Él, guiado por sus instintos de querer matar y morder, se da cuenta de que su víctima será más especial de lo que creía.
Alma, una mujer que quedó bajo el "cuidado" de Juliann, el joven príncipe vampiro, desde que ella era tan solo una niña. Crecerá...
Acá van a poder ver más acerca de esta novela y otras que planeo comenzar o ya tengo escritas. También van a poder saber algunas curiosidades de Mi vampiro favorito.
P.O.V. Alma:
Cuando menos pensaba, ya estaba en el castillo. El señor Juliann me despertó, ya que dormí todo el camino, y por suerte el día estaba acabando y no tendría clases ni entrenamiento. Apenas bajé de la carroza, caminé casi dormida hasta mi habitación, a veces admiro mi habilidad para hacer esto sin caer en el camino. Estaba totalmente agotada, había sido un día largo, pero divertido.
Llegué a mi habitación y saqué las flores que recolecté del bosque para dejarlas en un vaso con agua. Estas todavía estaban frescas y quedaban muy lindas como decoración.
Suspiré y me tiré a mi cama, todavía faltaba la cena, pero creo que prefería dormir. Entre tanto pensamiento pude quedarme dormida, aún con la ropa puesta.
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Desperté algo agitada al sentir un peso sobre mí, al igual que una respiración en mi cuello. Todavía era de noche y la oscuridad no dejaba ver qué estaba pasando, hasta que el problema habló.
—Eres una mentirosa... —sentí como acariciaba mi pelo lentamente.
—Máximo —murmuré asustada y lo miré cuando mi vista se acostumbró.
—Por un momento te creí, pero apenas me acerqué a esta habitación, ya no —siguió acariciando mi cabello —Que aroma dulce que desprendes, ¿No lo has notado?
—Lo siento, no quise mentir en esto —susurré —Era obvio que debía pasar desapercibida esa noche.
—No te culpo. —Se acostó a mi lado, mirándome. —Es genial, ¿Sabes? Estoy con la protegida.
Me alejé un poco de él, pero agarró mi muñeca con firmeza.
—No te haré nada, ahora eres más interesante, me gustas mucho más que antes así. —me acercó a él y se acurrucó en mi cuello.
—El señor Juliann te matará si haces algo. —Advertí.
—No te voy a morder, Alma. —escuché su risa y comenzó a besar mi cuello.
Sentí esos escalofríos, bajo su fría respiración que contrastaba con el calor de mi piel, pero no me molestaba. Su mano apretó mi cintura, apegándome más a su cuerpo.
Inconscientemente solté un jadeo, cada una de estas acciones se sentían completamente nuevas, ¿Será que esta es la llamada adolescencia donde muchas experiencias llegan?
—Te estoy pervirtiendo, ¿Eh? —notó que mi rostro tomaba color, y creo que adivinó que yo no experimenté jamás nada.
Saqué su mano de mi cintura de repente, ¿Acaso esto está bien?
