Capítulo XXXII (Trajes Blancos)

17.5K 1.2K 72
                                    

Instagram: Historias_mla

Acá van a poder ver más acerca de esta novela y otras que planeo comenzar o ya tengo escritas. También van a poder saber algunas curiosidades de Mi vampiro favorito.

P.O.V. Alma: 

Luego del entrenamiento, que por cierto no acababa jamás, decidí correr un poco. Salí del salón y caminé por los pasillos a mi lugar favorito. Este lugar era un sector muy amplio donde solía quedarme por las tardes a jugar cuando era pequeña o también a practicar con el violín. 

Lo bonito era que estaba lleno de flores y de árboles, de allí muchas verduras y frutas se usaban para consumir en el castillo. Sonreí al ver que todavía el Sol no se había escondido, por lo tanto no habrían muchos vampiros en el camino. 

Anya parecía inquieta, debía gastar algo de energía, entonces caminé hasta el campo más abierto de todo el jardín. 

―Bien, hay que llegar lo más rápido posible hasta el invernadero de allí, y recuerda por favor no morir en el intento... ―hablé para Anya y me preparé para correr. 

Sabía que debía practicar mi velocidad,  porque sino terminaría contra un árbol o algo parecido. 

Suspiré profundo y comencé a correr, pasaban los segundos y la velocidad aumentaba a medida que avanzaba. A veces sentía como mis pies volaban de la rapidez, me hacía sonreír tan solo saber que mejoraba. 

Los arbustos a mi alrededor se movían a mi lado al pasar, sabía que todavía podía correr más rápido, quizá algún día podría retar al señor Juliann a hacer alguna carrera, ¿Quién sabe?

Llegué al invernadero en segundos, miré hacia atrás y podía decir que había recorrido un kilómetro aproximadamente. 

Solté todo el aire aliviada para luego sentir unos pasos detrás de mí. 

―Pensé que no correrías ni veinte metros ―la voz de Máximo se escuchó. 

Rodé los ojos y lo miré algo molesta.

―¿Qué quieres? ―crucé mis brazos y él sonrió.

―¿Sabes que me has lastimado? ―preguntó ―La vas a pagar caro, no tuviste que haberme arrojado por la ventana.

―¿Por qué? ¿Iba a dejar que tú me muerdas? ―achiné los ojos molesta ―mejor no me jodas, Máximo.

―Te crees fuerte solo porque la tienes a ella, ¿Verdad? Sin ella, no serías nada ―masculló.

―¿Acaso eres tan débil que tu único escape es burlarte de mi lado humano? ―alcé una ceja ―¿Por qué no mejor te vas a molestar a alguien más?

―¡Porque tú eres la que me interesa! ―Sacó sus colmillos enojado. 

Negué cansada. 

―He dicho que no me molestes... ―amenacé y comencé a caminar hacia el castillo.

Él agarró mi brazo con fuerza rápidamente y traté de soltarme.

Una rabia intensa comenzó a llenar mi cuerpo apenas sentí su tacto, ¿Acaso jamás me dejaría en paz? Sinceramente, hasta el día de hoy, pensé que era demasiado tranquila, pero en este momento la sangre me hervía. 

Él abrió los ojos confundido, no me habría imaginado que su confusión no venía de mi actitud, sino que el suelo comenzaba a moverse. 

Me sorprendí un poco de la situación, pero por dentro aún ardía del enojo y cada vez aumentaba más y más. 

El suelo se movía más fuerte, Máximo me soltó y se alejó aún confundido. En un segundo, cuando menos lo esperaba los vidrios del invernadero comenzaron a romperse en miles de pedazos al igual que algunos vidrios del castillo. 

Mi vampiro favorito (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora