Capítulo 5

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-¿Estáis totalmente seguros de que no se lo diréis a nadie, no diréis indirectas para que los demás lo sepan y me ayudaréis a que nadie se entere? – preguntó Hinata, mirándolos con los ojos rojos de tanto llorar.

- Estoy seguro. Pero si es algo que no es bueno o que podemos ayudarte no podré evitar hacer algo al respecto – dijo Suga.

- Si significa que será lo mejor para ti, te apoyaremos – dijo Daichi, sonriéndole a Hinata para animarlo a hablar.

- G-Gracias...

Hinata se levantó y los miró. Unos segundos después respiró profundamente y se quitó la camiseta, revelando su cuerpo femenino y el binder. Los dos chicos se miraron, alucinando, y miraron a la chica que se sentaba delante suyo. ¿Hinata era transexual? Ellos lo apoyaban completamente.

- N-No me odiéis... - susurró Hinata, a punto de volver a llorar.

- No te odiamos, Hinata. Y te apoyamos totalmente. – dijo Suga. Justo después se sonroja- de hecho... Daichi y yo estamos saliendo, así que sería de tontos no apoyar al resto del colectivo LGTBI, ¿no?

- ¿Qué? – preguntó Hinata, sorprendida.

- ¿Qué? – preguntaron los dos chicos.

- ¿Por qué decís LGTBI?

- Porque eres transexual, ¿no? – dijo Daichi, confundido.

- Claro que no, simplemente oculto el hecho de que soy una chica – aclaró Hinata.

- Entonces... ¿por qué? ¿Estás a gusto con tu cuerpo? – preguntó Suga.

Hinata dudó de si contarles lo de su padre. Podría ganarse una paliza enorme, pero solo por revelar que es una chica ya la pegaría...

- Supongo que nada puede ir a peor si os lo cuento.

- ¿A qué te refieres? – preguntaron los dos chicos a la vez.

Entonces Hinata les contó que le gustaba ser una chica, pero que su padre cree que las chicas nunca podrán ser perfectas al ser inferiores que los chicos. Les contó sobre las palizas, la hora a la que tiene que llegar a casa, por qué se esfuerza tanto en los deportes como en los estudios... Suga acabó llorando por lo que explicaba Hinata, porque ella lo explicaba todo como si fuese lo normal y se lo merecía. Daichi abrazó a Suga y miró a Hinata.

- A tu padre deberían meterlo en la cárcel. Lo sabes, ¿no?

- ¿Por qué? Hace eso porque quiere lo mejor para mí, alguien inútil que no puede hacer nada por su cuenta.

- Hinata, ¡no hables así de ti mismo! O de ti misma. Ay, es un lío... Bueno, que no es verdad. Ese hombre te da palizas brutales y te trata como a una máquina. Mereces todo el amor del mundo y más – dijo Suga mientras lloraba, pero con tono decidido.

Hinata pensó en eso. La verdad es que disfrutaba mucho estando con el equipo, y era muy infeliz cuando tenía que ir a casa. "A lo mejor tienen razón..." pensó. "Debería dejar que me ayudaran. Son mayores que yo, deben saber lo que hay que hacer".

- Si hago todo lo que me digáis... como denunciar a mi padre, o algo así... ¿todo será mejor después? ¿Podré seguir jugando a voleibol con vosotros?

- Tendremos que informarnos para saber qué hacer, pero primero... ¿estás segura de que entiendes que lo que te hace tu padre está mal?

- No, no lo entiendo. Para mí, es lo normal. ¿No les pasa a todos? – movió la cabeza a un lado, confundida.

- No, lo normal es que tus padres pasen tiempo contigo, se aseguren de que seas feliz y te acepten tal y como eres. Y que te quieran y acepten que puedes no ser tan bueno en los deportes o en los estudios. – dijo Daichi- Cómo te sientes cuando todo el equipo te anima en los partidos?

- ¡Genial! – contestó Hinata.

- ¿Y cuando estás más triste y te abrazo? – preguntó Suga.

- Feliz... al menos, me siento mucho mejor y querida. – confesó Hinata, empezando a entender.

- ¿Y como te sientes cuando tu padre te pega? ¿Y cuando estás con él?

Hinata se queda callada un momento. Al recordar esos momentos con su padre se pone a llorar, con miedo y tristeza.

- M-Mal... muy mal... s-siento m-miedo... y tristeza...

Cuando Suga ve que está llorando va rápidamente y lo abraza, escondiendo la cara de Hinata en su pecho y acariciándole el pelo.

- ¿Ves? ¿A que sería muchísimo mejor poder sentirte igual de feliz todo el tiempo, como cuando estás con nosotros? – dijo Daichi, acariciándole la espalda a Hinata.

Hinata solo asiente. Se quedan así unos minutos hasta que consigue calmarse y los mira.

- ¿E-Entonces... unos padres de verdad serían como vosotros?

- Si. Bueno, eso creo. Lo que sé es que te quiero como a uno de mis hijos y haría lo que fuera para que estuvieses feliz. ¿A que si, Daichi? – dijo Suga.

- S-Si... pero tu eres la madre cariñosa y yo el padre que pone orden, ¿vale? – dijo Daichi. No está acostumbrado a decir que los quiere, pero es igual de protector que Suga.

Hinata y Suga rieron por la timidez del capitán. Lejos de enfadarse, este rio también, feliz de que estuviesen bien.

- Dudo que queráis curarme la espalda ahora, ¿eh? – dijo Hinata sonriendo. Los dos chicos sonrieron.

- Eres una chica, así que supongo que estarás incómoda si nosotros te curamos. He visto como te sonrojabas muchas veces delante de chicos. Ves a la enfermería y di que te arañaste la espalda con plantas en el patio, o que te caíste de la bici – dijo Daichi.

- Entiendo que tienes que seguir manteniendo tu género en secreto, pero puedes cambiarte en el vestuario de chicas o en el baño si estás más cómoda – agregó Suga.

- Gracias, chicos – dijo Hinata, sonriendo muy feliz. Se siente más ligera, como si le acabaran de quitar un gran peso de encima.

- No es nada. Ah, y mientras tengas las heridas no entrenarás. Al menos las de los brazos.

- ¿Por qué? ¡Quiero entrenar! – se quejó Hinata.

Estuvieron discutiendo un rato, pero al final Hinata fue a la enfermería y los dos chicos fueron a entrenar. Querían decirles la verdad al equipo para que todos la ayudaran, pero sin su permiso no lo harían. 

Alas rotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora