Cap 22

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- Guarda silencio. Son bandidos. – había leído sobre ellos.

Eran los ladrones de esa época, pero jamás pensé que tuviera que lidiar con ellos, pues sabía de primera mano que ellos no eran como los de mi época, pues estos no se pararían a matarte, incluso si no poseías nada en tu poder. 

- Vamos por ese camino.

- Pero eso es añadir horas de camino, puede que más. – expresé.

- ¿Y qué sugieres que hagamos? – preguntó tras mirarme.

- Déjame tu capa. – pronuncié.

No podía añadir tiempo, no más del que nos llevaría llegar a la antigua zona de dragones. Por lo que me puse su capa, cubrí mi rostro y después comencé a caminar hacia ellos.

- Parece que será nuestro día de suerte. – expresó uno de ellos.

No lograba verlo, pero realmente no me importaba demasiado porque mi meta era pasar por aquella zona y dejarlos atrás. Por lo que pese a sus palabras seguí caminando cuando sentí como su mano se posaba en mi hombro, ejercía fuerza y ante aquello, mi pecho comenzó a zumbar, y tras mirar ligeramente el mismo me percaté de que estaba brillando.

- Suéltala. – Jungkook había decidido intervenir, pero supongo que fue en vano, pues tras girarme hacia aquel hombre y alzar mi mano derecho hacia él me percate de que mi mano había cambiado por la zarpa de un dragón.

- ¿Qué eres? – se alejó rápidamente de mí y rápidamente huyeron lejos de nosotros.

- ¿Cómo hiciste eso? – preguntó Jungkook tras acercarse.

- Lo desconozco. – volví a mirar mi mano y había vuelto a la normalidad.

Sin duda, aquellos poderes cada vez eran más fuertes, pero desconocía si podría convertirme en un dragón o si solo podía llamar alguna parte de ese ser.

- Vamos. – tomó mi mano rápidamente y comenzamos a subir por aquellas pendientes, y poco nos fuimos acercando a nuestro destino.

- Deberíamos de descansar. – expresó.

- Sí, descansemos un rato. – añadí.

- Realmente tengo sed. – habíamos salido sin nada, sin comida, sin agua, pero lo que más urgía en ese momento era agua, por lo que no dudé en usar mis poderes.

Alcé mi mano y moví mis dedos cuando comencé a sentir como el agua aparecía ante mí. Sin duda, nunca antes me había percatado de lo valioso que eran aquellos poderes.

- ¿También puedes manejar el agua? – preguntó.

- Es uno de los poderes del dragón. A diferencia del resto de dragones, los coreanos manejan el agua. – expresé. – ¿Por qué sé eso?

- Gracias. – bebí un poco de agua y después me senté al descansar pues estaba realmente agotada, por lo que antes de darme cuenta había sucumbido al cansancio. 

- Tn. – expresó Jungkook mientras que me zarandeaba. – Tenemos que seguir.

Cuando abrí mis ojos me percaté de que me había cubierto con su capa. Ahora entendía porque se había enamorado de él, más allá de aquella belleza, había un corazón puro y una mente hermosa, una que estaba fuera del alcance de todos, pues él no parecía pensar como lo hacían en aquella época y tal vez, ahora lograba entender porque era la mejor opción para tomar el trono, por esa razón, a raíz de aquello tomé una decisión.

Si el destino deseaba que Jungkook tomará el trono y se convirtiera en rey, no me opondría, pero jamás me negaría a abandonar a Yoongi, por esa razón, aunque no se convirtiera en rey y tuviera que vivir en las sombras como el demonio negro, lo salvaría.

- ¿Necesitas descansar más? – tocó mi rostro ligeramente y después me observó.

- No hará falta. Vamos. Aún nos queda camino por recorrer. – me ayudó a levantarme y después seguimos caminando hacia el hogar de la antigua tribu.

- ¿Es esto lo que vinimos a buscar? – Aquel lugar estaba completamente destruido, seco, sin vida, pero ante mis ojos podía ver como fue en aquel entonces y sin pensarlo caminé por aquella llanura, una que en aquel momento fue completamente prosperó.

- Antes, era pura belleza. – por alguna razón me estaba dejando llevar y en aquel centro, me agaché y posé mis manos en aquel suelo seco.

Cerré mis ojos y dejé que aquel poder que albergaba en mí saliera al exterior, pues era aquello lo que me estaba suplicando, lo que necesitaba de mí y entonces comencé a sentir como todo fluía. Al escuchar unas risas abrí mis ojos y entonces vi aquellas almas que habían muerto en aquel lugar a manos de Suga, vi su forma de vida y como me sonreían antes de despedirse.

- Por fin regresaste a casa. Tal y como lo prometió. Pequeña semilla de agua. – expresó una señora mayor, por lo que supuse que sería una anciana del poblado.

- He regresado. Ahora podrán descansar en paz. – sonreí.

- Tu lucha comienza ahora, puedo verlo. Hay alguien que no deseas perder.

- Lo hay, pero no sé como salvarlo. – expresé.

- A veces, hay que abrir más los ojos. – en ese momento mis ojos comenzaron a escocer, cuando me percaté de que habían cambiado, pues lograba ver más allá, a distancias que jamás me hubiera imaginado, pero la mayor sorpresa fue cuando vi aquellas escrituras, talladas en una piedra, más bien en varias y a su vez, mi mente se perdió en unos recuerdos de aquella anciana. 

El nuevo reyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora