La entrevista

3.6K 179 9
                                        

El despertador sonó alrededor de las ocho de la mañana, habían dormido entre poco y nada, pero el deber llamaba y a las diez tenían que estar listos para empezar la ronda de entrevistas que Luis y Rodrigo habían preparado, bueno, que Luis había concertado porque Roberto no se dignó a decir nada más que un mensaje con exigencias "Samantha, recuerda que tienes que poner los links en todas tus redes", nada más que eso, pero la chica no le prestó demasiada atención ya que estaba demasiado emocionada por el estreno de su canción, una canción que nunca esperó terminar, que nunca esperó componer y ahí estaba, recién salida del horno. Ahora compartía una canción con Flavio, si tuviese que echar su mente atrás, pensaba en esos momentos a piano o a guitarra cantando juntos en aquel bar y como ahora tienen una canción original, compuesta por los dos, una canción que es escuchada internacionalmente. ¿Quién lo iba a decir?

Flavio apagó el despertador como pudo, ya que la chica se encontraba casi encima de él, ni si quiera se había percatado de los movimientos nocturnos de esta hasta que abrió los ojos y notó el peso de su cuerpo sobre el suyo. Tenía una pierna enredada entre las piernas de él, la cabeza apoyada en su pecho, así como medio cuerpo, uno de sus brazos envolvía su cintura y el otro estaba estirado. Sonrió al notar la postura tan rara con la que estaba durmiendo y pensó si era cómoda.

La última vez que despertaron juntos fue hace semanas, el día que rompieron la burbuja y fue intencionado, esta vez durmieron sin haber hecho nada más que eso, dormir, sin intención de despertarse de aquella forma, pero él era incapaz de moverla, se sentía bien estar así, había pasado mucho tiempo desde la última vez que sus cuerpos tomaron tanto contacto físico y ahora que estaba en esa posición no podía apartarla de él. Quería sentir el contacto de su cuerpo en él e impregnarse de su perfume, aunque el olor ya casi había desaparecido, aún podía oler su esencia, olía a ella.

Apartó un poco los pelos sobre su cara para poder mirarla y esta hizo un amague de despertarse, pero en realidad lo único que hizo fue acomodarse inconscientemente. Ay que ver lo mal que se le daba madrugar, pero no importaba, aún había tiempo y eso le daba un tiempo para poder disfrutar de ella. El chico se acomodó a su cuerpo y la envolvió en sus brazos. Sabía que ese momento era otro paso más en su relación, pero tampoco estaban haciendo nada de otro mundo, creía que estaban en ese punto de poder estar así.

Miró su rostro y no pudo evitar sonreír y soltar un leve suspiro. No se había dado cuenta lo mucho que echaba de menos tenerla cerca hasta ahora, lo mucho que echaba de menos verla dormir y ver esa belleza natural que le hacía pensar que hizo para que esa persona se enamorara de él. Se sentía afortunado aunque las cosas fueran complicadas, aunque hubiera pasado mil cosas hasta llegar a ese momento, todo mereció la pena porque justo en ese instante podía disfrutar de ella, de verla dormir tranquila, en sus brazos, protegiéndola de todo aquella persona que quisiera hacerle daño... aunque sabía que no podía evitar eso y también sabía que ella sabía cuidarse sola, pero no podía evitar tener ese instinto protector, ese instinto de cuidarla, de asegurarse de que es feliz, con él o sin él. Todo lo que quería es que su risa no se apagara y se preguntó cómo sonaba su risa en todos esos años en el que no estaba él... probablemente tuviese sus momentos porque así era ella, creaba un escudo y no te dabas cuenta de lo rota que podía a llegar a estar. Pero todo eso ya no importaba, no importaba el sonido de su risa en ese tiempo, importaba en tiempo presente, en ese instante que estaba dormida entre sus brazos.

Al cabo de un rato, el chico comprobó la hora, llevaba alrededor de veinte minutos en la misma posición y podía sentir como algunas partes de su cuerpo se habían dormido debido a la posición de la chica, pero realmente no le importaba. La miró por última vez antes despertarla y analizó cada facción de su cara, cada lunar que la envolvía, aquellas constelaciones que formaban un rostro perfecto para él. Miró sus labios y pensó en lo mucho que los echaba de menos y en las ganas que tenía de besarlos, pero para él era mucho más importante que las cosas fuesen al ritmo que iban que romper todo lo que habían conseguido por un momento de debilidad. Estaba seguro que llegaría el momento en el que sus labios volviesen a tocar los suyos y ese anhelo desaparecería porque una vez que volvieran a tomar contacto, no habría vuelta atrás, no podría volver a no besarlo.

Remo a tu favorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora