Cap 9

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AVISO: Hola, antes de empezar con el capítulo quería deciros que modifiqué el capítulo anterior añadiendo un poco de historia al final del mismo, así que, antes de leer volver al capítulo ocho. Muchas gracias y espero que os guste.

Aquella mañana desperté antes de que Liss viniera a visitarme, de que viniera acompañarme al baño, me dirigí rápidamente hasta allí, me quité la ropa y entré en el interior. Cerré mis ojos cuando escuché un ruido fuera, al parecer alguien estaba entrando por lo que salí rápidamente, me sequé y después me vestí, no podía dejar que nadie viera aquel tatuaje en mí, por lo que salí por otra de las puertas y caminé nuevamente hasta el cuarto, cuando sentí que mi brazo era agarrado.

- Yoongi. – pronuncié tras encontrarme con él cara a cara.

- ¿Quién más podrías ser? – sonrió cuando sentí que alguien se acercaba, por lo que me alejé de él y volví a caminar.

- Princesa, deberías de secarte bien el cabello. – pronunció uno de los príncipes, cuando le miré me di cuenta de que se trataba de Hoseok.

- Gracias por el consejo. – en ese momento me dirigí hacia mi cuarto.

- Ayer me dijo Jungkook que seguiste a Yoongi, dime... ¿Viste como mataba a alguien?

- ¿Es que acaso no podía ir al pueblo por otro motivo? No mató a nadie, es más compró un regalo para su madre.

- Él jamás haría algo como eso. – expresó.

- ¿Por qué no? – pregunté.

- Porque su madre lo rechazada, viste su cicatriz, bueno con la careta vale, es la deshonra.

- Cállate. – pronuncié.

- En verdad, me preguntó si sientes algo por él.

- Hoseok. – en ese momento Jin le detuvo. – No deberías hablar así de tu hermano.

- Al menos alguno de los hermanos es sensato. Sigue siendo tu hermano, este marcado o no.

- Siento sus palabras princesa. – se acercó cuando observé su belleza.

- No es nada, no me ofendió a mí, fue a él. – mis ojos fueron hacia a Yoongi quién estaba a unos cuantos pasos de mí, vi como se iba a ir cuando mi cuerpo comenzó a moverse.

- Espera. – expresó Jin tras agarrarme. – ¿Le estás escogiendo? – preguntó.

- No lo sé, pero por ahora solo quiero seguirlo.

- Cambiaste. – pronunció Hoseok.

- ¿Acaso no es algo bueno? – pronuncié tras estar harta de aquellas palabras, de que pensarán que era malo, sin embargo, era lo mejor del mundo, pues mi visión, era más amplia.

- Creo que debemos una disculpa a la princesa. – expresó Namjoon tras llegar hasta a mí. – ¿Nos podrías conceder unos minutos?

- Si es una trampa, os mataré. – pronuncié.

- Vaya, amenazando a un príncipe. Sin duda tienes agallas, princesa. – les seguí cuando fuimos a la sala de ayer, pero los tres menores no estaban.

- ¿De qué queréis hablar? – pregunté.

- Somos los únicos que sabemos de Yoongi, de su condición.

- ¿Qué es repudiado? – pregunté.

- No, más bien, de Suga. – en ese momento mis ojos se abrieron como platos.

- Por tu rostro parece que lo sabes. – expresó Jin.

- Si lo sabéis, ¿Por qué no le ayudáis? ¿Por qué no le hacéis saber que no está solo?

- Porque es un secreto, ayer estábamos allí, os vimos, te vimos. – en ese momento llevé mi mano a mi pecho.

- Quién diría que eras un dragón. – expresó Hoseok.

- Así que esto era una trampa. – pronuncié.

- Eres la única capaz de controlar a Suga, así que está bien que te sientas atraída por nuestro hermano. – pronunció Namjoon

- ¿Por qué él no puede saber de esto? – pregunté.

- Porque él jamás acepta ayuda de nadie, pero cuando eres tú, hasta te protege. – interrumpió Jin.

- Eso es porque no hicisteis que confiara en vosotros.

- Es posible, pero recuerda lo que te dije, todo entre nosotros, es una guerra y aunque queramos apoyarnos, nuestras madres, desean que reinamos, así que la presión que sentimos es demasiado. – contestó Namjoon.

- ¿Y qué quieres que haga? – pregunté.

- Quédate a su lado, tal y como lo haces ahora.

- No tenías que decírmelo, pero si hay algo que quiero que sepan, no le traicionaré después, me importa una mierda que después me amenaces con mi secreto, permaneceré a su lado. – salí de allí y me dirigí hacia el cuarto de Yoongi, sin duda, iba a contar todo aquello, él debía de saberlo.

Entré en su cuarto como el día anterior y después me senté en la cama mientras que lo esperaba, pero tal vez, era aquel calor que provocó que me quedara dormida. 

El nuevo reyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora