Cap 8

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- Parece que estás en el lugar equivocado, una pena, porque tendré que matarte. – en ese momento me pregunté quién, quién era la persona que estaba frente a mis ojos, pero aquello, era inútil, pues dijera lo que dijera, no cambiaría mi destino, mi muerte.

- Yoongi. – grité a modo de desesperación.

- Ese idiota no te puede escuchar, solo estoy yo, Suga. – se inclinó y tocó mi rostro, mientras que su otra mano agarró la espalda, se puso de pie y fue a clavarme la misma.

- No. – cerré mis ojos y grité con todas mis fuerzas, cuando vi una luz cegadora, los abrí ligeramente cuando vi a Suga en frente de mí, aquella espada, estaba clavada en un campo de fuerza dorado, me incorporé ligeramente cuando aquella espada estalló.

Ambos estábamos sorprendidos ante aquel acto, pero me preguntaba que era lo que había pasado, Suga yacía en el suelo, por lo que me incorporé y después me acerqué ligeramente cuando sentí que alguien apareció detrás de mí.

- Vaya, pero que tenemos aquí, otra rarita.

- ¿Otra? – pregunté.

En ese momento me moví cerca de Suga mientras que los miraba fijamente, estaba claro que ambos eran peligrosos en ese momento, pero por alguna razón me incliné hacia ese hombre, hacia Suga.

- Yoongi. – pronuncié esperando que volviera en sí.

- Vaya, ganamos el premio gordo. – estaba inconsciente por lo que no podría hacer nada, saqué mi daga y después me interpuse para defender a Yoongi.

- ¿Es que acaso no tenéis miedo de las represarías? Él es el gran demonio negro.

- Por eso es más valioso y ahora que parece estar fuera del combate, nos lo llevaremos.

- Ni lo sueñes. – expresé.

- ¿Y qué harás con esa daga? – rio cuando fue a arrebatármela, moví mi mano rápidamente y corté su mano.

- Maldita perra. – no lo pensé, simplemente seguí ahí intentando que no saliera herido; aquel hombre volvió a intentar atacarme, cuando aquella daga cambió a una espada, todo parecía magia y por un segundo mi ser resplandeció pero no fue lo más sorprendente, pues por un segundo sentí como mi conciencia era empujada por alguien más, como si alguien me susurrara algo y fue ahí cuando vi a Yoongi a mi lado, con su mano en la mía, con sus ojos puestos en aquellos hombres.

- Eso correr. – en ese momento bajé aquella espada y volvió a convertirse en una pequeña daga, cuando sentí que mi pecho ardía. – Me duele. – pronuncié tras rápidamente sacarme aquella ropa y mirarme el pecho.

- Para, te harás daño. – me agarró las muñecas y me miró fijamente, en ese momento en el que vi que había vuelto a la normalidad, pensé que ojalá Suga jamás apareciera de nuevo.

- Ya no duele. – pronuncié tras unos segundos.

- No puede ser. – en ese momento su rostro palideció, y se quedó mirando mi pecho.

- Idiota no mires mi pecho. – le golpeé por lo que se retiró.

- No estaba mirando tu pecho. – en ese momento miré hacía mi pecho cuando vi aquello, aquella señal, un dragón, como si fuera un tatuaje, estaba visible entre mis senos. Sin duda era algo precioso ante mis ojos, pero en aquella época, tal vez, y solo tal vez, era considerada algo malo.

- ¿Es algo malo? – pregunté.

- No dejes que nadie lo vea. – en ese momento me tapó y después se dio media vuelta.

- Tú lo viste. – pronuncié.

- Yo no cuento, tú ahora también sabes mi secreto.

- Suga. – pronuncié.

- Suga. – me miró con cierto dolor, cuando dejé de abrocharme y me acerqué a él.

- ¿Es ese el poder de los dioses? – pronuncié tras abrazarlo. – En realidad no me importa, ¿Puedes controlarlo?

- Más bien es una maldición. – expresó tras agarrar mi mano y apretarla. – En cuando al control, no, no puedo. Cuando estoy enfadado, frustrado o en peligro, esa personalidad aflora, pero si a él le hieren, a mí también.

- Esa cicatriz, no fue tuya, ¿Verdad? – pregunté.

- No, pero comparto la maldición. 

- Quiero saberlo Yoongi, porque presiento que habrá otro momento en el que me encuentre con Suga.

- ¿Otro momento? Aún me pregunto porque sigues aquí.

- Sabes, hay muchas cosas que quiero decirte, preguntarte, como por ejemplo tu propuesta, quieres protegerme ¿Verdad? Pero lo que me pregunto es ¿Por qué? Supuestamente yo te traicioné, supuestamente todo pasó por mi culpa.

- Esa historia no es cierta o no del todo.

- Entonces, cuéntamelo, porque sino solo podré creer lo que otros dicen. – expresé.

- Esta bien, pero antes vámonos de aquí. – se levantó y después me tendió la mano, me dejó su capa y me cubrió el cuerpo, después me montó en el caballo y después se subió él. Su cuerpo aprisionaba el mío, y podía sentir su torso en mi espalda, por lo que me contuve, pues realmente no podía pensar nada más que en aquello y con ello pensé en sus labios, en el beso de antes.

- Mejor hablemos mañana. – pronunció tras entrar al establo y ver a Tae.

- Sí, es lo mejor. – me acerqué a Tae cuando alcé mi mano y la posé en su cabeza. – No te preocupes tanto, estoy bien. – por alguna razón sentía pena por él, porque se había enamorado de alguien que había dejado de existir en el mismo momento en el que tomé aquel cuerpo.

Lo dejé atrás y después me introduje en el cuarto que estaba destinado para mí, me quité aquella ropa y miré aquel tatuaje, levanté mi mano y comencé a tocarlo con suavidad, cuando pensé en Yoongi nuevamente y en esa otra personalidad, Suga. 

El nuevo reyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora