienta a mí lado para abrazarme. Me pasé llorando la noche entera, no logré conciliar el sueño, así que tengo unas ojeras enormes y profundas.

—Gracias.

—¿Necesitas algo más?

—No.

Esta mañana hablé con mi abuela, está destrozada, apenas puede hablar y estoy segura de que apenas puede respirar entre todos los tiburones que solo quieren su fortuna. Ella dijo que mi abuelo murió sin dolor, que estaba dormido y no volvió a despertar. Cuando dijo eso sentí alivio y ese alivio me dolió, me mató. A diferencia de ella, mis primos, Luca y Lucía son los más interesados en el testamento, Lucía ni siquiera puede ocultar que es lo único que le interesa y le urge tomar su cheque para largarse.

—¿Están listos? —Paul se sienta al lado de Demien.

—Leandro está listo cuando ustedes lo estén —responde Luca.

Leandro Ruggiu es el albacea de mi abuelo, ha sido su mejor amigo desde que eran pequeños.

—¿Sólo están pensando en eso? —me atrevo a decir.

Cagna —Lucía se queja en italiano, como si yo no lo entendiera—. Solo quiero que termine lo antes posible.

El acento de Lucía es como toda italiana que está aprendiendo inglés y detesta aprenderlo. Por lo general, cuando nosotros estamos en casa de la abuela se habla inglés porque a Paul se le dificulta nuestra lengua materna así que toda la familia habla inglés excepto Lucía, ella odia mi país. Por eso a todos nos sorprende que hable inglés.

—Seguro —suspiro—. Terminemos con esto.

Mis abuelos tuvieron siete hijos: Alessandro fue el primero, el padre de Luca y Lucía que murió en un accidente aéreo poco después que mi mamá, Brina la segunda no tuvo hijos, Carina tiene dos niños, uno de trece años y uno de seis, Dante dejó de querer hijos cuando su bebé murió al nacer y su esposa lo dejó, mi madre fue la penúltima, Emilie que nos tuvo a nosotros tres y Fabio el menor tiene una pequeña bebé de dos años, Valentina es la numero siete que no comparte su sangre, pero siempre fue su familia. A ellos no les dejó nada, ya que cada uno hizo su fortuna por separado y en su testamento solo están sus nietos, Luca, Lucía, Blake, Paul, Kyle, Therense y la bebé Olivia.

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