Cap 24

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Me separé de él y caminé hacia el centro de aquellas piedras, con solo poner un pie en él, supe que algo estaba comenzando, pues esas piedras con aquellas escrituras estaban reaccionando a mí.

- Nos volvemos a ver. No eres él. – expresó un espíritu de una mujer, tenía flores en su cabeza, por lo que supuse que era la deidad de la naturaleza.

- Soy su reencarnación. – expresé.

- Parece que hemos hecho bien en esperar. – otro de ellos llegó hasta nosotros su cabello era rojo, por lo que supe que se trataba del dios del fuego.

- Por qué dices eso. – pregunté. Mientras que mis ojos no podían apartarse de ellos.

- Así que cumplió su palabra. – interrumpió otro espíritu. Al igual que ellos parecía deslumbrantes, sin embargo, había algo diferente en él.

- ¿Quién eres? – pregunté rápidamente a no saber a qué elemento pertenecía.

- Soy el Dios del Viento. – expresó tras mirarme fijamente.

- ¿Por qué a nosotros no nos has preguntado eso? – preguntó el dios del fuego.

- Simplemente intuí que erais el dios del fuego y la diosa de la naturaleza. – expresé.

- Bien intuido. Sin embargo, para estar completos te necesitábamos. Te hemos echado de menos, dios del agua. – expresó aquella mujer tras acercarse y acariciar ligeramente mi cabeza.

- ¿Dios? Creo que os confundís. Simplemente soy un dragón. – añadí ante sus palabras.

- Es cierto, eres un dragón, pero es así como se le conoce al Dios del agua.

- Pero soy humana. – añadí.

- No realmente. – expresó el Dios del viento. – El Dios del agua se materializo en un cuerpo humano, pero la marca de que era un Dios es la de ese Dragón en tu pecho. ¿Por qué crees que solo puede haber uno de ellos?

- Pero había más personas con poderes de dragón.

- Hijos del Dios del agua. – expresó la Diosa de la naturaleza.

- En realidad, él se enamoró de una humana cuando visitó la tierra por primera vez y de ahí sus descendientes.

- ¿Por qué vendría el Dios del agua a la tierra? Y ¿Por qué no fue la Diosa de la naturaleza? – pregunté.

- Por qué yo no podía ser humana. Si decido acercarme a la tierra, lo hago a través del mundo, los árboles, la tierra, pero él había logrado moldear su propia agua para asemejarse a la forma humana. Pues todos ellos se reflejaban a través de sus aguas cristalinas. Por esa razón, solo podía ser él.

- Y todo esta bien y en equilibrio hasta que un humano blandió su espada hacia uno de nosotros. Pensábamos que había el sucesor al Dios del agua había muerto, pero no fue así. Ahora sabemos que se escondió en lo más profundo del bosque, y a su vez, intentó encontrar a alguien digno de remplazarlo.

- ¿Sucesor? Se supone que un dios, jamás envejece. – expresé.

- Eso es correcto, hasta que decides entrar en el mundo humano y repartir esa inmortalidad entre tus descendientes, para de esa manera perdurar más en el tiempo y a su vez, cuidar la tierra. Un Dios no muere fácilmente, pero puede sacrificarse por el bien del mundo y entonces, toda su energía será absorbida por el propio mundo.

- ¿Eso significa que me escogieron como sucesora? – pregunté.

- Así es, pero solo tu alma es válida en este momento. Pues como ves, aquel cuerpo en el que albergabas se quedó fuera de donde nos encontramos. En este plano ese cuerpo jamás podrá llegar.

- ¿Entonces está muerta? – pregunté.

- No, dentro de un tiempo volverá en si y la guiaremos de nuevo hasta el palacio, donde jamás debió de salir. Sin embargo, tu deberás quedarte aquí.

- Soy el sacrificio. – expresé.

- Te equivocas. Eres el guerrero de los dioses. Por esa razón, lo que comienza ahora es tu verdadero entrenamiento. Debes convertirte en un verdadero Dios del agua para poder enfrentar a Suga y a su vez, matarlo.

- Pero eso implicaría matas a Yoongi. Me niego. – pronuncié.

- No era una pregunta. Es la única alternativa. Así que ahora que estás aquí, es hora de que olvides esos sentimientos inútiles que te unen a ese humano, pues su vida ya fue juzgada y sentenciada.

- Él no es Suga. Él no mató. – pronuncié.

- Pero no podemos separarlo de él, porque Suga, comenzó a mezclarse con su verdadera alma, Yoongi. Por lo que, la única alternativa es matarlo y según nuestras estadísticas, la muerte de una persona es mucho más rentable que la de cientos de vidas.

- Para mí, no es rentable.

- Dentro de poco, no te importará ese hecho. – comencé a sentir un viento caliente junto a unas cuantas hojas resoplando por mi alrededor.

Rápidamente, perdí mi conciencia y entonces, en aquel oscuro mundo en el que me encontraba, lo hallé, al primer Dios del agua.

- Hola. – mis ojos estaban puestos en él. Se veía increíble, deslumbrante y a su vez, aquellas serpientes de agua revoloteaban por su alrededor. – Es hora de tomes mi lugar.

- Se suponía que la pequeña semilla de agua era tu sucesor.

- Hubo muchas como él, pero ninguna estaba destinada a sucederme. Sin embargo, esa pequeña semilla de agua no pudo ni siquiera proteger su hogar y no le culpo, pues fue mi culpa crear semidioses. Sin embargo, una parte de mí siempre estuvo dentro de ellos, esperando a que el momento adecuado llegara y por lo tanto, convertirse en un verdadero Dios. – antes de darme cuenta, estaba atrapada entre sus brazos y sus labios estaban posados en los míos y con solo aquel acto comprendí que ya no había marcha atrás, mi destino había sido sellado por ellos.

El nuevo reyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora