Palabras correctas

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Un día como otro, o eso parecía a priori, pero no, no era un día como cualquier otro, era el primer día que Samantha salía a la calle después de que todo se supiera. Para su suerte no obtuvo miradas raras, ni ningún periodista queriendo meter las narices donde no le llaman, al menos en lo que llevaba de día. Roberto quería hablar con ella acerca del tema y allí que fue ella, sin muchos ánimos querer que le taladren la cabeza con mil movidas de prensa, porque realmente nunca le gustaron las cosas de prensa, sentía que tenía que contestar cosas que no quería y siempre tenía que tener buena cara porque siempre estaba al acecho de que hiciera algo mal para poder criticarla. 

Llevaba un día sin hablar con Flavio, al día siguiente de que todo pasara se quedó en su casa y no salió, ni si quiera llamó a Maialen que la estaba bombardeando a mensajes. Necesitaba ese tiempo para ella, para encontrarse, para reflexionar. Lo dedicó para intentar repasar aquellas nociones básicas a piano que Flavio le había enseñado, para leer, para intentar componer, sin éxito alguno o eso pensaba ella, porque había podido escribir un par de líneas, solo que en ese momento creía que no iban a ningún lado.

Durante ese día sola se preguntaba si Flavio iba a escribir lo que sentía... tenía miedo, no iba a mentir. Miedo a que dijese que su historia ya terminó y que solo la ve como una amiga con la que tener sexo de vez en cuando... quizás solo sea eso o quizás hay esperanzas de recuperar todo lo perdido, de arreglar las malas decisiones que había tomado en el pasado, porque ahora estaba segura que no fue la mejor decisión de su vida, fue la peor.

Roberto la miró sentado en su silla de cuero mientras jugaba con su bolígrafo color negro, llevaba un rato mirándola esperando que la chica dijese algo. No lo hizo. Samantha no sabía que decir, tampoco sabía que quería saber exactamente, pero no quería hablar de su historia con Flavio, aunque fuese el tema del momento. Por lo poco que pudo ver, las reacciones no fueron negativas, al contrario, fueron positivas, pero la idea de que la gente hablara de su pasado sin saber le daban ganas de vomitar. Era su historia, no la de la gente. No importaba si era para bien o para mal.

- ¿No vas a decir nada? – comenzó a decir Roberto con su característico tono serio. Parecía enfadado, pero en realidad no tenía ningún motivo para estarlo

- No tengo nada para decir – respondió la rubia secamente – Ya está fuera todo, ¿qué más da lo que yo diga?

- No sé, una explicación no estaría mal... ¿por qué no dijiste que os conocíais? ¿es por eso que no querías aceptar la colaboración? – intentó sonar amable, pero algo en él sonaba enfadado, como si le molestara el hecho de que se lo hubiese ocultado

- Ya me dirás tú... ¿harías una colaboración con tu ex? Pero sin embargo acepté y aquí estoy y ya no importa porque todo el mundo lo sabe – la rubia cruzó sus brazos y lo miró enfadada. No sabía a donde quería ir. No sabía que pretendía, no iba a cambiar nada, todo estaba ahí fuera.

- Sabes que siempre puede hablar conmigo, Samantha, deberías de habérmelo contado, de lo contrario no te hubiera ofrecido esta propuesta o la posibilidad de que fingir una relación si eso te incomodaba – Samantha quería creer en sus palabras, él siempre había sido muy bueno con ella, la había ayudado, pero algo le decía que en realidad no le importaba lo más mínimo, solo le importaba el dinero en ese momento

- Era algo mío... no quería contarlo, quería que quedase para mí, pero ya da igual

- Bueno, ahora tenemos que hablar en lo que vas a decir a la prensa cuando pregunten, creo que deberías hablar con Lucía – Lucía era la relaciones publicas y la que llevaba todo lo referido con la prensa, entrevistas y demás cosas relacionadas

Remo a tu favorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora