- Tú... ¿Quién eres?
En ese momento tomé conciencia de mí, o más bien volví a abrir mis ojos, pero lejos de ser la realidad, lejos de sentir aquella calidez, simplemente estaba en mitad de la nada, en mitad de aquel bosque inmenso con unos ojos clavados en mí y con una espada apuntándome a la garganta, tragué saliva con fuerza, sin saber si aquello sería mi final, pero por alguna razón cuando alcé mis ojos hacia él y lo reconocí, mi miedo desapareció, aunque sabía que aquello no era un cuento de hadas, sino una pesadilla y posiblemente él me mataría de no responder a sus preguntas, de no identificarme, pero aunque fuera solo por un segundo más miraría aquel rostro, aunque ahora su cicatriz estaba cubierta por una máscara, dejándome ver solo una parte de la misma, pero aun así, aun así era hermoso ante mis ojos, pues aquel dibujo se había convertido en realidad y ante mí, ante mí estaba el mismísimo, Min Yoongi.
- He preguntado ¿Quién eres? – acercó su espada más hacia mí, por lo que me retiré ligeramente.
- Espera, dónde estoy ¿Esto no es un sueño? – en ese momento toqué la espada, parecía tan real, pero no podía serlo, aunque por ese momento solo aceptaría aquello, sus ojos negros me divisaban y tras ver que alzaba la mano movió su espada, pero por alguna razón paró tras ver aquella pulsera.
- Vienes del palacio. – en ese momento me quedé en silencio.
- Qué palacio ni que ocho cuartos. – me pregunté.
- ¿Acaso eres estúpida? – retiró su espada y después la guardó mientras que me observaba. – Tú ropa es muy rara. – en ese momento sus ojos me analizaron.
- Pues mira quién habla. – me levanté cuando me percaté de que no podía ver nada a mi alrededor.
En ese momento vi cómo se iba a marchar, por lo que me acerqué a él, pero al ver aquel actor reflejo, como me agarraba me lanzaba al suelo y en mi cuello se sentía una daga, lo supe, él, solo estaba acostumbrado a desconfiar, matar y sobre todo... a ser traicionado.
- No me dejes sola. – aquellas palabras salieron por el miedo a estar en aquel bosque, pero estar con él, estaba claro que tampoco era lo mejor.
- ¿Qué clase de propuesta es esa? – preguntó tras guardar la daga.
- Una que dice que no quiero quedarme en este lugar.
- Pues vuelve al palacio.
- No sé cómo llegar. – me senté a su lado y esperé por una respuesta.
- Ese no es mi problema. – se levantó y después se acercó a su caballo.
- Si me pasa algo si sería tu problema. – pronuncié.
- ¿Por qué lo sería? – se había montado en el caballo y me estaba mirando desde arriba del mismo. – Aunque lo que más me sorprende... ¿Cómo es que no me tienes miedo? – antes de darme cuenta me había agarrado y me había montado en el caballo, mis ojos volvieron a posarse en él, pero pese a todo no me daba miedo, sentía pena, pena porque no podía ver que había sido obligado a ser un alma solitaria.
- No sé quién eres, así que juzgarte sin saber quién eres... Sería injusto.
- ¿Dónde has vivido todo este tiempo? – preguntó entre risas. – Todo el mundo me conoce, o más bien, todo el mundo me teme, me llaman demonio negro. – pronunció con una mueca.
- ¿Y te gusta? – pregunté.
- Da miedo, que es su cometido, mi sola presencia, solo escuchar ese nombre...
- En este mundo te temen o te traicionan. – pronuncié. – Hay algo que deseo hacer. – quería seguir mi instinto, quitar aquella máscara que no me permitía ver su rostro con claridad, pues de todo estaba en un sueño, por lo que haría lo que quisiera.
- Veo que sabes de lo que hablas. ¿Qué es lo que quieres hacer? – estaba dudoso ante mis palabras, pero por un segundo sentí que podría hacerlo, que podría acercarme.
- ¿Puedo? – pregunté.
- Intenta algo raro y te degollaré aquí mismo. – expresó.
En ese momento me acomodé mientras que él me aprisionaba con sus brazos para evitar que cayera, miré a sus ojos, mientras que mis manos se alzaron poco a poco hacia su rostro, estaba atento a mis movimientos, posiblemente, listo para atacarme, pero no me importaba, toqué la cuerda con la que se sujetaban y la desabroché, rápidamente la aparté de su rostro para evitar que me detuviera, su cara mostraba sorpresa, e intentó apartarla cuando le detuve.
- Lo sabía, eres hermoso. – sonreí ante aquello, y por alguna razón se detuvo, me siguió mirando fijamente como si mis palabras fueran extrañas, y si, lo eran, pero no me podía importar menos, porque sabía que, con solo aquellas palabras, su dolor y rechazo por sí mismo, había disminuido.
Pero mi ser pedía más, quería tocarla, quería sentir aquello que le causaba, tanto dolor, por lo que alcé mi mano izquierda y lo dirigí hacia sus ojos, al principio solo toqué su rostro, lejos de aquella vieja herida, pero poco a poco lo acerqué hacía allí.
- Debió de doler mucho. – sonreí nuevamente mientras que la yema de mis dedos se deslizaba por la cicatriz.
- Suéltala hermano. – por instinto o saber dios por qué, me acerqué a él y tapé su cicatriz con mi mano mientras que le tendía aquella máscara. Rápidamente se la puso por lo que retiré mi mano, sus ojos aún estaba en mí y los míos aún estaban en él, pero al ver que aquel hombre se acercaba, dirigí mis ojos hacia él.
No podía divisarlo con claridad, pero cuando se acercó me quedé asombrada ante aquel hombre, aquel chico joven, con vestimenta de príncipe, pelo largo, ropa un poco ostentosa, piel clara, ojos marrones y alto, más alto que Yoongi.
Espero que os esté gustando. Muchas gracias por su apoyo ❤️❤️
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El nuevo rey
FanfictionSi por alguna razón viajarás a aquel tiempo en el que una cicatriz marcaba tu historia. ¿Qué harías? Si te encontrarás con aquella persona que para ti sigue siendo hermosa, pese a cualquier cosa, pero por alguna razón es repudiado por todos. ¿Le rep...