Diez minutos.
Ya son diez minutos frente a la puerta del departamento 347, diez minutos en que pude memorizar la forma y el color que tiene la placa, diez minutos tarareando la canción del elevador y sonriéndole a los vecinos de Shawn que entran y salen, diez minutos en los que he sido demasiado cobarde para tocar.
Once minutos.
—De acuerdo —respiro.
Golpeo tres veces la puerta esperando a que abra de inmediato, antes de que me arrepienta y salga corriendo. Por fortuna lo hace, la puerta se abre, pero no es Shawn quien la abre.
—Eres Abigail Hawckett.
Es la chica que llevó a mi fiesta, la quinceañera que no lleva nada más que ropa interior y una camiseta larga.
—Lo soy.
—Esto es increíble, hace rato vino Kelsey Winnifred —ríe—, estoy esperando a Ariana Grande.
—No tenemos tanto presupuesto —me pongo nerviosa y bromeo—, Mónica Owenson es lo que nos alcanza.
Demonios, no he hablado con Mónica.
—¿Vienes a ver a Shawn? —sonríe—. Él fue por leche, pero volverá en cualquier momento...
—No —respondo de inmediato—, solo vine a...
Busco en mi bolso desesperada cualquier cosa que pueda pertenecer a Shawn, tal vez un bolígrafo.
—Devolverle su bolígrafo.
Continúo buscando, pero solo encuentro uno, mi favorito, el bolígrafo que me regalaron cuando me gradué de la universidad, así que, con todo el dolor de mi corazón, lo saco y se lo entrego. Supongo que mañana voy a despedir a la persona encargada de arreglar mi bolsa.
—Este bolígrafo tiene tu nombre.
Lo olvidé por completo.
—Eh... —me aclaró la garganta—. Fue un regalo de cumpleaños... de mi para él.
—¿Fue su cumpleaños?
—La semana pasada —miento—, lo olvidó en mi casa.
—¿Quieres que le diga que viniste? ¿Algún recado?
—¡No!
—¿Y el bolígrafo solo apareció?
—Consérvalo —me río nerviosa—. Si lo olvidó es porque no le interesa...
—De acuerdo —cierra la puerta en mi cara.
Es la primera vez que alguien me cierra la puerta en la cara, además de sentirme humillada me siento ofendida y molesta. Cada célula de mi cuerpo odia a esa chica.
—De acuerdo —suspiro, humillada.
Decido irme tan rápido como puedo, antes de que Shawn regrese con la leche y vea lo patética que soy, aun mas patética que él.
Mientras estoy dentro del elevador pienso en todas las maneras en que pude evitar esta situación y todo llega a una sola conclusión: Gwen Laughlin es una idiota y cada célula de mi cuerpo vuelve a odiarla, eso es algo malo para ella, ya que debo regresar a casa en su coche y tengo muchísimas ganas de chocarlo con cada cosa que veo. Al llegar a mi casa entro con el mismo ánimo con el que salí esta mañana, la diferencia es que Amber comienza a seguirme desde el momento en que cruzo la puerta, me habla sobre los pendientes que tengo y cosas que no estoy interesada en escuchar.
—Y también necesitas un nuevo celular —arruga la nariz—. ¿Qué le sucedió a tu celular?
—¿Rachel sigue en mi casa? —ignoro todo lo que dijo.
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Todos Los Días De Mi Vida
Novela JuvenilEstar con Abby era como tomar café y Shawn odiaba el café.