Cap 3

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- ¿Quién es? – pregunté por lo bajo.

- ¿Tampoco lo recuerdas? – expresó.

- De recordarlo, ¿Para qué te preguntaría? – pregunté.

- Deja ir a la princesa. – se acercó completamente a nosotros por lo que lo miré desde arriba.

- Soy princesa. – aquello resonó en mi mente y una sonrisa se dibujó en mi semblante, eso significaba que podría estar cerca de ellos, poder hacer lo que quisiera o al menos eso era lo que pensaba, vaya pensamiento ingenuo. – No me toquen, soy una persona importante. – deseaba decir aquello, pero en entre ellos se creó el silencio, silencio que fue llenado por la risa de Yoongi.

- ¿De qué te ríes? Soy princesa ¡Eh! Un respeto que te mando al calabozo. –

- Tn, ven conmigo.

- ¿Y tú quién eres? – pregunté.

- Tae, ¿Qué te pasa? – sus ojos se veían confundidos, pero para mí, no era más que un hermoso desconocido.

Me tomó del brazo y me bajó del caballo, me resentí ligeramente ante aquel acto, pero no podía hacer nada más que seguirlo.

- No te vuelvas a acercar a él. – en ese momento miré a Tae, intentando comprender aquel odio infundado.

- ¿Por qué dices eso? Sabes, él no tiene la lepra.

- ¿La qué? – preguntó al no entenderme.

- Lo que sea, no va a hacerme daño. – expresé.

- No estés tan segura de ello. – ni siquiera me había percatado de que se había bajado del caballo, que se había acercado y había tomado mi rostro con cierta fuerza.

- No toques a mi prometida. – si antes estaba sorprendida, ahora estaba atónita, ¿Prometida?

- Te recuerdo que antes de ser tu prometida era mía. – ahí solo pude mirar aquella mascara pensando que seguramente aquel era el motivo por el que no podía seguir siendo su prometida.

- Piensas bien, esto te sentencia más que la muerte. – pronunció ante mi mirada.

- Vamos. – tomó mi mano por lo que Yoongi me dejó libre, seguí a Tae por aquel camino hasta que llegamos al pueblo, allí estaba su caballo esperándonos, pero no pensaba quedarme de brazos cruzados.

- ¿Por qué tratas así a tu hermano? – hice fuerza por lo que me soltó al instante.

- ¿Mi hermano? Él es un asesino. – pronunció

- ¿Asesino? – pregunté.

- A ti que te pasa, estás muy rara. – en ese momento decidí mentir, inventarme cualquier cosa, bueno lo típico, tengo amnesia.

- Creo que pasó algo antes de que Yoongi me encontrará.

- ¿Crees? Qué pasó, habla. – comenzó a zarandearme cuando me enfadé.

- No lo sé, solo me desperté en aquel bosque y no recuerdo nada. – madre mía pero que cliché era eso, si se lo creía desde luego debía de patentar la idea para el futuro, pensé mientras que lo observaba.

- Te llevaré al médico. – parecía asustado, por lo que me dejé llevar, rápidamente llegamos a aquel palacio o más bien aquellos terrenos enormes, que desde luego estaban bien si querías evitar a alguien, después de aquello, nos adentramos hacia una parte del lugar en donde había una casa, sin duda era preciosa, algo que realmente me gustaba de aquella antigüedad.

Me introduje dentro de un cuarto, lo primero que hice fue agarrar un espejo, tal vez estaba paranoica, pues aquellos chicos me conocían y yo no recordaba nada, tras verme reflejada me di cuenta de que seguía siendo yo, mismo rostro, mismo cuerpo, por lo que por un segundo me preocupé ante aquello.

Tras unos minutos, no tardó en llegar el tan aclamado doctor, nos quedamos a solas y comenzó a revisarme, sin duda estaba incómoda, cuando de repente se detuvo en seco.

- ¿Qué pasa? – pregunté.

- Tienes el favor de los dioses. – no sabía que quería decir aquello, pero con solo ver su rostro, mi rostro palideció.

- ¿Es una enfermedad grave? No me asustes. – contesté.

- Pero no dijo nada, simplemente se marchó de allí dejándome completamente sola, por lo que solo pude dar vueltas por aquel lugar.

- ¿De qué iba ese médico? ¿Qué es el poder de los dioses? – pregunté mientras que pensaba en que significaría.

- Es algo importante. – interrumpió Tae

- Hombre, por su cara... parecía la peor enfermedad del mundo.

- Más bien es todo lo contrario, más bien es que estás favorecida por los dioses y tocarte es una ofensa.

- Lo que había dicho, soy importante. – sonreí cuando vi que en su semblante se dibuja algo confuso, tal vez sus palabras no eran verdad.

- Descansa, mañana vendré a verte.

Se marchó por lo que me tumbé en aquella cama,incomoda desde luego, pero mucho mejor que el suelo. 

El nuevo reyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora