Cap 4

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Intenté dormir, pero no podía, por lo que salí de allí y comencé a caminar por aquel lugar, sin duda era un laberinto, un lugar dispuesto a que te perdieras y así fue.

- ¿Y ahora como vuelvo? – estaba en medio de aquel puente, el mismo por el que cruzaba un agua cristalina, sin duda jamás había visto algo como aquello, por lo que me quedé admirando aquella belleza. – Sin duda es un lugar bonito.

Miré mi reflejo y sin pensarlo alcé mi mano, comencé a moverla con suavidad cuando vi que el agua comenzaba a moverse, por un segundo me detuve, pero al ver que el agua permanecía quieta, volví a hacerlo.

Volví a moverme mi mano, cuando el agua comenzó a tomar forma, una serpiente o más bien pensaba aquello porque era lo que más se parecía, poco a poco se acercaba a mí hasta que llegó a la altura de mis ojos, por un segundo sentí que hablaba o al menos que quería pronunciar algo, por lo que me asunté, alejé mi mano y me separé del puente, cuando aquella cosa comenzó a desvanecerse, por lo que me acerqué nuevamente, pero allí no había nada más que una pequeña huella de un chapoteo.

- Comencé a caminar en busca del camino, cuando me topé con alguien, alcé mis ojos y vi que era Yoongi,

- Quería verte. – en ese momento me quedé en blanco al no saber porque había dicho aquello.

- ¿Querías verme? – en su semblante se dibujó una mueca.

- ¿Quién dijo eso? – di un paso hacia atrás, mientras que mis ojos aún seguían fijos en mí.

- Lo acabas de decir. – contestó tras caminar hacia a mí.

- En realidad, quería decir, que quería preguntarte algo. ¿Puedo?

- Espero que no sea tan sorprendente como lo de la otra vez.

- Siento si te incomodé antes, no era mi intención. – pronuncié.

- ¿Incomodarme? Más bien me sorprendiste, tanto que pensé que tenías intenciones ocultas.

- No las tengo, dime ¿Qué significa el poder de los dioses? – pronuncié.

- ¿Quién te dijo algo como eso? – comenzó a caminar por lo que le seguí.

- El médico y bueno Tae dijo que era algo bueno, pero por su semblante, puedo saber que no.

- Es algo bueno, pero no para él. – pronunció tras mirarme.

- ¿Qué quieres decir? – me interpuse a su paso y le obligué a que parará, por lo que me miró.

- Quiero decir que los dioses te favorecen y en este mundo es el mayor poder de todos, pues eres intocable. – entendía lo que decía, pues todas aquellas palabras eran simplemente decir, que creían que había sido enviada por los dioses y que hacerme daño o cualquier otra cosa era una ofensa, un motivo de pena de muerte.

- Entonces, ¿Por qué sería difícil para Tae?

- Por qué él es el futuro rey, pero no tiene ese don. Aunque lo que no saben, es que tú tampoco lo tienes. – pronunció con una mueca.

- ¿Qué? Pero ellos... - me esquivó y me dio la espalda.

- Ellos puedes creer lo que quieran, pero no es el poder de los dioses o no propiamente dicho. En tu interior, reside un dragón, lo comprendí cuando te vi manipular el agua, aunque no importa lo que hagas, ese poder, lo confundirían con el de los dioses.

- ¿Cómo es que sabes tanto? – alcé mi mano y lo detuve.

- Porque el único que tiene el poder de los dioses soy yo.

Mis ojos se abrieron como platos, pues no entendía aquello, tenía el favor el de los dioses, pero a la vez, tenía una vida llena de agonía, todos los odiaban, así que como podía decir aquello.

- Supongo que te preguntarás, como puedo decir eso, ¿Verdad? Nací con ese don, bueno, solo es una creencia, no existe tal poder, pero aquel favor, aquella creencia se fue de mí cuando mi rostro se vio marcado, pero entonces escuché algo.

- ¿El qué? – pregunté.

- Llegará alguien, una hija del dragón y el poder que se te fue arrebatado, se volverá a reestablecer, así que... - en ese momento me agarró, pasó su mano por mi cintura y después me llevó hasta él, alcé mis ojos hacia él, mientras que su mano acariciaba la mía. – ¿Eres tú mi pequeño dragón? – no podía evitar sorpresa, pero a la vez me quedé atónita ante aquella historia, ante él, y sobre todo me preguntaba ¿Qué podía hacer yo por él?

- Pero si tu tienes ese don, y significa ser intocable, ¿Por qué...? – se separó de mí, pero su mano aún estaba agarrando la mía.

- En el mismo momento en el que pasó aquello, todos pensaron que era un castigo, que los dioses se habían ofendido y me retiraron su poder, su reconocimiento y aquella marca era la forma de hacerlo, pero lo que no sabían es que esta marca fue hecha por un humano. Bueno, aún no contestaste a mi pregunta. ¿Eres tú ese dragón?

- Soy humana, así que es imposible que sea eso que dices, y lo que viste en el puente, olvídalo, porque tampoco tuve nada que ver. – desenlacé mi mano de él y después le esquivé.

- Espera, seamos aliados. – volvió a detenerme y después me miró fijamente.

- ¿Por qué debería ser tu aliada? ¿Por qué debería creer en ti? – quería creerlo, pero sabiendo todo aquello, solo podía pensar en que tal vez me quería usar, y aunque desconocía como podría hacer aquello, había una verdad, que incluso en aquel pasado, la gente siempre se aprovechaba de los demás.

- Porque sé lo que eres, y tú, tú no tienes miedo de mí.

- ¿Y eso que más dará? Ya entiendo, quieres que ellos vean que te favorezco y por tanto esos dioses que aman, también lo harán, pero... ¿Qué hay de mis sentimientos? Después de todo, no eres diferente a ellos. – lo dejé atrás y después caminé por los alrededores cuando regresé nuevamente a aquella casa que parecía que era en la que vivía.

Me introduje en el interior, me quité los zapatos y después me acosté en aquella cama, en aquel colchón duro, pero sin duda mi mente solo pensaba en que, tras rendirme a aquel cansancio, despertaría en mi cuarto, en mi cama y dejaría aquel sueño atrás. 

El nuevo reyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora